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Creí que era buena idea utilizar mi perro para ligar: esto es lo que pasó
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Creí que era buena idea utilizar mi perro para ligar: esto es lo que pasó

Carina Hsieh decidió tentar al destino y buscar el amor en un parque para canes. Hay ligues más allá de Tinder y de los pubs nocturnos. La pregunta aquí está clara: ¿funcionó?

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

El amor aparece cuando menos te lo esperas. Puede estar a la vuelta de la esquina o en la misma panadería. O sí, también cuando paseas al perro. Tal vez tenga mucho más éxito que si tu mascota fuera un gato; los felinos son más independientes y no necesitan que los saques de paseo. Los perros facilitan el contacto social con tus vecinos, que a pesar de que viven a apenas unos metros, muchas veces son unos completos desconocidos.

¿Nunca se te ha ocurrido que tu fiel can es un gran instrumento para ligar? Carina Hsieh, editora de 'Cosmopolitan', ha intentado demostrar que sí se puede. Más allá del Tinder o de las innovaciones tecnológicas en el campo del ligoteo, ella se fue a un hecho tan simple y cotidiano como el sacar a tu mascota todas las tardes. En un artículo publicado en la revista 'Red Book' ha descrito su experiencia de una semana entera con Bao Bao, un bulldog francés, por las calles de Manhattan. Si quieres ver el resultado y emular la curiosa acción de Hsieh, no te pierdas lo que viene a continuación.

Día 1

"Me sentí ingenua al inicio del experimento", valora Hsieh. "Creí que las calles estarían llenas de chicos guapos paseando al perro, pero no. Casi todos iban con alguien o en grupo, no había nadie solo". El día resultó ser un desastre total. La editora conoció a un grupo de mujeres mayores que hacían yoga en un parque. Ellas adularon a su bulldog, pero ni rastro de chicos. "No solo me tocó quedarme sola, sino que también me sentí intimidada".

Charlamos y me gustó. Pero a la primera de cambio se esfumó y me dejó sola con Bao Bao

Sin embargo, a Bao Bao esto no le importó: "Mi cachorro es muy sociable y se rebozó en la tierra. Luego, me tocó bañarle y limpiarle. Las "Cool Whippet Girls", como ella las definió, le llamaron cariñosamente por el apodo de "jamón" y, según ella afirma, "se sintió orgullosa". Sin embargo, aquello que había ido a buscar no hizo acto de presencia.

Día 2

El segundo día todo pintaba bien para Carina. Por fin había quedado con un chico para pasear al perro. Pero contra todo pronóstico, todo acabó mal. "Intenté llevar a Bao Bao conmigo pero le entró diarrea por el camino y se abalanzó hacia mi pierna". ¿El resultado? "Manchó mis pantalones blancos favoritos de caca. Tuve que correr a casa y cambiarme antes de encontrarme con el chico, haciendo imposible no llegar tarde".

A pesar de todo, se empeñó en llevar a Bao Bao consigo. Pero empezó a llover. Al chico le entró hambre y quiso ir a cenar a un restaurante, por lo que Carina tuvo que volver a dejar en casa al bulldog, ya que no aceptan perros en los restaurantes. "¿Estaba saltándome las normas?", se preguntó. Desgraciadamente, la cita no fue bien y tanto él como ella descubrieron que no había mucha química entre ellos.

Foto: Los perros sí que pueden ver la televisión, pero no lo que tú ves. (iStock)

Día 3

Carina volvió a repetir la estrategia del primer día. Ató a Bao Bao a la correa y le sacó de paseo al mismo parque. Comenzaron a jugar con una pelota y, de repente, apareció un chico. "Cuando por fin conseguí un encuentro con él me puse nerviosa", valora Hsieh. Además, según ella, "la compañía masculina era mejor que la del día anterior". Al final, parecía que el plan estaba surtiendo efecto. "Charlamos, me gustó hablar con él". Pero el destino le estaba reservando algo peor que ella no perdonaría. El chico terminó por hacerle "ghosting", o lo que en jerga española de toda la vida significa "bomba de humo".

Día 4

"Después de mis dos decepciones, decidí darle una oportunidad a los parques para perrros". En esta ocasión, buscó compañía para su misión. "Llamé a mi cuidador de perros y a mi amiga Nina. Pensé que ella conocería todos los lugares por los que se pasea a los perros de la ciudad". Los tres fueron a un sitio difierente, pero no pudo conectar con nadie, ya que aparecieron muchos canes de golpe con sus respectivos dueños. "De vez en cuando llegaba una persona y se acercaba a mi, yo entablaba una pequeña conversación con él... y un minuto después, ¡aparecía su novia a su lado!". Finalmente, lo mejor de la tarde fue Bao Bao, el cual, según relata, "dio varios saltos llenos de energía por ahí".

Foto: 'I would walk 500 miles and I would walk 500 more...' (iStock)

Día 5

Este día, Carina decidió no ir al parque para perros. En vez de eso, emprendió una caminata junto a su querido bulldog por las calles de su barrio, asegurándose "de no usar los auriculares en caso de que alguien quisiera pedirme matrimonio", comenta con ironía. No hubo suerte. "No conseguí nada más allá de unas cuantas charlas educadas". Lo mejor de todo el día, armarse de valor para conocer a nuevas personas sin pararse a pensar cada uno de sus movimientos o frases como una maniática.

Día 6

"Con el experimento a punto de terminar, estaba ya preparada para acomodarme en mi propia tristeza y relegarme a una vida de silenciosas interacciones en el parque para perros", narra Carina. "Tenía el día libre, así que saqué a Bao Bao y me senté en un banco a leer un libro". Entonces, decidió intentarlo por última vez y mandó un mensaje a un chico con el que había salido hace unos días, para ver si quería pasarse. Afortunadamente, todo acabó bien. "Vino después de salir de trabajar y los tres terminamos sentados en mi manta de picnic durante ocho horas".

La conversación fue lo suficientemente buena como para pasar ocho horas en un parque

Pero claro, la duda es la siguiente: ¿terminó por gustarle? "Me había sentido 'meh' con respecto a este chico, pero ver cómo acariciaba a Bao Bao y ofreciéndose a sujetar la correa o recoger sus excrementos me hizo verle de otra manera. Además, la conversación fue lo suficientemente buena como para pasar ocho horas en un parque. Hicimos planes para vernos durante las próximas semanas, pero luego dejé de llamarle porque me odio y no sé lo que quiero", concluye la editora.

El amor aparece cuando menos te lo esperas. Puede estar a la vuelta de la esquina o en la misma panadería. O sí, también cuando paseas al perro. Tal vez tenga mucho más éxito que si tu mascota fuera un gato; los felinos son más independientes y no necesitan que los saques de paseo. Los perros facilitan el contacto social con tus vecinos, que a pesar de que viven a apenas unos metros, muchas veces son unos completos desconocidos.

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