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Se desinfla la burbuja emprendedora: ya no quiero ser autónomo
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Se desinfla la burbuja emprendedora: ya no quiero ser autónomo

Los últimos datos de la EPA muestran cómo, mientras en todos los sectores mejora la situación del empleo por cuenta ajena, los autónomos descienden tras su eclosión durante la crisis

Foto: Durante la crisis, se potenció con eslóganes diversos hacerse "emprendedor". (iStock)
Durante la crisis, se potenció con eslóganes diversos hacerse "emprendedor". (iStock)

La última encuesta trimestral de la EPA dibuja un panorama laboral bastante más esperanzador del que podía preverse hace unos pocos años. Las cifras remontan y alcanzan los niveles inmediatamente previos a que la crisis se hiciese visible en los datos. Pero hay una tendencia, que es básicamente para lo que los analistas consideran que sirve esta encuesta, entre los porcentajes bastante sorprendente: en el acumulado del año bajan los autónomos. En concreto, son 35.900 menos en el último año, mientras que los asalariados por cuenta ajena no hacen más que crecer.

La explicación no es sencilla. Eso se debe a que el grupo de los llamados "emprendedores" —cuando arreciaba lo más crudo de la recesión y se animaba a los desempleados a "buscar su propio destino"— es muy heterogéneo e incluye muchas realidades laborales muy diferentes. Desde el "falso autónomo" de las grandes empresas de la economía colaborativa al dueño de un pequeño negocio; desde el abogado con despacho propio al fontanero.

Me pagan poco, mucho menos que antes, pero es mucho mejor que estar de autónomo, sin ninguna seguridad

Pero aun así, se puede colegir de las cifras que un colectivo concreto, el de los mayores de 35 años afectados por los ERE masivos de 2011 y 2012, sobre todo, después de penar entre el desempleo y un autoempleo bastante precario, ha conseguido regresar a la senda laboral. Eso sí, en la mayoría de los casos en condiciones bastante peores de las que estaban antes de perder su empleo por primera vez. Esta tesis es la que dan por buena, por ejemplo, desde Adecco, que aprecia que varios de sus candidatos se ajustan a ese perfil, aunque no poseen datos concretos.

Es el caso, por ejemplo, del abogado José Miguel González, de 47 años. Este letrado fue despedido en 2012 y desde entonces trabajaba por su cuenta. El año pasado recibió una oferta para incorporarse a una empresa más grande para gestionar sus nóminas, algo que no había sucedido en todos estos años. Aceptó sin dudarlo: "Me pagan poco, mucho menos que antes, pero es mucho mejor que estar de autónomo, sin ninguna seguridad y sin poder disfrutar de la calma que da un sueldo regular".

"Error estadístico"

Desde la Asociación de Trabajadores Autónomos, ATA, no lo ven tan claro. Para su presidente, Lorenzo Amor, el asunto no es exactamente así: "Hay un error estadístico. Si miras los datos de la Seguridad Social verás que hay 200.000 autónomos que la EPA se los come, desaparecen misteriosamente". Amor concede que hay casos en los que gente que prestaba servicios de manera autónoma tras ser despedida ahora ha conseguido volverlo a hacer bajo el paraguas de una empresa, pero cree que eso no es cuantitativamente relevante.

En total, en España hay 3.070.000 autónomos cotizando, según las cifras de ATA. Sin embargo, el Ministerio de Empleo cifra los autónomos personas físicas a 30 de junio de 2018 en 2.006.785 trabajadores en esa categoría. De ellos, el 70% supera los 40 años de edad y el 86% no supera la base mínima de cotización. El grueso de ellos trabaja en el sector servicios, nada menos que el 78,4%.

Casi ninguno de esos negocios sobrevivió y los cerebros "emprendedores" que estaban detrás ahora, en muchos casos, trabajan para otros

A ese último grupo estaba adscrito Fernando Espadar. Montó un pequeño bar "para ir subsistiendo" y este mismo año consiguió pasar al grupo de los asalariados: un grupo de inversores hosteleros lo ha contratado como asesor para montar sus locales. "Te quitas el estrés de las facturas y la incertidumbre", sentencia este profesional de 57 años. La idea de montar un pequeño negocio con las indemnizaciones cobradas tras la gran oleada de despidos llenó de locales nuevos las ciudades cuyo índice de rotación (la velocidad a la que cerraban y abrían otros nuevos) batió todos los récords. Casi ninguno de esos negocios sobrevivió y los cerebros "emprendedores" que estaban detrás ahora, en muchos casos, trabajan para otros.

Eslóganes y burbujas

En el sector de la construcción la cifra de autónomos es del 10,9%. Entre ellos se encontraba el dominicano Ramón Escoté. Pero ya no. "Tengo una edad, casi 60 años, y estoy cansado", revela ente hombre de anchas manos callosas. Ha aceptado un trabajo de conserje en una finca. Tiene contrato y aunque gana mucho menos que en las "peonadas" lo prefiere. "Me ocupo de mis nietos y con este trabajo puedo organizarme la vida mucho mejor", insiste. Hace unos años "era imposible encontrar un trabajo con contrato, por eso ni me lo planteaba".

Los periodistas y traductores, por ejemplo, también han visto como su mercado cambiaba en los últimos dos años. De ser un incesante río desbordado de gente que acababa en la calle y por tanto no había más solución que ofrecer como autónomo los servicios, al goteo de contrataciones en las empresas. Casi nadie en ese sector prefiere la "libertad de ser tu propio jefe, sin horarios ni imposiciones" que rezan los eslóganes que glosan las virtudes de los autónomos. Parece que la "burbuja emprendedora", a pesar de que los salarios son mucho más bajos que antes de la crisis, se está desinflando a la misma velocidad a la que la recesión la hinchó.

La última encuesta trimestral de la EPA dibuja un panorama laboral bastante más esperanzador del que podía preverse hace unos pocos años. Las cifras remontan y alcanzan los niveles inmediatamente previos a que la crisis se hiciese visible en los datos. Pero hay una tendencia, que es básicamente para lo que los analistas consideran que sirve esta encuesta, entre los porcentajes bastante sorprendente: en el acumulado del año bajan los autónomos. En concreto, son 35.900 menos en el último año, mientras que los asalariados por cuenta ajena no hacen más que crecer.

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