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"Si Leonardo da Vinci trabajase hoy, probablemente le habrían despedido"
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ENTREVISTA CON WALTER ISAACSON

"Si Leonardo da Vinci trabajase hoy, probablemente le habrían despedido"

El último trabajo del antiguo presidente de CNN y editor de 'Time' es un ambicioso volumen sobre el florentino, icono por excelencia del eclecticismo renacentista

Foto: Isaacson, este lunes, en Madrid. (Foto: Amaya Aznar)
Isaacson, este lunes, en Madrid. (Foto: Amaya Aznar)

Es imposible hablar hoy del género biográfico sin citar a Walter Isaacson (Nueva Orleáns, 1952). Fue él quien publicó en 2011 el retrato definitivo de Steve Jobs, pero también el hombre que entregó al mundo el perfil más completo de Henry Kissinger o Benjamin Franklin. El tema que recoge la mayoría de sus libros —el individuo creativo como motor de la historia— le ha llevado a enfrentarse al que probablemente sea uno de sus grandes retos, la biografía de Leonardo da Vinci. Esta acaba de ser publicada por Debate en nuestro país, con profusión de ilustraciones y reproducciones de sus cuadernos, la fuente primaria utilizada por el periodista.

El retrato gigante del icono renacentista que sirve de portada a 'Leonardo da Vinci. La biografía' preside la habitación del hotel madrileño donde Isaacson, antiguo presidente de la CNN y exeditor de 'Time', recibe a la prensa española antes de su charla en el ciclo Tech & Society organizada por el Instituto Aspen, del que es presidente, y Fundación Telefónica. Al periodista e historiador le gusta agarrar el volumen y pasar las páginas para mostrar al entrevistador los detalles de las obras del último cuerpo que ha pasado por la mesa de disección de su pluma y que, a su juicio, muestran que al contrario de lo que sugirió su primer gran biógrafo, Giorgio Vasari, era mucho más que un pintor con veleidades científicas. Más bien se trataba de un hombre con defectos y virtudes que cambió la historia gracias a su curiosidad voraz. De la mano de Isaacson, intentamos descubrir al verdadero Leonardo, ese que emana de las más de 7.000 páginas de sus cuadernos personales.

Nunca podremos ser Einstein, pero Leonardo tenía una mente como la nuestra y se convirtió en un genio por su curiosidad

PREGUNTA. Escribir una biografía supone pasar mucho tiempo con alguien, así que hay que elegir cuidadosamente con quién se comparten tantos años. ¿Por qué Leonardo?

RESPUESTA. Mi objetivo ha sido adivinar qué es la creatividad, cómo ocurre, cómo una persona se convierte en alguien creativo. Para mí, lo que todos tienen en común es que se interesan por muchas disciplinas: les interesa el arte, la ciencia, la ingeniería, las humanidades… Desde Benjamin Franklin, cuya biografía publiqué hace 20 años, me fascinó la capacidad de ver los patrones de la naturaleza en muchos campos diferentes. Franklin era científico, diplomático, escritor, hombre de negocios… A Steve Jobs le gustaban mucho el arte, el diseño, la electrónica, el baile, los negocios… Quien une todo eso es Leonardo, al que le interesaba cualquier cosa sobre cualquier tema. Después de escribir sobre Einstein o Jobs, me parecía natural acercarme al genio creativo más grande de su época, que intentó aprender todas las disciplinas.

P. En el libro advierte sobre el problema que supone considerar a Leonardo un genio, pues ello puede hacer olvidar que era un hombre curioso, trabajador pero con grandes defectos. ¿Se decepcionará el lector que busque el retrato de un genio?

R. Creo que lo que hace que Leonardo sea tan inspirador es que no era la misma clase de genio que Einstein. Tú y yo nunca seremos como Einstein, que tenía una mente más allá de cualquier cosa que podamos entender. Pero Leonardo tenía una mente con la que nos podemos identificar, no gozó de una educación formal, no se le daba bien leer latín, tenía dificultades para aprender matemáticas, pero se convierte en un genio haciendo cosas que tanto tú como yo podemos hacer en nuestro día a día: teniendo más curiosidad por lo que nos rodea, siendo más observadores, deteniéndonos más en lo que vemos cada día e intentando entender cómo funciona todo, desde las máquinas hasta las emociones humanas.

Él, por ejemplo, se detenía a observar si las alas de un pájaro aleteaban más o menos rápido cuando estaba volando o se preguntaba por qué el cielo es azul. Es algo que nosotros hacíamos a los 10 años, pero luego nos ocupan otras cosas del día a día y dejamos de hacerlo. Para mí es muy inspirador ver que Leonardo es un ser humano, no un mago de las matemáticas. Por eso es alguien a quien podemos parecernos.

placeholder El original y la copia: un maestro y sus seguidores.
El original y la copia: un maestro y sus seguidores.

P. ¿A quién se parece más Leonardo de todas las personas sobre las que ha escrito biografías? ¿Franklin, Jobs, Ada Lovelace?

R. Franklin es probablemente el más cercano. No era un genio como Leonardo, pero se le acercaba. Se preocupaba de todo aquello de lo que pudiera aprender algo; como a Leonardo, le gustaba tener gente alrededor, y se dio cuenta de que la creatividad es algo que se hace en equipo, no uno solo.

P. El libro presenta una dificultad adicional: no ha podido consultar a los contemporáneos de Da Vinci. De hecho, las principales fuentes de las que disponemos, como la de Giorgio Vasari, han creado mitos que siguen vigentes hoy en día. ¿Cuáles son las ideas consolidadas sobre Leonardo que ha tenido que esquivar?

R. Tengo mucha suerte de haber tenido acceso a las más de 7.200 páginas de los cuadernos de Leonardo, e intenté utilizar como fuente primaria lo que él escribía cada día, y observar su mente en acción, en lugar de empezar analizando todo lo que ya se ha escrito sobre él a lo largo de los años. Lo que aprendí es cómo cada día conectaba la ciencia con el arte y las humanidades con la ingeniería. Uno de los mitos que comenzó con Vasari es que era un pintor que perdió el tiempo haciendo otras cosas, como la ciencia. Incluso Kenneth Clark, el pasado siglo, escribió que fue una pena que Leonardo pasase tanto tiempo haciendo ciencia e ingeniería, porque eso le había impedido terminar más cuadros.

Uno de los grandes mitos es que su ciencia e ingeniería eran una distracción, cuando en realidad formaban tanta parte de su vida diaria como su arte. Si utilizas los cuadernos como fuente, ves hasta qué punto sentía esta conexión entre el arte y la ciencia. Por ejemplo, si observas el 'Hombre de Vitruvio', verás que es un trabajo de ciencia, de matemáticas, de anatomía, de arte y un autorretrato. Trata del ser humano en este universo. A través de sus cuadernos, uno puede ver hasta qué punto está conectado con la ciencia y el arte.

Steve Jobs era un genio porque unió la belleza y la tecnología, y Leonardo es el santo patrón de esta nueva era de la innovación

O, también, cómo sus investigaciones sobre la sonrisa le llevan a la 'Mona Lisa'. Ayer, en el Prado, vi esta otra copia que uno de sus estudiantes hizo al mismo tiempo que Leonardo. Está muy bien restaurada y se ven los colores originales, mientras que la del Louvre está empezando a oscurecerse. Es el mismo tema, prácticamente idéntico, pero si analizas la sonrisa, no es tan profunda como la de Leonardo. Su versión entiende que cuando uno mira desde un lado, los colores cambian, y la sonrisa también. Esto no está en la otra, lo que muestra cómo sus investigaciones le llevan a hacer esta obra, algo que su alumno no es capaz de imitar.

P. Lo que nos lleva a otra gran pregunta: hasta qué punto la división entre artes y humanidades por un lado y ciencias por el otro ha sido perniciosa.

R. C.P. Snow escribió sobre esta división de culturas durante el pasado siglo. Parte de eso es culpa de Einstein, antes de él una persona como Benjamin Franklin o Thomas Jefferson entendían de ciencia. La mecánica no era tan complicada, todo el mundo podía comprenderla. Si no, habrían pensado que eras un ignorante. Entonces aparece Einstein, y la ciencia, con la relatividad y la mecánica cuántica, se convierte en algo misterioso y difícil de comprender para una persona normal. Así empieza la división entre los humanistas y artistas, que admiten sin problema que no entienden la ciencia. Hoy en día, con la revolución tecnológica que está teniendo lugar, es importante reunir el arte con la ciencia de nuevo. Por eso Steve Jobs era un genio, porque conectó ambas cosas, la belleza y la tecnología. Ahí es donde tiene lugar la verdadera creatividad, y Leonardo es el santo patrón de esta nueva era de la innovación.

P. De hecho, uno de los documentos a los que ha tenido acceso, el Codex Leicester, está en poder de Bill Gates. Eso dice mucho acerca del propio Gates.

R. En él, describe la geología y el flujo del agua, y muestra a Leonardo cambiando de opinión en función de sus descubrimientos. Gates es una persona que siente un gran respeto por el método científico y la importancia que tiene para las humanidades, creo que por eso le gusta tanto ese cuaderno.

P. El libro pone de manifiesto algunos rasgos muy interesantes de la personalidad de Leonardo. Por ejemplo, se le podría considerar lo que hoy se llama un procrastinador: daba un par de pinceladas a su cuadro, no aparecía por el estudio, alargaba el proceso… ¿Habría encajado en el entorno laboral moderno o le habrían echado?

R. Bueno, el duque de Milán casi le despide mientras pintaba 'La última cena'. Leonardo no era perfecto, procrastinaba muchísimo, muchas veces no terminaba lo que empezaba. En el mundo acelerado en el que vivimos hoy, es muy probable que te despidan si eres como Leonardo. Si eres un colegial que está todo el día haciendo preguntas sobre cosas obvias, también es probable que te castiguen. Tenemos que permitirnos más caprichos hacia nosotros mismos y ser más permisivos con esas personas creativas. A veces, la gente creativa es diferente, y deberíamos ser más tolerantes con ellos.

Es un error minimizar el rol que un ser humano puede jugar en la historia: es lo más importante que he aprendido como periodista

P. Otro de los temas del libro es el fracaso: Leonardo intentaba muchas cosas y, a menudo, no le salían bien. Sin embargo, es un valor que se ha reivindicado en los últimos tiempos, a veces desde centros de innovación como Silicon Valley. ¿Qué nos enseña Leonardo sobre el fracaso?

R. Creo que las razones por las que Silicon Valley ha sido la cuna de la innovación comparada con la costa este de EEUU o Europa es porque hay una gran tolerancia al fracaso. Nunca vas a hacer algo innovador si tienes miedo de fracasar. Leonardo nunca construyó una máquina voladora que llegase a volar, pero al intentarlo, fue el primero en entender cómo funciona la fricción. Puede que se tardase 200 o 300 años en aplicarlo, pero no tenía miedo de intentar algo y fracasar en el intento.

P. Usted dedicó un libro a lo que denominó 'Los innovadores' (Jobs, Gates, pero también Alan Turing o Larry Page). ¿Qué figuras modernas le interesan? ¿Qué piensa de Elon Musk, le dedicaría un libro?

R. Estoy intentando adivinar qué libro sobre un personaje actual sería interesante escribir. Está Elon Musk, pero no sabemos muy bien cómo va a terminar la película, si Tesla va a tener éxito o no. Pero es interesante, porque innova en el mundo físico. Es decir, crea coches o cohetes espaciales, en lugar de redes sociales, que es algo que uno puede hacer en su habitación. Me gusta Jeff Bezos, porque está interesado en muchos campos, desde el periodismo hasta los libros o las películas. Me interesa Bill Gates, por razones obvias. Su genialidad abarca también los negocios y la filantropía. Estoy interesado en una mujer llamada Jennifer Doudna, que está trabajando en biotecnología. Hay mucha gente hoy en día sobre la que se puede escribir, y pasaré el verano decidiendo por quién me decanto.

P. A juzgar por sus palabras, parece interesado en la innovación que introduce cambios en el mundo real, no tanto en manejar datos e información, como ocurre con Facebook. ¿Qué opina sobre las recientes polémicas de ese otro lado de la innovación?

R. Resulta peligroso que la mayor parte del contenido digital dependa principalmente de los ingresos de publicidad: el periodismo, el cine, la televisión. La mayoría de las cosas que la gente pone en internet tiene la publicidad como principal fuente de ingresos. Esto requiere la recopilación de información sobre el usuario para poder vender esa información al que se publicita. Puede derivar en invasión de la privacidad, pero también es un mal modelo empresarial si quieres conseguir que la gente cree un buen periodismo, entretenimiento u otros contenidos. Los medios, por ejemplo, reciben muy poco dinero en comparación con lo que ganan Facebook o Google.

Como bien sabes, la capacidad de aprender es importante. Si volvemos a la época de Leonardo o Franklin, había fórmulas para que la gente crease cosas, físicas o intelectuales, con el derecho a cobrar derechos de autor (no tanto Leonardo, sino Franklin). Tenemos que volver a un sistema en el que la gente que crea, especialmente en lo que se refiere a propiedad intelectual, no tenga que depender de la publicidad y que no dé la mayor parte de su dinero a Google y Facebook. Hay que compartir esos ingresos.

placeholder El pintor estuvo a punto de ser despedido durante el proceso de trabajo de 'La última cena'.
El pintor estuvo a punto de ser despedido durante el proceso de trabajo de 'La última cena'.

P. Volviendo a Leonardo, vivió en la época del mecenazgo, pero es una solución que no tiene cabida en el siglo XXI. ¿Qué propone, pues, para que se pueda hacer un buen periodismo?

R. La mejor solución era la que teníamos hace unos 20 años, es decir, parte de tus ingresos venían de los lectores, parte del patrocinio y parte de la publicidad, sin que fueses totalmente dependiente de ninguno de ellos, porque tenías varias fuentes. Si tus ingresos vienen de la venta de información para publicidad, estarás más interesado en darles a ellos lo que necesitan que al lector. Por lo tanto, sería bueno volver a una situación en la que tengamos publicidad que esté del lado del usuario, y una especie de patrocinio, quizás a través de pequeños pagos digitales, que por un euro se pudiese obtener una copia digital de una revista. Es difícil aún, porque son pagos pequeños.

P. Usted es uno de los grandes biógrafos recientes, y se trata de un subgénero con gran predicamento en el mundo anglosajón, tanto en ventas como en prestigio, algo que no ocurre en igual medida en España. ¿Qué dice de dicha cultura este interés por las grandes personalidades?

R. A lo largo de la historia ha habido distintos ciclos. Había épocas en las que se afirmaba que la historia se producía a partir de grandes fuerzas y otras en las que la gente se centraba en las biografías. Cuando era estudiante, me dijeron que la historia estaba hecha de fuerzas impersonales y sociales, pero cuando me hice periodista y conocí a Golda Meir o Henry Kissinger, vi que eran quienes habían marcado la diferencia. Me gusta contar la historia de nuestro tiempo a través de las personas que la han escrito. Es lo que hace la Biblia, no es nada nuevo. Empieza con Adán y Eva y cuenta historias con moraleja a través de las personas.

No conozco la situación de España, pero en Italia es un género importante. Si quiero explicar cómo cambió la física hace un siglo, es más interesante hacerlo a través de Einstein que describiendo las teorías como tal. Creo que una buena historia es una combinación de biografía y sociología. Es un error minimizar el rol que un ser humano puede jugar en la historia: eso es lo más importante que he aprendido como periodista, ya sea observando a Barack Obama o a Donald Trump. O a alguien como Da Vinci, que tocó tantos palos que cambió las corrientes de la historia.

Es imposible hablar hoy del género biográfico sin citar a Walter Isaacson (Nueva Orleáns, 1952). Fue él quien publicó en 2011 el retrato definitivo de Steve Jobs, pero también el hombre que entregó al mundo el perfil más completo de Henry Kissinger o Benjamin Franklin. El tema que recoge la mayoría de sus libros —el individuo creativo como motor de la historia— le ha llevado a enfrentarse al que probablemente sea uno de sus grandes retos, la biografía de Leonardo da Vinci. Esta acaba de ser publicada por Debate en nuestro país, con profusión de ilustraciones y reproducciones de sus cuadernos, la fuente primaria utilizada por el periodista.

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