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El método para saber lo que está pensando la otra persona (y no falla)
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El método para saber lo que está pensando la otra persona (y no falla)

Cuando intentamos conocer las emociones del otro no solo nos concentramos en las palabras o el tono, sino también en las expresiones faciales. Craso error

Foto: No parece que le esté entendiendo. (iStock)
No parece que le esté entendiendo. (iStock)

Tú y otra persona, frente a frente. En una cafetería, bar o restaurante. Sabes que te está explicando algo urgente, trascendental, pero tú tienes la cabeza en otras altitudes; por las nubes. Ha sido un día duro, pero no quieres parecer grosero, así que haces un esfuerzo: te fijas en cada detalle de sus movimientos y expresiones faciales. Error, y de los gordos: “Si el objetivo es saber qué está sintiendo y pensando la otra persona, lo mejor que puedes hacer, cuando te esté hablando, es cerrar los ojos”.

La frase es de Michael Kraus, profesor de Comportamiento Organizacional de la Universidad de Yale, quien acaba de publicar un estudio en 'American Psychologist' que echa por tierra nuestros consensos sobre la empatía. Por lo general, cuando intentamos conocer los pensamientos de otra persona no solo nos concentramos en las palabras o el tono, sino también en las expresiones faciales y otras señales no verbales. Sin embargo, la investigación de Kraus demuestra que no hace falta complicarse tanto, ya que las personas tienden a leer mejor las emociones de los demás cuando ni siquiera están mirando a su interlocutor.

Los resultados demuestran que le prestamos demasiada atención a las expresiones faciales. La voz contiene toda la información que necesitamos

“Las ciencias sociales y biológicas han demostrado el profundo deseo de los individuos de conectarse unos con otros, así como la variedad de habilidades que poseen las personas para discernir entre emociones o intenciones, pero aun así suelen percibirlas con imprecisión”, asegura Kraus. La investigación científica, señala el profesor, se ha centrado a lo largo de los años exclusivamente en las expresiones faciales. En cambio, este estudio pone el foco en la voz (es decir, el tono, cadencia, velocidad y volumen).

placeholder Tenemos problemas para interpretar las emociones de los demás. (iStock)
Tenemos problemas para interpretar las emociones de los demás. (iStock)

Los investigadores utilizaron más de 1.800 personas como conejillos de indias. Les enseñaron vídeos cortos que mostraban a un grupo de amigos bromeando sobre un apodo. Después, les dividieron en tres grupos: el primero observó y escuchó el vídeo, el segundo solo pudo escuchar la conversación y el tercero solo verlo. De la misma forma, y también divididos en grupos, tuvieron lugar distintas conversaciones entre ellos. Por último, algunos atendieron a una conversación grabada que les leyó un ordenador y que, por tanto, carecía de las características emocionales habituales en cualquier comunicación humana.

Medimos la inteligencia de forma errónea

Como era de esperar, escuchar la voz informática resultó ser el método menos efectivo para reconocer las emociones. No obstante, que los participantes interpretasen mejor las conversaciones cuando no se enfocaban en las expresiones faciales no era tan esperable. “Los resultados son sorprendentes. Muchas pruebas de inteligencia emocional se basan solo en las percepciones faciales. Lo que demuestra esto es que las personas le prestan demasiada atención a la cara: la voz contiene gran parte del contenido necesario para percibir los estados internos de los demás. Nuestros hallazgos, por tanto, sugieren que deberíamos centrarnos más en estudiar las vocalizaciones de las personas”.

Las expresiones faciales pueden enmascarar emociones: "Controlar la voz para engañar a otro es más difícil que con la comunicación no verbal"

Aunque los gestos, muecas o movimientos digan mucho sobre cómo se siente alguien, Kraus sostiene que las personas también las utilizan para enmascarar sus emociones: “Controlar la voz para engañar a otro es mucho más difícil que con la comunicación no verbal”. No solo eso, sino que realizar dos tareas complejas simultáneamente (observar y escuchar a tu interlocutor) puede reducir tu precisión empática. No siempre tener más información significa mejor comprensión. Escuchar, por tanto, es lo más importante para comprender a los demás, ya sea en el trabajo como en las relaciones personales. Y así, tal vez, la próxima vez que tengas una reunión a distancia, cierres el Skype y optes por la conversación telefónica de toda la vida.

Tú y otra persona, frente a frente. En una cafetería, bar o restaurante. Sabes que te está explicando algo urgente, trascendental, pero tú tienes la cabeza en otras altitudes; por las nubes. Ha sido un día duro, pero no quieres parecer grosero, así que haces un esfuerzo: te fijas en cada detalle de sus movimientos y expresiones faciales. Error, y de los gordos: “Si el objetivo es saber qué está sintiendo y pensando la otra persona, lo mejor que puedes hacer, cuando te esté hablando, es cerrar los ojos”.

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