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Por qué no eres capaz de trabajar cuando alguien está mirando a tu pantalla
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¿ES QUE NO VAS A MOVERTE NUNCA DE AHÍ?

Por qué no eres capaz de trabajar cuando alguien está mirando a tu pantalla

¿Pierdes la concentración cuando tu jefe o uno de tus compañeros se para a tu lado? ¿Sientes que eres incapaz de teclear correctamente? Enhorabuena, no estás solo

Foto: 'Ya está el listo que todo lo sabe'. (iStock)
'Ya está el listo que todo lo sabe'. (iStock)

A todos los que trabajamos delante de un ordenador nos ha pasado en un momento u otro. Estamos tecleando un texto, buscando información en internet o contestando un correo electrónico y, de buenas a primeras, vemos por el rabillo del ojo cómo alguien se planta a nuestro lado. No hace falta ni siquiera que señale a la pantalla, pero también suma: de repente, sentimos que nuestros dedos se paralizan y perdemos la concentración. Parece que nos hubiesen pillado con las manos en la masa, aunque no estemos haciendo nada incorrecto.

Lo explica en un blog una 'persona altamente sensible' según su firma: “Cuando alguien como un jefe o un superior me mira haciendo algo, me congelo. No puedo funcionar. ¿Cómo podría explicarlo? Parezco incompetente, como si no fuese capaz de hacer el trabajo”. Es una sensación compartida por muchas personas. De ahí que la mayoría hagamos como el autor de la entrada y suelan echar alguna (in)directa al observador, en plan “¿te vas a quedar ahí parado?”, mientras nuestros dientes rechinan.

Cuando alguien mira nuestra pantalla, está adoptando una actitud paternal, especialmente si esta detrás de ti y mira por encima de tu hombro

A simple vista, podría parecer que se trata de una manía más. Pero la realidad es que a casi todo el mundo le ocurre algo parecido cuando otro compañero mira su pantalla. No solo eso, sino que es habitual que en dichas situaciones intentemos teclear algo –ya saben, el clásico “¿por qué no lo buscamos en Google?”–, y no seamos capaces de hacerlo sin equivocarnos en plan “comaose llmabkao la protafnis de kstar wars”. ¿Por qué, justo en ese momento, tiene que parecer que tenemos muñones en lugar de dedos, a pesar de que estamos poniendo toda nuestra energía en no fallar?

Foto: Dependiendo de la postura corporal que se adopte daremos una sensación de seguridad o falta de confianza. (Corbis)

La psicoterapeuta Jeanie Miller ofrece en 'Metro' una explicación razonable. Cuando alguien mira nuestra pantalla, está adoptando una actitud paternal, “especialmente si esta detrás de ti y mira por encima de tu hombro”. Esto provoca una reacción inconsciente que nos lleva a retrotraernos a nuestra infancia, a sentirnos “más jóvenes y más vulnerables”. Es una de esas situaciones en las que, debido a la simple colocación de los cuerpos, nos sentimos en una patente situación de inferioridad.

Los misterios de la proxémica

De ahí que Miller explique que, si pudiésemos responder cómo nos sentimos exactamente cuando un compañero, jefe o familiar mira nuestra pantalla de pie, responderíamos que como un niño. Al fin y al cabo, es una situación que replica las habituales visitas del profesor al pupitre del estudiante o del padre a la mesa del hijo para revisar los deberes o vigilar qué está haciendo. Es una disposición que bien conoce el lenguaje cinematográfico, que suele retratar a los personajes autoritarios desde un punto de vista inferior, de forma que parezcan más altos y a los más vulnerables, en picado, empequeñecidos por el punto de vista.

La solución es fácil: ponte de pie o invita a la otra persona a que se ponga a tu misma altura

La palabra clave es “vigilar”: nos sentimos, debido a la disposición del cuerpo del observador y del observado, en una situación inferior a la de la otra persona. La solución que ofrece la psicóloga, por lo tanto, es sencilla: o ponerse de pie o, si no podemos hacerlo porque debemos teclear frente al ordenador, invitarle a que se siente, lo que atenuará la sensación. Más fácil que todo ello –aunque no necesariamente si se trata de nuestro jefe– es pedirle a la otra persona que no lo haga, puesto que nos molesta.

Esta peculiar situación es semejante a otras que nos perturban en nuestra vida cotidiana, como la conocida como “vejiga tímida” o pauresis. Es decir, la dificultad para miccionar cuando hay gente cerca, algo que afecta a alrededor de un 14% de la sociedad. Las explicaciones científicas oscilan entre aquellas que mantienen que puede deberse a un trauma infantil vinculado a una situación ocurrida en un baño público (lo cual no justificaría por qué tantas personas la sufren) a que las personas que lo sufren suelen ser más inseguras y, en algunos casos, sufrir complejo de inferioridad. Eso hace que sea similar al caso de los jefes que te escrutan de pie: son gestos que exacerban la inseguridad del que los sufre y que nos recuerdan la importancia subconsciente del lenguaje no verbal.

A todos los que trabajamos delante de un ordenador nos ha pasado en un momento u otro. Estamos tecleando un texto, buscando información en internet o contestando un correo electrónico y, de buenas a primeras, vemos por el rabillo del ojo cómo alguien se planta a nuestro lado. No hace falta ni siquiera que señale a la pantalla, pero también suma: de repente, sentimos que nuestros dedos se paralizan y perdemos la concentración. Parece que nos hubiesen pillado con las manos en la masa, aunque no estemos haciendo nada incorrecto.

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