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Relaciones peligrosas: estas son las señales de que algo mal al vivir con tu pareja
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SI DUELE, NO ES AMOR

Relaciones peligrosas: estas son las señales de que algo mal al vivir con tu pareja

Hace varios años que estamos juntos y nos hemos acostumbrado el uno al otro. Sin embargo, cuando empezamos a convivir, la cosa cambia, y nuestra relación nos perjudica

Foto: Así podrás detectar pronto que lo vuestro no funciona. (iStock)
Así podrás detectar pronto que lo vuestro no funciona. (iStock)

El amor no debería ser fuente de sufrimiento, recuerda Silvia Congost, una de las grandes expertas españolas en relaciones, en su último libro, 'Si duele, no es amor' (Zenith). En él examina de qué forma nuestras relaciones personales pueden perjudicarnos aunque no nos demos cuenta, y nos anima a identificar los signos de que nuestro amor es tóxico. En el fragmento que reproducimos a continuación nos explica a qué debemos estar atentos cuando nos mudamos con alguien.

Una señal de alarma importantísima que jamás deberíamos pasar por alto es la que se activa cuando uno se muestra ante el otro tal y como es, con sus cicatrices más profundas y sus partes más vulnerables, y el otro, en lugar de mostrarnos el máximo cuidado, cariño y respeto, nos daña o aprovecha para utilizar aquello que tanto nos duele para causarnos aún más dolor. Esto debería ser motivo suficiente como para irnos sin volver la vista atrás. Una vez es más que suficiente. Nuestra pareja es quien más tiene que cuidarnos en ese sentido, y debemos sentir que es quien más nos protege y evita siempre que puede nuestro dolor. Nunca lo contrario.

Otra alarma es si sentimos que en realidad estamos juntos y convivimos porque así nos hacemos compañía

Si tras decidir ir a vivir juntos, nos conocemos en más profundidad y nos damos cuenta de que hay cosas que no toleramos, que no nos gustan o por las que incluso sentimos un verdadero rechazo, debemos preguntarnos si son aspectos que el otro ha aprendido o si están en su manera de ser, en su esencia o en su personalidad. Está claro que ante cada conflicto que haya entre los dos, si sabemos resolverlo correctamente, nos iremos acercando un poco más, y ese acercamiento hará que se refuerce nuestro vínculo. Pero cuando esto no sucede, cuando el proceso de adaptación natural no fluye entre nosotros, en vez de irnos moldeando mutuamente, se va produciendo una separación cada vez mayor que nos distancia y nos va debilitando como pareja.

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Si duele no es amor

Se encenderán también las alarmas sin con el paso del tiempo vemos que, en realidad, no tenemos objetivos, ya sea a nivel personal o en común, que no miramos en la misma dirección. Aunque a lo mejor al inicio no quisimos verlo o no lo vimos, puede que ahora nos demos cuenta de que no nos gustan las mismas cosas o de que esperamos siempre algo diferentes del otro, otras conductas, otras actitudes, otras reacciones, otra energía, otras ganas, otra implicación, otro niveles de esfuerzo, otros cambios, etcétera.

Otra alarma es si sentimos que en realidad estamos juntos y convivimos porque así nos hacemos compañía, tal y como pasa en numerosas ocasiones (principalmente a partir de los cincuenta), y ya lo hemos intentado todo para generar cambios, pero la otra persona no ve dónde está el problema, por lo que somos notros quienes tenemos que tomar una decisión, debemos preguntarnos si aquello nos compensa de verdad. Podemos hacerlo respondiendo a las siguientes preguntas:

  • ¿Siento paz la mayor parte del tiempo cuando estoy en casa y la otra persona también está, cuando le veo en casa, cuando pienso en lo que estará haciendo?
  • ¿Me siento satisfecho cuando pienso en la relación que tenemos? Honestamente, ¿ya me va bien o querría que fuera diferente?
  • Tal vez no es lo que quiero, pero ¿es suficiente para mí en este momento?
  • ¿Me conformo con ser simples compañeros de piso, con hacernos compañía?

Si veo que mi respuesta es afirmativa a la mayoría de las preguntas, es porque ya estoy bien allí. Si, por el contrario, no lo veo bien o no me acabo de sentir a gusto con la situación que hemos creado es porque por mucho que quiera autoconvencerme de que aquello ya me gusta o ya me va bien, no lo voy a conseguir, y sentiré cada vez más ansiedad y malestar.

El amor no debería ser fuente de sufrimiento, recuerda Silvia Congost, una de las grandes expertas españolas en relaciones, en su último libro, 'Si duele, no es amor' (Zenith). En él examina de qué forma nuestras relaciones personales pueden perjudicarnos aunque no nos demos cuenta, y nos anima a identificar los signos de que nuestro amor es tóxico. En el fragmento que reproducimos a continuación nos explica a qué debemos estar atentos cuando nos mudamos con alguien.

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