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Al trabajo ya no se va con traje: el nuevo código de vestir para quedar bien
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Al trabajo ya no se va con traje: el nuevo código de vestir para quedar bien

La moda no solo está en la calle, también está presente en la oficina. El problema es que lo que valía ayer, ya no sirve hoy y mañana estará anticuado. Estas son las nuevas reglas

Foto: Un ejemplo de hombre bien vestido. (iStock)
Un ejemplo de hombre bien vestido. (iStock)

Los hombres ya se pueden ir olvidando del traje y las mujeres del 'tailleur' de chaqueta y falda. Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Peter Chou, Larry Ellison, Richard Branson... además de revolucionar el mundo de la tecnología han transformado (¿sin querer?) la vestimenta con la que hay que acudir al trabajo.

¿Cuáles son los motivos por los que el 'look' en la oficina ha cambiado tanto? Recientemente, Zuckerberg colgaba en su cuenta de Facebook la siguiente foto con las prendas de su guardarropa.

Un armario, sin duda, monótono. El joven emprendedor afirma que tener un abanico tan limitado de posibilidades le ayuda a aumentar su productividad: "Quiero hacer limpieza en mi vida para asegurarme de que tengo que tomar el menor número de decisiones y poderme centrar en esta comunidad". Eligiendo un uniforme para su día a día Zuckerberg quería demostrar su compromiso con su ocupación.

No es necesario ser un "dejado", pero si los grandes CEO's de las empresas más poderosas han abandonado la etiqueta, ¿por qué los comunes empleados tienen que ir de punta en blanco? Es cierto que existen profesiones, como la de comercial, donde los códigos de vestimenta están muy codificados, pero para la mayoría de trabajadores llevar hoy una indumentaria excesivamente formal puede ofrecer una imagen conservadora que llegue a provocar hasta rechazo.

Llevar unos vaqueros denota que uno no es extravagante y que está dispuesto a integrarse en su ambiente de trabajo como si fuera uno más

La paradoja moderna del estilo está en saber vestir de calle, pero con distinción. Lo complicado, por tanto, es no caer en el falso lujo, pero tampoco que parezca que uno sale a comprar el pan, y, por supuesto, no crear combinaciones grotescas como ese "con mi chandal y mis tacones arreglá, pero informal", que cantaba Martirio.

El asunto es peliagudo ya que las normas han cambiado mucho. Lo que ahora toma relevancia son los pequeños detalles. Minúsculas variaciones pueden ocasionar que, a pesar de que llevas puesto lo mismo que todo el mundo, tu indumentaria sea inadecuada para tu profesión: basta pensar en cómo los informáticos llevan códigos de vestimenta diferentes a los de profesores y periodistas. A continuación te damos las claves para encontrar ese justo punto medio y para que aprendas a adaptarlo a tu ocupación y a tu personalidad.

El secreto está en los vaqueros

El caso de los 'jeans' es el mejor ejemplo de cómo el estatus de una prenda no depende del tejido en sí, sino de cómo se interpreta socialmente el hecho de llevarla puesta. Estos pantalones han tenido un papel muy relevante en el trabajo de la clase obrera de diferentes países. Posteriormente fueron adquiriendo prestigio (actualmente existen vaqueros a precios desorbitados) al ser transformados en indumentaria 'casual' por famosos y miembros de las clases altas.

Es más difícil alcanzar el término medio con los zapatos: si están cuidados resultan lujosos, los desgastados proyectan una imagen desaliñada

Llevar puestos unos vaqueros denota que la persona no es extravagante y que está dispuesto a integrarse en su ambiente de trabajo como si fuera uno más. La gracia de esta prenda consiste en aceptarla como base y elegir con inteligencia las pequeñas particularidades que están más en sintonía con nuestro cuerpo, nuestra forma de ser y nuestro empleo. El color (más claro o más oscuro), la forma ('skinny', 'loose', 'slim'...) y los detalles (rotos, desgastados, con letras, descoloridos, etc.) ofrecen multitud de variantes con las que jugar. Ir a comprar un vaquero es, de hecho, una tarea que puede llevar horas hasta encontrar aquel que se adapte mejor a nosotros. Otra manera de darles un toque de personalidad es a través del cinturón que usamos como complemento.

Las zapatillas no son solo para correr

Es curioso cómo ha cambiado la percepción de los zapatos. Es mucho más difícil alcanzar ese término medio del que hablamos con este calzado: los zapatos demasiado cuidados y brillantes resultan lujosos, mientras que si están desgastados proyectan una imagen desaliñada.


Por parte de las mujeres, el tacón, de nuevo, puede dar un 'look' demasiado excesivo en una oficina, además de ser una mala opción de cara a la salud de los pies. Hoy en día existen zapatillas sobrias y elegantes que son perfectas para vestir. El truco está en huir de los colores flúor, de las zapatillas de 'running', así como de otras opciones exageradas propias del mundo de los deportes, como las botas de baloncesto o de trekking. Las zapatillas estilo 'classic' o aquellas con suela plana que se diseñan para la calle son una elección segura.

Ten en cuenta el olor corporal

Si te da la sensación de que tu camiseta y tus vaqueros son solo un aburrido uniforme de trabajo, considera que tienes vía libre para jugar con otros factores con los que adornar tu cuerpo. El olor es un signo personal primario y encontrar el que más se adapte a ti no es para nada sencillo.

Un reloj en los hombres dice mucho. La hora se mira hoy en los móviles. La relevancia de ese complemento se encuentra en su valor estético

La gama va desde confiar en tu propio olor corporal (importantísimo en ese caso ir muy bien aseado y utilizar desodorantes neutros que combatan el sudor que aparecerá durante el día) hasta los perfumes, pasando por las suaves colonias. Considera que el olor es un aspecto que resulta invasivo para los demás: si es ligero puede resultar agradable; si es fuerte, puede llegar a ser molesto. Lo importante es saber jugar con las cantidades y que el resultado no sea demasiado intenso como para acabar mareando a tu compañero de al lado.

La importancia de los complementos

Al igual que el olor, pequeños detalles pueden ir dándonos identidad y carácter. Un reloj en los hombres dice mucho (las mujeres se fijan con frecuencia en las manos). Hoy casi siempre consultamos la hora en el móvil o en el ordenador, así que toma conciencia de que la relevancia de ese elemento se encuentra casi exclusivamente en su valor estético.

Si los tatuajes están en la calle, ¿por qué no pueden encontrarse en el puesto de trabajo?

Con los complementos existen innumerables recursos: pendientes, anillos, pulseras, colgantes... El uso de estos es muy distinto entre hombres y mujeres. Ellas tienen más libertad frente a los varones, que se ven más condicionados por ciertos prejuicios ligados a la profesión.

Para el género femenino ir al trabajo no tiene por qué significar renegar del maquillaje. Eso sí, considera que pasas muchas horas en tu puesto y mucho maquillaje puede ser incómodo. Son suficientes unos pequeños toques que añadan distinción.

Adiós al prejuicio de los tatuajes

Durante años los tatuajes se han penalizado en ciertos empleos de forma injustificada. Sin embargo, ¿si están en la calle por qué no pueden estar en el puesto de trabajo? Ten en cuenta que la percepción de estas marcas corporales está cambiando mucho (sobre todo cuando los propios jefes suelen llevar alguno).

Si existen supermodelos como Kate Moss o Jourdan Dunn que han adornado su cuerpo con tatuajes, no se entiende por qué en algunas empresas un empleado de oficina no puede llevar uno visible.

Los hombres ya se pueden ir olvidando del traje y las mujeres del 'tailleur' de chaqueta y falda. Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Peter Chou, Larry Ellison, Richard Branson... además de revolucionar el mundo de la tecnología han transformado (¿sin querer?) la vestimenta con la que hay que acudir al trabajo.

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