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Por qué engordas tanto cuando llegas a los 40. Y no es por los genes
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LOS HOMBRES CON DINERO TIENEN MAYOR TENDENCIA

Por qué engordas tanto cuando llegas a los 40. Y no es por los genes

La ansiedad y la depresión son las enfermedades más frecuentes en nuestra sociedad actual y nos hacen subir de peso de forma alarmante, especialmente al llegar a la mediana edad.

Foto: Ponte manos a la obra, cuarentón. (iStock)
Ponte manos a la obra, cuarentón. (iStock)

Caderas anchas, posaderas grandes y flácidas, muslos carnosos y estómagos prominentes. La mujer 10 del Renacimiento era oronda, pálida y risueña, tal cual la representaron artistas como Rubens, que bebían los vientos por sus carrillos gordezuelos adornados con coloretes. Y ellas posaban felices, porque realmente lo eran, y además poderosas. Mientras tanto, sus ciudadanos eran delgados, escuálidos de hecho, porque no tenía qué llevarse a la boca; ya lo hacían sus señores por ellos. La Reina Victoria de Inglaterra, por ejemplo, incluso enfundada en sus negros vestidos –color que dicen disimula– llegó a ser tan obesa como alta. Y es que la historia, circular como la cintura de Enrique VIII, siempre vuelve al punto de inicio, aunque hoy por motivos menos materiales y más existenciales.

Imaginen cómo serían 'Las Gracias' de Rubens si vivieran ahora: tres mujeres pasadas de kilos y tal vez de años, que en realidad más que divertirse parece que se comparen, y siempre a la baja. Porque una mujer madura y con sobrepeso ni aun siendo Angela Merkel puede reconocerse como modelo de belleza. Aunque ella al menos sea poderosa. Pero, ¿qué ocurre cuando uno pasa de los 40 y cree que no ha hecho nada con su vida? ¿Atraviesa una depresión de caballo? ¿O sufre crisis de ansiedad periódicas? Inevitablemente, engorda. Y eso vale incluso para quienes fueron toda la vida el espíritu de la golosina.

Los hombres de nivel económico alto tienen más riesgo de sufrir depresión o ansiedad, y por tanto de padecer obesidad

La tristeza ensancha a los ricos

Un estudio realizado por el 'think tank' 2020health revela que las personas entre 40 y 50 años que sufren depresión o ansiedad tienen más tendencia a estar obesas, e incluso se refiere a esta tendencia en términos de “epidemia”, ya que al menos una cuarta parte de los adultos padecen "importantes" problemas de sobrepeso. Y además, si aun teniendo los bolsillos repletos viven en zonas o países depauperados, el índice de obesidad es mucho mayor. Porque el dinero, aunque ayude, no da la felicidad.

La investigación, que tomó en cuenta otros 63 estudios sobre el tema, aporta algunas conclusiones interesantes, que aunque no nos resulten sorprendentes, sí necesitábamos que fuesen reveladas: las mujeres cuyas madres presionaron para que sus hijas controlasen su peso tienden a padecer mayores problemas de obesidad al llegar a los 40 –cargan con kilos y toneladas de complejos–.

Los gobiernos luchan contra la epidemia de obesidad proponiendo el aumento del precio de los alimentos azucarados, pero la clave es la felicidad

“Nuestra búsqueda muestra que, mientras que los factores sociales son prominentes en determinado tipo de obesidad, los hombres de clases altas suelen tener más tendencia al sobrepeso”, señala Julia Manning, ejecutiva de 2020health. ¿Por qué –se preguntarán–, si pueden pagarse una cirugía, cientos de tratamientos de belleza y un entrenador personal que los motive? La causa, ya lo dijo Sartre, es la angustia vital.

Un resultado que destacaron también los investigadores de la Universidad de Sheffied, para quienes la infelicidad es especialmente acuciante llegados a la mediana edad. En este sentido, su autor principal Mark Green estudió a 29.000 adultos residentes en Yorkshire para concluir que en las áreas más ricas se contabilizó un 10% más de personas obesas que en el resto de zonas. “Lo que descubrimos fue que la situación de pobreza no era el principal factor, sino la depresión, y es una tendencia nueva. No había aparecido antes”.

Algunos gobiernos concienciados con las enormes tasas de obesidad quieren implementar nuevas medidas para meter en cintura a sus ciudadanos, como el polémico impuesto sobre el azúcar que David Cameron propone aplicar en Reino Unido. No obstante, nadie hasta ahora ha atajado el problema de fondo, tal vez, porque la infelicidad no se encuentre envuelta en un caramelo, ni en una caja de pastillas, sino en la base de nuestra sociedad. Habrá que buscar otra forma mejor de llenar los vacíos.

Caderas anchas, posaderas grandes y flácidas, muslos carnosos y estómagos prominentes. La mujer 10 del Renacimiento era oronda, pálida y risueña, tal cual la representaron artistas como Rubens, que bebían los vientos por sus carrillos gordezuelos adornados con coloretes. Y ellas posaban felices, porque realmente lo eran, y además poderosas. Mientras tanto, sus ciudadanos eran delgados, escuálidos de hecho, porque no tenía qué llevarse a la boca; ya lo hacían sus señores por ellos. La Reina Victoria de Inglaterra, por ejemplo, incluso enfundada en sus negros vestidos –color que dicen disimula– llegó a ser tan obesa como alta. Y es que la historia, circular como la cintura de Enrique VIII, siempre vuelve al punto de inicio, aunque hoy por motivos menos materiales y más existenciales.

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