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Cómo evitar el síndrome de la clase turista: así puedes cuidar tu corazón este verano
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Cómo evitar el síndrome de la clase turista: así puedes cuidar tu corazón este verano

La Fundación Española del Corazón (FEC) nos alerta sobre algunos potenciales riesgos para nuestra salud cardiovascular y nos da ideas para que no se deteriore en verano

Foto: Nuestro cuerpo es sometido a importantes cambios cuando viajamos en avión. (iStock)
Nuestro cuerpo es sometido a importantes cambios cuando viajamos en avión. (iStock)

En el verano y sobre todo durante las vacaciones tendemos a cambiar nuestros hábitos, lo que puede afectar a la salud de nuestro corazón. “El verano supone un cambio radical de costumbres que comporta algunas amenazas para la salud, como la posibilidad de sufrir síndrome de la clase turista, un déficit en nuestra hidratación o cambios en nuestra alimentación”, comenta el doctor Ignacio Fernández Lozano, secretario general de la Fundación Española del Corazón (FEC) y vicesecretario de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). “Sin embargo, el verano tiene también muchas ventajas potenciales, como tiempo para relajarnos y para hacer actividades al aire libre. Además, esta época estival nos ofrece una amplia variedad de frutas, verduras y hortalizas que no siempre están disponibles”, añade Fernández Lozano.

Por ello, la FEC nos alerta sobre algunos potenciales riesgos para nuestra salud cardiovascular y nos da ideas para que no se deteriore en verano.

El mal del viajero

A la hora de desplazarnos hasta nuestro lugar de vacaciones, sobre todo si vamos en avión, es importante conocer este síndrome que se da cuando se permanece inmóvil en un lugar reducido y con limitaciones de movimiento durante un periodo prolongado. Al producirse una dificultad en el retorno de la sangre al corazón y forzar su acumulación en las venas de las piernas se puede formar un coágulo que, si se libera a la circulación, puede llegar a provocar una embolia de pulmón. “Que esto suceda es poco habitual en personas que no padecen factores de riesgo, sin embargo hay más probabilidades de sufrirlo en el caso de individuos con sobrepeso, hipertensión, antecedentes cardiacos, que se tratan con estrógenos o anticonceptivos orales, que presentan una edad avanzada, padecen enfermedades de coagulación o han sido operados recientemente, además de los fumadores o los que consumen mucho alcohol”, añade el Fernández Lozano.

Sin realizar actividad física alguna, nuestro cuerpo pierde entre dos y tres litros de líquido al día, cantidad que se puede incrementar si aumenta la temperatura

El síndrome puede darse en cualquier medio de transporte, pero es más probable que suceda en un avión debido a la disminución de la presión y a la baja humedad del ambiente. Para evitarlo la FEC sugiere: elegir los asientos del pasillo, ya que nos permiten mayor movilidad, levantarse al menos una vez cada hora y caminar un poco, hacer ejercicios de contracción y estiramiento con los pies, piernas, manos y cuello; evitar cruzar las piernas, no llevar prendas ajustadas y evitar el consumo de café, té y alcohol, así como incrementar el de agua. Es recomendable que las personas con alto riesgo utilicen medias o calcetines compresores y que tomen una pastilla de ácido acetilsalicílico antes, durante y después del viaje.

Mantenernos hidratados

Nuestro organismo está formado principalmente por agua, llegando a representar el 65% de nuestro peso total en la juventud. “Estar bien hidratado es fundamental para mantener un buen estado de salud, ya que sin realizar actividad física alguna, nuestro cuerpo pierde entre dos y tres litros de líquido al día, cantidad que se puede incrementar si aumenta la temperatura ambiente”, explica el Dr. Fernández Lozano. Para evitar que el calor perjudique a nuestra salud, la FEC recomienda una hidratación constante aunque no se esté sediento, sobre todo en el caso de personas mayores porque sufren una disminución en su estímulo de la sed, de forma que cuando la sensación de estar sediento se manifiesta, se encuentran ya en un avanzado estado de deshidratación.

Cuidado con las comidas fuera de casa

El verano nos invita a disfrutar de las terrazas y comer fuera de casa, lo que nos puede llevar a un descontrol en nuestra alimentación que podría favorecer un aumento de peso. Cuando comemos en un restaurante tendemos a aumentar la cantidad de alimentos que ingerimos, así como la cantidad de grasas animales y saturadas y postres grasos. Para que comer fuera de casa no suponga un problema para nuestra salud, la FEC recomienda elegir restaurantes que dispongan de cartas o platos saludables, que evitemos los fritos y centremos nuestras peticiones en platos cocinados al vapor, a la parrilla o a la plancha. La ingesta desproporcionada de alimentos ricos en sal es responsable de muchos problemas de salud, no solo relacionados con las enfermedades cardiovasculares, sino también con la insuficiencia renal, la osteoporosis o el cáncer de estómago. Los restaurantes suelen preparar los platos bastante salados y para controlar el consumo de sal cuando comemos fuera es una buena idea pedir que nos sirvan la comida sin sal y que la añadamos nosotros después, siempre con mesura.

Consumir productos de temporada

En vacaciones tenemos más tiempo para visitar los mercados locales y comprar productos de temporada para preparar excelentes platos cardiosaludables, por ejemplo, parrilladas de verdura con calabacín, espárragos trigueros, berenjena y tomates, que están ahora en su mejor momento. Otra forma de tomar verduras y refrescarnos, a la vez, es el gazpacho, siempre con un buen aceite de oliva. En cuanto al plato principal, podemos continuar con una parrillada de pescado azul, cuya grasa es rica en aceite omega 3, que contribuye al control del colesterol. El verano es el mejor momento para comer sardinas, boquerones y bonito, que es mucho más saludable cuando lo consumimos fresco que en lata. De postre podemos tomar algunas de las frutas más veraniegas como sandía, melón, melocotón o albaricoque.

Evitar el abuso de alcohol

El verano suele ir a acompañado de un aumento del consumo de bebidas alcohólicas, especialmente entre los jóvenes. La ingesta brusca y excesiva de alcohol puede provocar el síndrome de corazón en vacaciones, que consiste en una aceleración del ritmo cardíaco, una arritmia supraventricular que se da generalmente en las aurículas y suele presentarse en personas jóvenes, sanas y sin historia previa de arritmias. Este síndrome se puede desencadenar por la combinación del consumo excesivo de ciertos productos en un corto periodo de tiempo: grasas, dulces y sobre todo alcohol, cuya ingesta suele incrementarse durante las vacaciones.

Dormir un rato después de comer no sólo sirve para recuperar energía, sino que también es una fuente de relajación que ayuda a reducir la presión arterial

Practicar actividad física

“Si ajustamos nuestros horarios y nos protege,os del sol nada nos impide mantenernos activos en verano. No hay que dejar que el calor nos encierre en casa”, afirma Fernández Lozano. Por este motivo, la FEC recomienda practicar deporte a primera hora de la mañana, cuando las temperaturas son más bajas y el sol no es tan fuerte como el resto del día. Si no practicamos ningún deporte, una buena alternativa para mantenernos activos es salir a pasear durante una hora. Andar por la playa es una actividad fantástica para mejorar nuestra salud y relajarnos gracias al efecto masaje que la arena provoca en nuestros pies. Lo mejor es dar el paseo a primera hora de la mañana o por la tarde, a partir de las seis, así nos aprovecharemos de los beneficios de la vitamina D que nos aporta el sol sin exponernos a sus altas radiaciones.

Descansar

Parece una contradicción si pensamos en el párrafo anterior, pero ¿qué mejor momento para descansar que el verano? Aunque se puede pensar que en vacaciones no es necesario hacer la siesta, diferentes estudios han demostrado que dormir un rato después de comer no sólo sirve para recuperar energía, sino que también es una fuente de relajación que ayuda a reducir la presión arterial e incluso el estrés, uno de los factores de riesgo en enfermedades cardiovasculares.

En el verano y sobre todo durante las vacaciones tendemos a cambiar nuestros hábitos, lo que puede afectar a la salud de nuestro corazón. “El verano supone un cambio radical de costumbres que comporta algunas amenazas para la salud, como la posibilidad de sufrir síndrome de la clase turista, un déficit en nuestra hidratación o cambios en nuestra alimentación”, comenta el doctor Ignacio Fernández Lozano, secretario general de la Fundación Española del Corazón (FEC) y vicesecretario de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). “Sin embargo, el verano tiene también muchas ventajas potenciales, como tiempo para relajarnos y para hacer actividades al aire libre. Además, esta época estival nos ofrece una amplia variedad de frutas, verduras y hortalizas que no siempre están disponibles”, añade Fernández Lozano.

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