El control del gasto farmacéutico: del uso racional a las fórmulas de prepago

El control del gasto farmacéutico ha fracasado y hay que buscar fórmulas nuevas que van desde el control del uso racional de los medicamentos a posibles fórmulas de prepago. Estas son algunas de las conclusiones del Instituto de Estudios Farmacéuticos (IEF) para mejorar el sistema sanitario en general y la financiación en particular. “Existe una falta de control de la oferta y no ha habido intentos serios de control de la demanda”, señaló Gustavo Matías, secretario del IEF, “el médico también es responsable, es el único rendidor de pagos al que no se le pide cuentas”.

El IEF encargó a un grupo de expertos el análisis del sistema y entre las soluciones que proponen destaca el aumento y no la reducción del gasto sanitario, la resolución y no perpetuación del caos legislativo y, por último, la cuantificación y la búsqueda de las causas de la deuda.

El análisis estima que se debe separar el debate de la financiación autonómica de la sanitaria. Asimismo, hay que definir y cerrar el modelo autonómico en lugar de seguir improvisando y no descartan ningún tipo de financiación, incluyendo los impuestos por cotizaciones. “Urgen pactos de Estado”, insistía Matías, ante un sistema sanitario resultado de una descentralización desarrollada “en poco tiempo, sin debate y con falta de transparencia”. Un sistema nacional de seguridad social que se ha convertido a lo largo de dos décadas en un sistema sanitario “de corte inglés”. El modelo es “insatisfactorio” a lo que se añade la confusión creada acerca de la nueva financiación sanitaria.

Según las estimaciones manejadas por el IEF, cuya fuente es el Eurostat (Oficina de Estadística de la Unión Europea), España se encuentra a la cola de la Europa de los Quince en cuanto al gasto sanitario “y eso a pesar del fuerte incremento de la población”, explica Matías, “cerca del 80% de los ciudadanos se quejan de las deficiencias en la atención primaria”. En 1996 se produce un freno a la convergencia del gasto social en general con el resto de países miembros de la UE, aumentando el déficit en ocho puntos en 2000. Un año después se palió la diferencia incrementado el gasto en educación, “pero no en Sanidad”.