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"No vamos a cambiar la política alimentaria": las dos versiones sobre el TTIP, cara a cara
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greenpeace ha filtrado documentos del acuerdo

"No vamos a cambiar la política alimentaria": las dos versiones sobre el TTIP, cara a cara

El Confidencial confronta a Greenpeace y al jefe negociador de la UE para hablar sobre el mayor tratado comercial de la historia. La ONG se opone férreamente a muchos de sus detalles

Foto: Protestas contra el TTIP y el acuerdo comercial con Canadá (CETA) en Bruselas, el 13 de mayo de 2016 (EFE)
Protestas contra el TTIP y el acuerdo comercial con Canadá (CETA) en Bruselas, el 13 de mayo de 2016 (EFE)

Desde el inicio de las negociaciones, la administración de Barack Obama ha tenido un especial interés en mantener el secretismo en cuanto a las negociaciones del acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones, el llamado TTIP, por sus siglas en inglés. El 5 de julio de 2013, un representante de EEUU envió una carta al jefe europeo de las negociaciones, Ignacio García Bercero, en el que le expresaban que “Estados Unidos pedirá la protección de los documentos de las negociaciones del TTIP, dada la naturaleza sensible de su contenido. […] Un cierto nivel de cuidado especial en el manejo de estos documentos es necesario para crear confianza mutua entre los negociadores y para preservar la posición tomada por cada parte por cuestiones tácticas”. Este era un “sentimiento compartido”, según la carta de respuesta de García Bercero.

No obstante, ese secretismo, sospechoso para muchos, se ha visto interrumpido por la filtración que Greenpeace hizo de los documentos. Sacó a la luz las clausulas que estaban siendo negociadas entre la Unión Europea y Estados Unidos, algunas de ellas muy controvertidas. Lo hicieron, dicen, para que “ciudadanos, políticos, empresas y sociedad civil participen en este debate libremente y sin miedo”. El Confidencial sienta a ambas partes y traslada las dudas sobre el TTIP a la holandesa Faiza Oulahsen, miembro del equipo de Greenpeace que filtró esos archivos, y a García Bercero, el jefe de las negociaciones europeo de este tratado.

PREGUNTA: ¿Por qué mantener en secreto las negociaciones?

FAIZA OULAHSEN: El TTIP va a ser un acuerdo sin precedentes de su tipo entre los países miembros de la Unión Europea y Estados Unidos. Tiene la intención de hacer el comercio más fácil. Hasta ahí bien, pero si analizamos el acuerdo, nos damos cuenta de que va a tener un grandísimo y profundo impacto sobre diferentes aspectos del día a día de cientos de miles de personas en ambos lados del Atlántico. Es ya momento de detener las negociaciones e iniciar el debate porque hasta ahora se ha mantenido en secreto para ocultar la influencia de la industria privada en las negociaciones.

IGNACIO GARCÍA BECERRO: La Unión Europea ya había hecho pública su posición y los documentos de Greenpeace no aportan nada nuevo. Lo único que aportan es la posición de Estados Unidos, pero es una cuestión que nosotros, desde la UE, no podemos hacer pública sin la autorización de Washington. Y francamente, no hay nada en esos documentos que en modo alguno implique que la UE se haya puesto de acuerdo en absolutamente nada que vaya en contra de nuestro sistema regulatorio.

placeholder Faiza Oulahsen, en 2013 (EFE)
Faiza Oulahsen, en 2013 (EFE)

P: ¿Se respetarán los niveles de seguridad y protección de la Unión Europea?

F.O. Tenemos que pensar en la comida que hay en nuestro plato, la crema que nos ponemos en la piel, el champú con el que te lavas el pelo, la privacidad cuando usamos internet, los componentes de nuestros medicamentes, etc. En Europa existe un alto nivel de seguridad alimentaria y sanitaria, de protección del medioambiente y de nuestros animales. Los niveles de Estados Unidos son muchísimo más bajos. Lo que se pretende hacer con este tratado, que a priori tiene la intención de hacer el comercio más fácil, es reconocer mutualmente las normas del otro, es decir, yo acepto tus modelos, tu aceptas los míos, y ahí empezamos a hacer negocios.

I.G.B. Eso es totalmente falso. Nosotros no vamos a hacer cambios en la cuestión de seguridad alimentaria durante estas negociaciones y eso lo hemos dicho claramente desde el principio. Greenpeace dice que la UE no ha promocionado el principio de precaución, pero cualquiera que vaya a la página web de la Comisión Europea verá que nuestras propuestas en materia de cooperación reglamentaria, el principio de precaución, tal y como está reflejado en el tratado de la Unión Europea, está clarísimamente indicado. Están muy detalladas nuestras propuestas en cuanto a productos químicos, vehículos, medicamentos, etc. De hecho, es la primera vez que se publica una grandísima información sobre la negociación de un acuerdo comercial.

P: La justicia también sufrirá cambios…

F.O. Se quiere formar, básicamente, una corte que estará por encima de los jueces nacionales y europeos, formada por abogados y controlada por inversores. Lo que significa, en pocas palabras, que tendremos tribunales privados que se encargarán de emitir resoluciones que favorezcan a quien consideren y desde los que las empresas ‘aconsejarán’ a los estados cuando se trata de toma de decisiones políticas, como cierre de una base nuclear, cambios legales, etc. Estamos dándole el privilegio a EEUU de un control corporativo de nuestra sociedad. Es una cuestión muy controvertida porque es un tribunal al que los ciudadanos no pueden tener acceso e, incluso, casi ni los propios estados.

I.G.B. Lo que la Unión Europea ha propuesto es precisamente una reforma profunda de un sistema internacional de resolución de disputas en materia de protección de la inversión, es decir, precisamente para abandonar un sistema de arbitraje privado, que es el que existe ahora. Nosotros buscamos reemplazarlo por un sistema en el que sean los estados los que se pongan de acuerdo en una lista de 15 jueces, con las mismas cualificaciones que el Tribunal de La Haya, y que sean esas personas las que decidan en caso de una disputa, y no personas que hayan sido elegidas caso por caso, y en cual cada inversor elige un arbitro. Esta es nuestra propuesta como UE y, por supuesto, es un tema difícil y tenemos aún mucho que debatir.

P: ¿También en la contratación de los servicios públicos?

F.O. EEUU quiere tener acceso a la contratación pública, es decir, cualquier cuestión que tenga que ver con lo que el Gobierno hace (sanidad, educación, infraestructuras, etc.) a cualquier parte de la UE y a cualquier nivel, incluido nacional y local. Quiere poder decidir, y esto significa poner fin a todo tipo de beneficios que los pequeños y medianos empresarios puedan tener si tuvieran acceso a las contrataciones públicas.

I.G.B. Sobre compras publicas, la situación es exactamente la contraria. Las empresas estadounidenses pueden participar sin obstáculos en las licitaciones publicas en Europa a todos los niveles sobre la base del Derecho comunitario. Son las empresas europeas las que tienen obstáculos en Estados Unidos puesto que deben suministrarse con productos de ese país para poder participar en licitaciones, sobre todo en el sector del transporte (metros, ferrocarriles, etc.).

P: ¿Cuáles son los riesgos de un sistema privado?

F.O. Si este sistema entra en vigor, no habrá posibilidad de competir con las multinacionales estadounidenses, especialmente para los pequeños y medianos inversores porque no hay ninguna ley que les proteja. Estados Unidos quiere tener acceso incluso a la justicia y por eso hemos visto tanta presión por parte de Obama para que este acuerdo entre en vigor cuanto antes.

I.G.B. Eso no es lo que está negociando la UE. La propuesta de EEUU es la que ellos tienen ya, por ejemplo, en su acuerdo del Pacífico y es un sistema en el que cada inversor elige a un arbitro. Con lo cual es un sistema de arbitraje de naturaleza privada, que, por cierto, ya existe en muchos acuerdos actuales en países como España. Pero a nivel europeo, hemos llegado a la conclusión de que es un sistema no adecuado y que queremos uno jurisdiccional y no de arbitraje privado.

P: Hay más elementos químicos prohibidos en la UE que en EEUU, ¿cómo se va a lidiar con eso?

F.O. Hablemos de cuestiones prácticas. Por ejemplo, en tóxicos. En Europa, tenemos una lista de más de 1.300 químicos peligrosos, que están totalmente prohibidos en el mercado. Si comparamos eso con EEUU, y de pendiendo de la lista que utilicemos, la más rigurosa recoge 80 tipos. Eso es una grandísima diferencia. Si nos fijamos en el químico que hace que un producto sea más elástico, en EEUU está permitido y se puede encontrar incluso en más de 500 tipos de alimentos. Es un producto cancerígeno, destruye nuestras hormonas, aunque no vayamos a notar la diferencia como consumidores al tener el alimento en nuestras estanterías. Lo mismo ocurre con los antibióticos.

I.G.B. Sobre los productos químicos prohibidos en Europa, la respuesta es clara: seguirán prohibidos. Los transgénicos solo podrán ser comercializados en la UE una vez hayan sido autorizados. La carne procedente de Estados Unidos solo podrá venderse en los países de la Unión Europea si está libre de hormonas, de lo contrario, es una cuestión totalmente prohibida. Eso es la ley actual y no se cambiará aunque se apruebe el TTIP. Lo hemos dicho y lo repetiremos miles de veces: nosotros, como UE, no vamos a aceptar en estas negociaciones nada que implique una modificación de la legislación europea en materia de seguridad alimentaria, de protección de los producción químicos, y en general en ninguna material que implique reducción de los niveles de protección.

P: ¿Se está favoreciendo más a las multinacionales, en detrimento de las PYMES?

F.O. Si se aprueba este proyecto, tal y como está actualmente, será un gran golpe a muchos pequeños y medianos agricultores en diferentes partes de Europa, como en Holanda, en Reino Unido, en España o en Francia, donde por ejemplo, más de 55.000 granjas van a desaparecer. Eso es claramente horrible y demuestra que este tratado, tal y como está ahora mismo, solo beneficia a las grandes empresas. Es decir, lo único que se haría es poner fin a todo tipo de beneficios y negocios que los pequeños y medianos empresarios pudieran tener. No tendrían ninguna posibilidad de competir con las multinacionales estadounidenses porque las empresas de países europeos tienen que adaptarse a la ley, pero las estadounidenses no.

I.G.B. No sé en qué se fundamentan esas cifras. No nos parece que exista ninguna evidencia en esa dirección y de hecho las organizaciones de las PYMES en Europa están muy interesadas en el acuerdo porque lo que sí es cierto es que el mercado norteamericano es muy complejo y está siendo muy difícil para ellos hacer negocios en EEUU. Sus requisitos son muy complicados y la información no es nada fácil de obtener. Con las negociaciones estamos intentando identificar qué es lo que se puede hacer para facilitar el acceso a las PYMES más fácil y simple.

P: ¿Está dispuesta a ceder la Unión Europea para firmar el tratado con EEUU? ¿Hay presiones?

F.O. La cuestión chocante es que Estados Unidos tendrá bajo control nuestra democracia. Quiere tener permiso para intervenir a cualquier nivel de las decisiones políticas, no solo a nivel europeo sino a nivel de estados. Por ejemplo, un Gobierno está debatiendo a nivel ministerial una ley, antes de que esta incluso pase al Parlamento, es decir, antes de que incluso sea pública para los ciudadanos de un país, el Gobierno de EEUU o cualquier multinacional que sienta que ese proyecto de ley vaya a afectarle de alguna manera, tiene el derecho a exigir explicaciones y modificaciones. Es decir, EEUU se encargará de limar las leyes o decidirlas antes de que incluso sean debatidas por un parlamento democráticamente elegido. Pero eso no ocurre a la inversa, los europeos proponen hacer lo mismo con los 50 estados de EEUU, pero les dicen que es más complicado y sensible y eso se refleja claramente en el texto de las negociaciones.

I.G.B. Que me muestre esta organización un solo párrafo en cualquiera de esos documentos que muestre que la Unión Europea ha aceptado algo que implique una sola modificación en materia de seguridad alimentaria o en cualquier otra cuestión. Hay por supuesto reflejadas propuestas estadounidenses, pero eso no significa que las hayamos aceptado. Es un texto de negociaciones. Nuestras propuestas en materia de cooperación reglamentaria son plenamente conformes con el sistema regulatorio europeo. No implican por tanto dar a Estados Unidos ningún trato especial cuando se desarrolla nuestra legislación.

P: ¿Hay posibilidad de llegar a un acuerdo con Estados Unidos o un acuerdo es imposible?

F.O. Lo que hace este texto es dejar de lado nuestra seguridad, nuestra economía y nuestra democracia. Lo estamos dejando todo en manos de Estados Unidos. El comercio de este tipo debería beneficiarnos a nosotros, a los ciudadanos. Además, negocios entre ambos lados han tenido lugar durante siglos. Todos tenemos un teléfono procedente de EEUU, pero todos los productos procedentes de allí, antes de entrar a nuestro mercado, deben cumplir unas normas y unos niveles de seguridad muy importantes y sobre cuestiones relevantes. Se trata de hacer comercio bueno, seguro y decente, no a cualquier precio.

I.G.B. Insisto en que en el documento no hay nada que muestre que la UE haya cedido en las propuestas americanas con las que no estamos de acuerdo. Por ejemplo, recogen la propuesta sobre los procedimientos para la autorización de los transgénicos, pero esos son propuestas de EEUU y están escritas entre corchetes, lo que precisamente significa que la UE no está de acuerdo con ellas. Nosotros, como Unión Europea, nuestro objetivo con el acuerdo que estamos negociando con Estados Unidos es precisamente incluir el máximo de elementos posibles para hacer más fácil y más seguro el comercio entre las dos partes.

P: Y después de la filtración de los documentos, ¿qué?

F.O. Es muy importante que la Comisión Europea sea honesta y sincera con los ciudadanos, tiene que decir la verdad sobre quién va a beneficiarse de este tratado porque está muy claro que no va a ser el ciudadano ni los pequeños negocios. La Unión Europea está siendo egoísta en muchos términos: saltándose los niveles de seguridad, el proceso democrático y está beneficiando a unos pocos. Exigimos más transparencia y destacamos que es muy importante mantener encendido el debate.

I.G.B. Yo creo que se ha hecho mucho ruido sobre algo que en el fondo, de modo alguno, implica que la Unión Europea no está dispuesta a transigir en ningún tema sobre algunos principios de base y el principio fundamental es que no aceptamos ni aceptaremos nada que implique un detrimento de nuestro nivel de protección en Europa.

Desde el inicio de las negociaciones, la administración de Barack Obama ha tenido un especial interés en mantener el secretismo en cuanto a las negociaciones del acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones, el llamado TTIP, por sus siglas en inglés. El 5 de julio de 2013, un representante de EEUU envió una carta al jefe europeo de las negociaciones, Ignacio García Bercero, en el que le expresaban que “Estados Unidos pedirá la protección de los documentos de las negociaciones del TTIP, dada la naturaleza sensible de su contenido. […] Un cierto nivel de cuidado especial en el manejo de estos documentos es necesario para crear confianza mutua entre los negociadores y para preservar la posición tomada por cada parte por cuestiones tácticas”. Este era un “sentimiento compartido”, según la carta de respuesta de García Bercero.

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