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Sarkozy arrasa en las elecciones francesas ante una izquierda que vive su peor noche
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los socialistas pierden feudos históricos

Sarkozy arrasa en las elecciones francesas ante una izquierda que vive su peor noche

El Partido Socialista cede el control de casi treinta de las 101 provincias que componen el territorio. A la debacle hay que añadir los ridículos resultados de comunistas y ecologistas

Foto: El primer ministro francés, Manuel Valls, analiza los resultados electorales en París (Reuters).
El primer ministro francés, Manuel Valls, analiza los resultados electorales en París (Reuters).

La izquierda francesa vivió ayer una de las noches más tristes de su historia. El Partido Socialista, en el poder, cede el control de casi treinta de las 101 provincias que componen el territorio. A la debacle socialista hay que añadir los ridículos resultados de comunistas y ecologistas, divididos en diferentes corrientes. Feudos históricos de la izquierda socialista y comunista pasan a la derecha. El mapa del poder provincial en Francia pasa del rojo al azul del centroderecha, representado por la Unión por un Movimiento Popular –de Nicolas Sarkozy– y sus aliados centristas.

El expresidente Sarkozy es el ganador de estas elecciones. La UMP y los centristas roban al PS una treintena de departamentos y ponen las bases para la recuperación de la coalición de cara a las regionales de diciembre y, en especial, para las presidenciales de 2017, el verdadero objetivo de cualquier líder político francés.

"El socialismo más arcaico de Europa"

Para Sarkozy, "nunca en la historia de la V República la derecha había obtenido tal resultado". Para el líder de la UMP, "los franceses han sancionado la negación de la realidad, la mentira y la impotencia". Sarkozy aprovechó su primera intervención tras conocer los resultados para proyectase hacia el futuro, y prefirió centrarse en los ataques a los socialistas ("el socialismo más arcaico de Europa") antes que dar demasiada importancia al Frente Nacional de Marine Le Pen. Sarkozy no mencionó directamente al FN, pero advirtió que "la angustia y el enfado ganan terreno".

El Frente Nacional no ha podido refrendar la euforia de la primera vuelta. Marine Le Pen no obtiene el poder en ningún departamento, pero multiplica sus representantes provinciales, que pasan de uno a medio centenar. Sólo el sistema electoral mayoritario le priva del éxito. Le Pen no podía ocultar su decepción y volvió a acusar a los partidos mayoritarios, "UMPS", según ella los llama, de haber cerrado el paso a sus representantes. Para Le Pen, el hecho de que UMP y PS se unieran en muchas provincias para evitar un triunfo del FN demuestra lo que ella viene diciendo desde hace años, "la UMP y los socialistas practican la misma política y representan lo mismo". Según Le Pen, "el FN es el único partido de oposición real".

En la órbita política cercana al FN si hay alguien que puede estar contento sin matices es el alcalde de Beziers y exfundador de Reporteros sin Fronteras, el periodista Robert Menard, cuyos partidarios ganan tres cantones en la zona.

Queda claro que a la derecha de Sarkozy todavía existe un gran terreno en disputa con el Frente Nacional. El FN no puede cantar victoria, pero ha extendido su poder local y ha puesto las bases para seguir avanzando hacia las regionales y las presidenciales.

Valls: "No más impuestos"

Manuel Valls, que como primer ministro había decidido jugársela implicándose en la arena electoral contra el FN, admitió la victoria de la "derecha republicana" y achacó los malos resultados de su partido a "la división de la izquierda". El jefe de Gobierno advirtió, además, del resultado "demasiado alto" del Frente Nacional.

En un discurso, rozando lo patético, Valls enumeró las leyes que su Gobierno está aplicando para la recuperación económica del país y subrayó que la prioridad de su Gabinete seguirá siendo la lucha contra el paro. El hispano-francés insistió en que el Ejecutivo no subirá más impuestos, una de las causas, según él, del desapego de los ciudadanos con el Gobierno.

Los esfuerzos del presidente Hollande y de Valls por "nacionalizar" estos comicios locales no finalizaron al cierre de las urnas. Valls mencionó en su discurso de derrota asuntos como la lucha contra el terrorismo y la defensa del laicismo.

¿Y ahora qué?

Manuel Valls se lanzó al ruedo para frenar el avance del FN y sigue apuntándose el tanto. Su puesto al frente del gabinete parece no correr peligro. Hollande aseguró antes de la prevista derrota que no cambiaría de política ni de primer ministro. El presidente puede jugar también con la división de la izquierda de la izquierda, que sin alianzas con el PS no consigue representación popular. El giro a la izquierda es improbable. Valls insistió, además, anoche en seguir liberalizando la economía. El problema para el PS es que sus reformas estructurales son tan tímidas que ni sirven para recuperar la economía del país ni para retener a los votantes de izquierda. La principal batalla de Hollande y Valls continuará dentro de su propio partido, donde el ala izquierda criticaba en idénticos términos que derecha y extrema derecha la labor gubernamental.

La UMP gana pero sabe que su victoria se debe en buena parte a su alianza con los centristas. Las divergencias internas, las batallas personales y las causas judiciales pendientes no se borran con una victoria electoral. Sarkozy debe admitir que su política de "ni-ni", es decir no dar el voto ni a la izquierda ni al FN en caso de eliminación de su candidato, no ha funcionado. Los votantes de derechas y de centro han preferido cerrar el paso al FN votando a su enemigo de izquierdas.

Dentro de la UMP, el gusto del champán durará poco. Alain Juppé, el rival de Sarkozy como candidato de su partido a las presidenciales, seguirá guerreando con el exmandatario. Hasta las regionales de diciembre, deberán disimular su rivalidad para no dañar al partido. Pero las primarias de la UMP en 2016 volverán a enfrentarles en una guerra sin prisioneros. De momento, Sarkozy lleva ventaja: asumió la presidencia del partido en el peor momento y la formación ha cambiado el color del mapa provincial de Francia.

La izquierda francesa vivió ayer una de las noches más tristes de su historia. El Partido Socialista, en el poder, cede el control de casi treinta de las 101 provincias que componen el territorio. A la debacle socialista hay que añadir los ridículos resultados de comunistas y ecologistas, divididos en diferentes corrientes. Feudos históricos de la izquierda socialista y comunista pasan a la derecha. El mapa del poder provincial en Francia pasa del rojo al azul del centroderecha, representado por la Unión por un Movimiento Popular –de Nicolas Sarkozy– y sus aliados centristas.

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