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Todos los velos de las mujeres egipcias
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LA VICTORIA ISLAMISTA DESPIERTA DUDAS SOBRE EL FUTURO DE LA POBLACIÓN FEMENINA

Todos los velos de las mujeres egipcias

A los pies de las milenarias Pirámides, una hilera de modernos hoteles recuerdan que El Cairo un día vivió extasiado por el lujo y el desenfreno.

Foto: Todos los velos de las mujeres egipcias
Todos los velos de las mujeres egipcias

A los pies de las milenarias Pirámides, una hilera de modernos hoteles recuerdan que El Cairo un día vivió extasiado por el lujo y el desenfreno. Sus cuidados jardines, sus fuentes de agua clara y una ostentosa decoración en la que predomina el dorado brillan con más intensidad al caer el sol. La noche es el momento perfecto para esas bailarinas que tapan sus cuerpos con livianos velos, mientras agitan sus caderas al ritmo de una música trepidante.

Uno de estos artificiales oasis acoge estos días el Festival Internacional de danza del vientre, una prestigiosa cita a la que acuden cientos de profesionales de todo el mundo. El año pasado, sólo unas pocas decenas de ellas desembarcaron en la capital egipcia, tras la incertidumbre sembrada por la revolución. En esta edición participan más de 300 bailarinas, lejos todavía de los años anteriores, cuando casi un millar de mujeres mostraban ante el jurado sus sensuales habilidades.

La presencia femenina arrasa también entre el público. La gran mayoría luce sus sofisticados peinados, sólo eclipsados por el recargado maquillaje. De pronto un hombre centra la atención, es el primer bailarín de la noche. Un mono ajustado cubre todo su cuerpo, pues el código de vestimenta es más severo con ellos. Sujetadores de pedrería y finas gasas componen el vestuario de las artistas.

Dana Amar luce un vestido azul intenso. Es una profesora de danza oriental que lleva casi una década viajando cada año desde Chile a Egipto, sólo para participar en el certamen. "La danza del vientre despierta la feminidad de las mujeres, es algo completamente arraigado en este país", asegura. Sin embargo, la bailarina muestra su preocupación porque el triunfo de los islamistas pueda suponer una restricción para estos espectáculos. "Está claro que este país tampoco se puede entender sin la religión, pero esperemos que los Hermanos Musulmanes se ocupen de los problemas importantes y nos dejen seguir disfrutando".

El hotel es morada habitual de turistas occidentales, jeques del Golfo Pérsico y alojamiento ocasional sólo algunos representantes de la alta sociedad egipcia. El hechizo se rompe nada más cruzar sus puertas. Las mujeres veladas y los carteles del triunfador Mohamed Morsi, demuestran que Egipto es un país marcado por la religión.

Los islamistas han sugerido que podrían nombrar a una mujer como vicepresidenta del país, el puesto más alto que jamás habría alcanzado una dama en Egipto. Hace sólo unos años que el nuevo presidente, Mohamed Morsi, suscribió un documento de los Hermanos Musulmanes que negaba la posibilidad de que un cristiano o una mujer alcanzaran la jefatura del Estado. Los mensajes de moderación lanzados tras la disputa electoral con el último primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, han obligado la Hermandad a flexibilizar su discurso, asegurando que en el nuevo Gobierno habrá miembros de otras tendencias.

"Qué más da que nombren a una mujer si sólo va a ser una figura a la que van a manejar", declara a este diario Hoda Badran, la presidenta de la Alianza para las Mujeres Árabes, una de las pocas organizaciones que se ocupan de los derechos de las mujeres en Egipto. "Necesitamos una vicepresidenta cualificada, con experiencia, y dudo que los Hermanos vayan a pensar en este perfil", opina Badran.

La Constitución egipcia recoge que ley islámica es la principal fuente de legislación en la nación. "La cuestión clave será qué tipo de sharía [ley islámica] quieren aplicar. Si están pensando en seguir los principios de esta norma, basada en la honestidad, como ha ocurrido hasta ahora y cómo suecede en Túnez o en desarrollar estos preceptos de una forma más rígida como en Arabia Saudí", añade la líder feminista. Esos términos se debatirán en la redacción de la próxima Carta Magna, sobre la que los militares se han reservado una importante capacidad de veto.

La antiprimera dama (y madre de todos los egipcios)

A falta de confirmarse la proclamación de una vicepresidenta, la mujer más cercana a Mohamed Morsi será su esposa, Nagla Ali Mahmoud. Esta señora, diez años más joven que su marido, ya ha manifestado que no piensa mantenerse cerca de la política y rechaza el papel de primera dama. Alejada de los medios, evita las entrevistas y apenas se ha dejado ver en público unas pocas veces, siempre cubierta con prendas que sólo dejan visible su rostro.

Nagla Ali creció rodeada por la pobreza, al igual que su marido. Aunque cuando él terminó sus estudios en la Universidad egipcia, ella lo acompañó a realizar un máster en Estados Unidos. Ambos tuvieron allí a los dos primeros de sus cinco hijos, antes de regresar a El Cairo, donde Morsi ascendió rápidamente en el seno de los Hermanos Musulmanes. La mujer del presidente se considera ahora una "madre para todos los egipcios".

Un perfil muy alejado del de la anterior esposa del rais. Suzzane Mubarak se educó en una familia de clase alta, formada por un cirujano egipcio y una enfermera galesa. Conoció a su esposo en las Fuerzas Aéreas del país y se casó con él a los 17 años. Tiempo después de su matrimonio, Suzanne se graduó en la prestigiosa Universidad Americana de El Cairo, con mención honorífica en Ciencias Políticas.

Durante años se ocupó de actividades caritativas y mantuvo una importante relación con el poder, influyendo incluso en las decisiones más delicadas que aplicó con mano de hierro Hosni Mubarak. Al final de su mandato, la presión de Suzanne fue determinante para colocar a Gamal Mubarak, el segundo hijo del dictador, en el primer puesto de la carrera sucesoria, antes de que la respuesta de las calles terminara por apartar de palacio a toda la estirpe familiar.

También a la esposa del líder derrocado se le atribuye el logro de prohibir en 2008 la mutilación genital femenina, una práctica que se estima que afecta a cerca del 90% de las egipcias. "No hay que juzgarla por sus vínculos con el poder, sino por sus hechos. Para las mujeres hubiera sido mejor la victoria del candidato continuista, Ahmed Shafiq", asegura Hoda Badran.

El eslabón más débil

Ésta es la posición que aceptaron muchos cristianos ortodoxos, que representan aproximadamente a un diez por ciento de la población egipcia. No hubo órdenes oficiales, pero a juzgar por los resultados, parece que Shafiq se llevó la gran parte de este voto, temeroso de los islamistas. Los coptos, sin embargo, han denunciado también durante años estar marginados bajo la dictadura. Y en los últimos días, la jerarquía ortodoxa ha mantenido reuniones con el nuevo presidente, que también ha dejado la puerta abierta para que un cristiano ocupe un alto cargo del futuro Ejecutivo.

Azza Gerges es una joven copta que se decantó, no obstante, por Mohamed Morsi. "Los cristianos hemos sufrido mucho durante décadas y ahora no podemos volver al régimen anterior. Estoy muy contenta con que Morsi sea el primer presidente que voy a ver en mi vida, además de Mubarak, aunque eso no evita que me posicione desde ahora en la oposición", asegura. Esta periodista que acaba de empezar su carrera en un diario egipcio considera que es el momento para que se forme una oposición liberal más fuerte que en el futuro pueda desbancar a los Hermanos Musulmanes, la fuerza más organizada actualmente.

"No hablo como cristiana, hablo como egipcia. Las mujeres vamos a ser más fuertes, hemos salido a las calles y hemos perdido el miedo", insiste. Como otras muchas, ella también acudió durante la revolución a la plaza Tahrir. Ayer ya no había espacio para esta joven en el ágora cairota, donde miles de islamistas presenciaron el discurso de Morsi previo a su investidura. Miles de mujeres veladas se mezclaban entre la mayoría de hombres para corear el nombre del nuevo presidente y seguir clamando contra la Junta Militar.

A los pies de las milenarias Pirámides, una hilera de modernos hoteles recuerdan que El Cairo un día vivió extasiado por el lujo y el desenfreno. Sus cuidados jardines, sus fuentes de agua clara y una ostentosa decoración en la que predomina el dorado brillan con más intensidad al caer el sol. La noche es el momento perfecto para esas bailarinas que tapan sus cuerpos con livianos velos, mientras agitan sus caderas al ritmo de una música trepidante.