Es noticia
Los Hermanos Musulmanes se la juegan a todo o nada en las urnas
  1. Mundo
ELECCIONES EN EGIPTO: LOS ISLAMISTAS ACEPTAN LA DISPUTAN CON EL ANTIGUO RÉGIMEN

Los Hermanos Musulmanes se la juegan a todo o nada en las urnas

Los egipcios prosiguen este domingo la votación en el segundo día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que enfrentan al islamista Mohamed Mursi y

Foto: Los Hermanos Musulmanes se la juegan a todo o nada en las urnas
Los Hermanos Musulmanes se la juegan a todo o nada en las urnas

Los egipcios prosiguen este domingo la votación en el segundo día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que enfrentan al islamista Mohamed Mursi y el exmilitar Ahmed Shafiq, después de que ayer los primeros índices de participación arrojaran una asistencia menor de lo que se esperaba en un primer momento. El favorito sigue siendo Mursi, de los hermanos musulmanes, que fue el candidato más votado en la primera vuelta, celebrada los días 23 y 24 de mayo, consiguiendo más de 5,7 millones de votos (24.78%). Shafiq obtuvo 5,5 millones de votos (23,66%).

Todavía con la pesada digestión de la disolución del Parlamento, los Hermanos Musulmanes se dan cita con la historia en un juego que se presenta a todo o nada. La controvertida decisión del Tribunal Constitucional elimina de un plumazo el poder político acumulado por los islamistas en los últimos dieciséis meses y, de paso, el camino andado en la tortuosa transición egipcia. El candidato del movimiento religioso o el último primer ministro de la dictadura cargarán con todo el peso de la legitimidad democrática, pues Egipto tendrá presidente antes de formar un Parlamento y redactar una Constitución.

Después de varios titubeos, los Hermanos Musulmanes anunciaron oficialmente que aceptaban la decisión de la Justicia que los devuelve al punto de partida tras las revueltas que acabaron con Hosni Mubarak. Los islamistas se autocalifican como los únicos representantes de la revolución, ante el fantasma del antiguo régimen, pero en las últimas horas esquivaron volver a las calles, como ya lo han hecho en varias ocasiones.

Cuando los jueces anunciaron la cadena perpetua para Mubarak y su ministro del Interior, la Hermandad condenó con dureza el veredicto, por ser demasiado blando. La cúpula aseguró que se encargaría de abrir de nuevo el proceso contra el dictador, para el que la Fiscalía había pedido pena de muerte, e impulsó unas protestas que incendiaron las calles durante una semana.

La figura de Mubarak fue mutando en forma de su último primer ministro, Ahmed Shafiq. Los manifestantes presionaban para que se aplicara una ley que la mayoría islamista había impulsado en el Parlamento semanas antes de la primera ronda de las presidenciales, por la que los altos mandos del depuesto régimen quedarían privados de concurrir a los comicios. La decisión del Alto Tribunal que declaraba inconstitucional esa norma tampoco alteró los ánimos de los Hermanos Musulmanes.

El periódico estatal Al Ahram publicó un día antes del trascendental veredicto que Jairat el Shater, número dos de los Hermanos y verdadero líder del grupo, se había reunido con la cúpula del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas para tratar la cooperación entre ambos grupos después de las elecciones. Según esta información, en ese encuentro también hablaron de la redacción de la nueva Constitución, una tarea de la que se debe encargar una Asamblea Constituyente, recientemente designada por el Parlamento y que ahora también permanece en el aire.

Cooperación entre los poderes fácticos

Mohamed Habib conoce perfectamente la estructura de un movimiento tan hermético como los Hermanos Musulmanes. Número dos durante años, estaba llamado a cotas más altas desde la corriente reformista que representaba, hasta que el sector inmovilista decidió expulsarlo de la Hermandad. “La relación entre los Hermanos Musulmanes y la Junta Militar tendrá distintas etapas, será una guerra fría, pero nunca van a llegar a un enfrentamiento directo porque ambos se necesitan”, aseguraba hace unos días en una entrevista a este periódico.

Fundada hace más de 80 años, la Hermandad ha jugado distintos papeles en la vida política egipcia, aunque siempre en la oposición. Desde sus redes clientelares, apoyando a redes terroristas de las que se desvincularon hace años o recientemente con la formación del poderoso partido de la Libertad y la Justicia, han defendido sus ideales de ajustar la Constitución a los preceptos del Corán o establecer un califato islámico apoyado por todos los Estados árabes.

Pese a haber pasado las últimas seis décadas en la clandestinidad, desde que el recién nombrado presidente Gamal Abdel Nasser lo declarara un movimiento ilegal, han sabido ajustarse a las circunstancias. Y mientras pactaban su entrada en el Parlamento en 2005 como diputados independientes, orientaban su modelo económico al liberalismo y seguían ganando terreno en las zonas más humildes, como alternativa al Estado.

Esta popularidad sumada a su capacidad de organización y sus años de experiencia en la política, propiciaron un triunfo rotundo en las elecciones parlamentarias del pasado noviembre, cuando consiguieron un 45 por ciento de los escaños. Ya entonces incumplieron su promesa inicial de presentarse sólo a un tercio de los asientos en juego. Pero en abril, poco después de conocerse que el antiguo líder de los servicios secretos durante las últimas dos décadas, Omar Suleiman, presentaría su candidatura, rompieron todos sus compromisos y presentaron un aspirante a la presidencia “obligados por las circunstancias”.

El temor a que los Hermanos acumularan todo el poder suscitó el rechazo tanto de los grupos revolucionarios laicos, como de los ultraconservadores salafistas, la segunda fuerza parlamentaria. Aunque tras la disolución de la Cámara Baja, la cofradía encara de nuevo las elecciones desde la oposición, donde más tiempo ha vivido. Habib manifestaba que los “Hermanos han tratado de arrinconar al resto de los partidos para lograr sus objetivos. Quieren construir un monopolio, al igual que hizo el Partido Nacional Democrático [la formación de Mubarak]. Pero, por otro lado, saben que no pueden resolver solos todos los problemas a los que se enfrentan”.

Una organización ultraconservadora

El candidato Mohamed Morsi es sólo la segunda opción de los Hermanos, que habían presentado en primera instancia al propio Shater. Según Habib, “la cúpula sólo elige a hombres manejables y Morsi lo era”. El aspirante a la presidencia es también el presidente del partido y a juicio de Habib encarna a “los más conservadores dentro de los conservadores”.

El ex número dos del movimiento firmó un documento en 2007 para que la Hermandad aceptara a una mujer o un cristiano como presidentes si así lo elegían los egipcios, lo que terminó por costarle el puesto. Morsi se negó a rubricar el texto y ahora paradójicamente busca el apoyo de estos sectores para superar en las urnas a Shafiq.

Durante la segunda vuelta ha olvidado el mensaje religioso para remarcar su condición de baluarte de la revolución. Ha mantenido varias reuniones con los candidatos más cercanos a Tahrir, con jóvenes revolucionarios y con madres de las víctimas. El pasado miércoles se dirigía también a un selecto grupo de cristianos coptos en privado, donde se muestra más cómodo que en los mítines para el gran público.

Los Hermanos tratan de trasladar la disputa a una lucha entre el antiguo régimen y el nuevo Egipto revolucionario, aunque tampoco han terminado de ofrecer unas concesiones claras al resto de sectores, en caso de obtener el triunfo. Uno de sus coordinadores de campaña, Mohamed Said, declaraba a este diario que las elecciones suponen una “batalla entre un Egipto civil y un Egipto militar”. La alternativa a los Hermanos es un comandante retirado, que fue ministro de Aviación durante la última década de Mubarak, y que sólo después de pasar a la segunda ronda ha mostrado su simpatía por quienes acabaron con la dictadura.

Los egipcios prosiguen este domingo la votación en el segundo día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que enfrentan al islamista Mohamed Mursi y el exmilitar Ahmed Shafiq, después de que ayer los primeros índices de participación arrojaran una asistencia menor de lo que se esperaba en un primer momento. El favorito sigue siendo Mursi, de los hermanos musulmanes, que fue el candidato más votado en la primera vuelta, celebrada los días 23 y 24 de mayo, consiguiendo más de 5,7 millones de votos (24.78%). Shafiq obtuvo 5,5 millones de votos (23,66%).