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Sectores de CDC sondean un pacto con el PSC como único modo de frenar a Esquerra
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DISPUESTOS A ‘DEVOLVER’ BARCELONA Al socialismo

Sectores de CDC sondean un pacto con el PSC como único modo de frenar a Esquerra

En el partido de Mas cunde el nerviosismo y ya hay sectores que han comenzado a sondear la reedición de la 'sociovergencia' para sobrevivir al tirón de ERC

Foto: El 'conseller' de Empresa y Empleo, Felip Puig (EFE)
El 'conseller' de Empresa y Empleo, Felip Puig (EFE)

En algunos sectores de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) existe verdadera preocupación por el futuro inmediato del partido y de la situación política catalana. A pesar de la imagen de serenidad que se quiere transmitir oficialmente, la procesión va por dentro. Y comienzan a dejarse oír también voces del núcleo soberanista que abogan por un golpe de timón.

Y es que, a pesar del independentismo del sector radical, lo que temen algunos convergentes es que su partido acabe convirtiéndose en un satélite de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que, sin hacer nada en los últimos dos años, ha visto cómo no ha dejado de crecer su potencial electorado y a la que los sondeos dan como ganadora de las próximas elecciones municipales. Y no digamos si las autonómicas se celebrasen mañana mismo: barrerían a CiU y los republicanos se convertirían en la primera fuerza política de Cataluña.

Ante esta situación, algunos soberanistas abogan incluso por una “sociovergencia”, es decir, por un pacto entre CiU y los socialistas. “Es la única forma de salvar el país del caos en que se convertiría si cae en manos de Esquerra. ERC ya hizo un estropicio en la época del Tripartito y ahora acabaría de hundir Cataluña”, dice a El Confidencial una fuente del sector soberanista de Convergència.

Pero esa es sólo una de las ecuaciones que resolvería un hipotético pacto antirrepublicano: otra sería la propia salvación de CDC, que va perdiendo votos a chorros mientras los republicanos los van acumulando en sus sacas. Esquerra es, pues, el enemigo a batir para los propios independentistas de CDC. Cuestión de supervivencia.

“Las encuestas apuntan a que Esquerra va a ganar en las municipales y hay que evitarlo. La única manera es que los otros dos grandes partidos, que siempre habían copado las elecciones locales, se unan. Esa sería la manera de frenar el avance de ERC, de hacer que localidades importantes puedan caer en manos de los republicanos”, añaden las fuentes.

Esta operación contaría con el apoyo de importantes miembros del sector duro. Incluso el propio Felip Puig, consejero de Empresa y Empleo e integrante destacado del ala soberanista, estaría de acuerdo con esta solución, a pesar de que tradicionalmente se ha mostrado radicalmente contario a cualquier pacto con los socialistas. “No ha puesto impedimentos; al contrario, comprende que es la única solución que nos queda. ¿Qué vamos, a abandonarnos en brazos de Esquerra? ¿A integrar CDC en ERC? ¿A conformarnos con ser casi extraparlamentarios?”, insisten las fuentes. Y es que la política hace extraños compañeros de cama.

La carta de Barcelona

Precisamente Puig ya advirtió hace casi un año a Artur Mas del constante crecimiento de ERC en detrimento de CiU. Incluso llegó a proponer su nombramiento como vicepresidente político del Gobierno con un claro objetivo: marcar perfil propio y hacer frente a Esquerra. Mas y su entorno, que recelan de las verdaderas intenciones de Puig, abortaron de plano esa posibilidad: su teoría es que el consejero está agazapado a la espera de que el president se dé el gran batacazo con el referéndum y que, llegado el momento, le dará la puntilla y se postulará él mismo como presidenciable.

Fuentes oficiales de Convergència señalan a este diario que Puig “no ha llegado a plantear ante ningún órgano oficial del partido la posibilidad de formar un frente sociovergente”. Sin embargo, sí ha mantenido conversaciones extraoficiales con otros miembros de CDC sobre el particular, según manifestaron diversas fuentes a El Confidencial.

Ante la posibilidad de formalizar algún tipo de acuerdo con el PSC, los convergentes estarían dispuestos a facilitar “que los socialistas puedan volver a gobernar en Barcelona. A cambio, podríamos pactar en qué otras localidades habrían de apoyar a los candidatos de CiU”, subrayan las fuentes consultadas.

Oficialmente, Convergència niega que se haya discutido el tema en serio en la cúpula. “El socio más fiable que hemos tenido hasta el momento es ERC. Estamos viviendo la mejor época legislativa, mucho mejor que con el primer gobierno de Artur Mas, ya que entonces teníamos que ir pactando con todos. Ahora, en cambio, no tenemos problemas a la hora de abordar temas, ya sea en el terreno económico, social o nacional. Por tanto, gozamos de una gran tranquilidad parlamentaria y no tenemos necesidad de plantear cambios de pareja. Somos gente de palabra y no nos moveremos de la hoja de ruta que tenemos marcada”.

Desde Convergència se afirma que “encaramos las municipales con ánimo de ganarlas. Tenemos los mejores candidatos y los mejores equipos. Contamos con un gran plantel de candidatos de entre 35 y 40 años que son muy potentes”.

Además, desde la cúpula convergente se asegura que “no tenemos la sensación de que Esquerra vaya a ganar las municipales. Lo que pasa es que, en las últimas locales, los republicanos se llevaron un batacazo histórico, por lo que pase lo que pase mejorarán resultados. En muchos pueblos de Cataluña llegaron a desaparecer. Y nosotros, por el contrario, obtuvimos los mejores resultados de nuestra historia, por lo que será difícil que repitamos. Por tanto, sabemos que tendremos que bajar y los republicanos subirán, para lo que no tienen que hacer mucho. Pero otra cosa es que barran o que ganen”.

Esta tranquilidad no se vive entre los cuadros convergentes, que observan con preocupación cómo el electorado de CiU va disminuyendo comicios tras comicios mientras que ERC va ensanchando su representación. “O hacemos algo o estamos perdidos”, advierten. Aunque sea pactar con el diablo.

En algunos sectores de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) existe verdadera preocupación por el futuro inmediato del partido y de la situación política catalana. A pesar de la imagen de serenidad que se quiere transmitir oficialmente, la procesión va por dentro. Y comienzan a dejarse oír también voces del núcleo soberanista que abogan por un golpe de timón.

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