Rebelión contra Mas: Felip Puig quiere ser vicepresidente y desalojar a Oriol Pujol
Las últimas encuestas, que varían sustancialmente el mapa electoral catalán, han generado muchos nervios en Convergència Democràtica de Catalunya
Las últimas encuestas, que varían sustancialmente el mapa electoral catalán, han generado nervios en Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el principal partido de esta comunidad. Por primera vez en dos décadas y media, los convergentes pierden la mayoría en beneficio de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que ganaría unas hipotéticas elecciones que se celebrasen mañana mismo. El bajón de CiU es de órdago: podría perder de 14 a 16 escaños (actualmente tiene 50, muy lejos de la mayoría absoluta, que se sitúa en 68) y Esquerra podría llegar hasta los 37.
Ante esta situación, se han comenzado a levantar algunas voces que reclaman un golpe de timón para no seguir perdiendo apoyo popular. En los últimos tiempos, afirman, Artur Mas ha estado demasiado concentrado tanto en la salida de la crisis como en la estrategia de la campaña para el referéndum y ha “descuidado” los problemas internos del partido. Aun así, desde Convergència se asegura que la sangría de votos ya se ha parado y que ahora “toca recuperar”. Los nacionalistas se mueven para recuperar cuotas de poder. El primero de ellos es el actual consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, que ha pedido a Mas una vicepresidencia de la Generalitat.
“La intención de Puig es volver a tener las riendas del poder [había sido secretario general de Convergència, es decir, el segundo de a bordo]. Lo que quería era que el president estableciese dos vicepresidencias: una que seguiría en manos de Joana Ortega, en pago por la cuota de poder que ha de tener Unió Democràtica. Pero quería para él una vicepresidencia del área política para marcar perfil propio desde el Gobierno y evitar la fuga de votos hacia ERC”, explica a El Confidencial una fuente del Gobierno catalán.
Como trasfondo, existe una situación compleja: en unos días, se votarán los presupuestos del 2014. Además, Artur Mas ha de dar a conocer la posible fecha del referéndum y la pregunta, pero no se sabe todavía a ciencia cierta si ERC entrará en el Gobierno para afrontar la última etapa de la campaña por el derecho a decidir. De hacerlo, Mas tendría que acometer una remodelación del gabinete cuando sólo ha pasado un año desde las elecciones. Y aquí hay quien se juega mucho, incluso su continuidad dentro del Govern.
Aunque Puig es uno de los exponentes del núcleo duro soberanista de Convergència, sus relaciones con Esquerra son distantes. “Su estrategia es alejarse en lo posible de ERC para marcar distancias entre ambos partidos y que no pueda haber trasvase de votos de Convergència a Esquerra. Además, en el caso de que entrase ERC, Puig sería un muro de contención del peso republicano dentro del gabinete”, dice a este diario una fuente del partido.
El consejero de Empresa y Empleo ha realizado, pues, maniobras en los últimos tiempos para recobrar protagonismo. Antes de su entrada en el Ejecutivo de Artur Mas, aspiraba a una consejería de peso, de las que mueven mucho dinero: Política Territorial y Obras Públicas. Presiones empresariales le alejaron de ese sillón, porque los círculos empresariales y financieros no querían a ningún político del núcleo duro de CDC en carteras de influencia económica. Pidió, entonces, ir de presidente del Puerto de Barcelona, pero el cargo ya estaba decidido para el exsenador Sixte Cambra. Y le ofrecieron la Consejería de Interior. Aceptó a regañadientes. En la segunda legislatura de Mas pudo pasar a Empresa y Empleo, donde maneja el área de industria, la de empleo, la de energía, la de turismo, la de consumo y la de telecomunicaciones.
Un congreso extraordinario
Para los que le conocen, “esta cuota de poder es poca para él. Con las previsiones de las últimas encuestas, se ha puesto muy nervioso ante el bajón de CiU y quiere que rueden cabezas por lo que considera un desastre”. Tanto es así que, en petit comité, ha hablado de la necesidad de que Convergència convoque un congreso extraordinario para elegir una nueva cúpula y establezca una nueva estrategia.
Oficiosamente, ese congreso debería estudiar la situación y poner remedio al declive para recuperar el apoyo de los ciudadanos. En otras palabras: dar un golpe de timón. Pero, evidentemente, el fin último era encabezar una candidatura que mantendría a Artur Mas como presidente pero proponiendo al propio Puig como secretario general. Sería volver a la situación de hace unos años, cuando CDC vivía una época dorada, tras haber realizado la travesía del desierto durante dos legislaturas.
Pero la actual dirección no está para volver al pasado. “El partido esperará. No está para aventuras en estos momentos. Es cierto que hay una situación convulsa desde el punto de vista político, pero, después de la prueba del algodón, se despejarán todas las dudas. Puig quiere aprovechar la ausencia de Oriol Pujol de primera fila para recuperar poder, pero eso no va a ser posible”, señala una fuente interna de CDC a El Confidencial.
Oriol Pujol abandonó tanto la presidencia del grupo parlamentario de CiU como su cargo de secretario general de Convergència tras ser imputado en el denominado caso ITV. “La reciente sentencia de Carlos Fabra, el presidente de la Diputación de Castellón, es muy clara con el presunto delito de tráfico de influencias. Y Oriol ni siquiera intentó influir de ninguna manera. Por tanto, esperamos que sea exonerado de sus cargos, aunque lo malo es que no sabemos cuánto va a durar el proceso”, añaden las fuentes.
Para los detractores de Puig, “en CDC hay, en estos momentos, suficiente liderazgo. Lo que pasa es que algunos confunden su propia expectativa con la realidad del partido”. Las funciones de Oriol Pujol como secretario general fueron asumidas por Josep Rull, secretario de Organización, y Lluís Corominas, vicesecretario general de Coordinación Institucional. “No estamos acostumbrados a un liderazgo dual, pero tanto Josep como Lluís tienen, de entrada, peso en la militancia y en el territorio. Un congreso extraordinario no tendría sentido en estos momentos”. Por ahora, aseguran, “nuestra prioridad es hacer una buena campaña para que se pueda hacer la consulta. Cuadros territoriales del partido, Gobierno, militantes… todos estamos por la campaña, porque el éxito de CDC es el éxito de la consulta. De momento, los que quieren remover sillones han de esperar, porque tenemos un partido sólido y con mucha gente implicada en el proyecto”.
Las últimas encuestas, que varían sustancialmente el mapa electoral catalán, han generado nervios en Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el principal partido de esta comunidad. Por primera vez en dos décadas y media, los convergentes pierden la mayoría en beneficio de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que ganaría unas hipotéticas elecciones que se celebrasen mañana mismo. El bajón de CiU es de órdago: podría perder de 14 a 16 escaños (actualmente tiene 50, muy lejos de la mayoría absoluta, que se sitúa en 68) y Esquerra podría llegar hasta los 37.
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