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“Jorge murió pegando tiros”: la historia del ataque a la embajada de Kabul
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el agente gabino murió intentando rescatar a su compañero

“Jorge murió pegando tiros”: la historia del ataque a la embajada de Kabul

Uno de los policías que estaban en la embajada narra lo sucedido con sus dos compañeros fallecidos. “Jorge trató de repeler a los talibanes que querían entrar en el edificio tras la explosión”

Foto: Soldados británicos trasladan uno de los cuerpos de los fallecidos en el ataque de Kabul. (Reuters)
Soldados británicos trasladan uno de los cuerpos de los fallecidos en el ataque de Kabul. (Reuters)

Uno de los nueve agentes de la Policía Nacional que protegían la embajada de España en Afganistán salió después de comer hacia el aeropuerto de Kabul para dar escolta a un empleado de la delegación. Cuando regresó, el ataque ya había empezado. Dentro del edificio había un grupo de terroristas talibanes del autodenominado Estado Islámico en Afganistán. Habían entrado después de que otro terrorista que formaba parte del mismo comando se inmolara accionando un coche cargado de explosivos junto a las puertas del edificio oficial. La detonación derribó las defensas que protegían la embajada y generó el desconcierto necesario para que el resto de talibanes pudiera entrar en el recinto.

Lo primero que encontró al regresar el agente que había ido al aeropuerto fue un cuerpo tendido en el suelo. Era su compañero Isidro Gabino San Martín, de 48 años, natural de La Bañeza (León). Los terroristas le habían alcanzado en un intercambio de disparos. Tenía heridas de bala pero aún estaba vivo. En un primer momento se informó de que las lesiones que presentaba no revestían gravedad. Pero Isidro murió en los brazos de su compañero, antes de que pudiera recibir atención médica.

Gabino había salido del edificio para buscar a su compañero Jorge García Tudela, de 47 años, originario de Granada. Con el caos de la explosión, Jorge se quedó aislado y expuesto al fuego de los terroristas. Los otros siete agentes que formaban parte del contingente corrieron rápidamente a cobijar al personal de la embajada en los dos refugios habilitados, siguiendo el protocolo de seguridad. Dos agentes acompañaron a un grupo de funcionarios a la zona del embajador y otros cinco policías condujeron a otras personas hasta el búnker de seguridad situado en otro edificio.

Cuando ambos grupos pudieron establecer contacto, descubrieron que Jorge no estaba en ninguno de los dos sitios. Fue entonces cuando en un acto cargado de heroísmo Gabino decidió buscar al compañero que había desaparecido. Los talibanes le disparon antes de que pudiera llegar hasta Jorge. Las heridas de bala acabaron provocándole la muerte.

Lo que Gabino no sabía cuando se armó de valor y salió a buscar a Jorge es que este había fallecido en los primeros minutos del ataque. El Ministerio de Presidencia informó de que la causa de la muerte del segundo agente se produjo como consecuencia de las heridas que le había provocado la onda expansiva del coche bomba. Pero fuentes policiales aseguran que “Jorge murió pegando tiros, al tratar de repeler a los talibanes que querían entrar en el edificio tras la explosión”.

El cuerpo de Jorge no apareció hasta que fueron abatidos todos los terroristas y concluyó el asalto. Interior informó finalmente de madrugada de que había un segundo policía muerto. En la operación de rescate intervinieron tropas de Estados Unidos, Noruega y soldados afganos. El ataque duró en total 11 horas.

Siete agentes sobre el terreno

Los otros siete agentes se encuentran en estos momentos en buen estado, según fuentes de la Dirección General de la Policía Nacional que han contactado con ellos. Algunos habrían informado en las últimas horas de las escenas que vivieron. Mensajes con sus supuestos testimonios circulan en foros policiales, aunque ninguna fuente oficial ha confirmado la autoría de esas impresiones. De hecho, la Dirección General negó que esos mensajes fueran ciertos.

"Todo arrasado, calculado, entró el coche bomba y al minuto los terroristas asaltaron la embajada", puede leerse textualmente en uno de estos mensajes. Hay otro testimonio en primera persona. “Mi subi [subinspector, Jorge García Tudela] lo asesinaron el primero cuando entraron en el edificio, su habitación esta en la planta 0. Al oír las primeras ráfagas desde el búnker donde están nuestras habitaciones, cogimos las armas y cerramos la puerta. La otra puerta de escape quedó dañaba de la onda expansiva y no la podíamos cerrar, así k no era seguro el sitio, gabi salió con otro compañero a ver si encontraba al Subi xq no nos contestaba y le dieron creo k desde la azotea donde ya se habían colocado para disparar a todo el k vieran".

Una puerta de chapa

La delegación se encuentra en el barrio de Embajadas de Kabul pero fuera de la Green Zona o zona de alta seguridad. Fuentes policiales explican que el complejo abarca aproximadamente una manzana y está compuesto por tres edificios distintos. El perímetro de seguridad lo protege un muro de cuatro metros de altura. Además, en la parte exterior, hay jardineras de aproximadamente tres metros cúbicos de capacidad llenas de tierra.

La embajada española estaba fuera de la Zona Verde de seguridad

La puerta principal estaba tapiada. Solo se podía entrar y salir por una puerta lateral situada en una calle no asfaltada por la que apenas se puede circular a 30 kilómetros por hora. Además, esa puerta estaba protegida por un portón de chapa, sin ningún tipo de blindaje. El motor que permitía abrir a distancia esa puerta se rompió hace varios meses, por lo que los agentes accedían empujando la puerta con la espalda mientras empuñaban con las dos manos el arma para protegerse.

Según las fuentes consultadas, en la embajada residían permanentemente durante los últimos meses 17 personas: cuatro agentes de seguridad estática, cuatro de seguridad dinámica (tres en la propia embajada y otro en la vivienda del embajador), seis funcionarios administrativos y tres intérpretes afganos. La seguridad perimetral estaba en manos de personal afgano contratado, en torno a 10 o 12 personas, aseguran las mismas fuentes.

Un Falcon militar partirá en las próximas horas hacia Afganistán para repatriar los cadáveres de los dos agentes fallecidos. En la aeronave también viajarán siete agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional que se han prestado voluntarios para dar el relevo a las víctimas del ataque. El avión despegará en cuanto tenga todos los permisos de Afganistán, algo que previsiblemente ocurrirá este mismo domingo. En el vuelo también irán los dos ataúdes para enterrar a los fallecidos.

Uno de los nueve agentes de la Policía Nacional que protegían la embajada de España en Afganistán salió después de comer hacia el aeropuerto de Kabul para dar escolta a un empleado de la delegación. Cuando regresó, el ataque ya había empezado. Dentro del edificio había un grupo de terroristas talibanes del autodenominado Estado Islámico en Afganistán. Habían entrado después de que otro terrorista que formaba parte del mismo comando se inmolara accionando un coche cargado de explosivos junto a las puertas del edificio oficial. La detonación derribó las defensas que protegían la embajada y generó el desconcierto necesario para que el resto de talibanes pudiera entrar en el recinto.

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