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Rivera arrastra al centro a Pablo Iglesias en el primer cara a cara de la precampaña
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DEBATE TELeVISIVO ENTRE LOS DOS CANDIDATOS

Rivera arrastra al centro a Pablo Iglesias en el primer cara a cara de la precampaña

En el primer debate entre ambos líderes, Rivera demostró ser un político más experimentado e Iglesias llegó a reconocer que su rival había sido "más solvente" en ocasiones

Foto: Un momento del encuentro entre Pablo Iglesias y Albert Rivera en 'laSexta'
Un momento del encuentro entre Pablo Iglesias y Albert Rivera en 'laSexta'

Era el cara a cara más esperado. Las dos estrellas políticas emergentes, Albert Rivera y Pablo Iglesias, debatieron frente a frente en una cafetería de barrio, concretamente en el distrito barcelonés de Nou Barris, concediendo a los ciudadanos una exhibición muy poco habitual en la ya denominada 'vieja política'. El escenario, por cierto, no debió ser cosa del azar teniendo en cuenta su singularidad política: en las elecciones del pasado mayo, las urnas se decantaron por Ada Colau (Barcelona en Comú), mientras que en las catalanas los ciudadanos apostaron por Inés Arrimadas para presidir la Generalitat.

[Test Rivera vs. Iglesias: ¿quién dijo qué en el esperado debate cara a cara?]

Antes de comenzar el esperado programa 'Salvados' de La Sexta en su vuelta a la parrilla televisiva, el 'hashtag' #AlbertVsPablo ya era el primer 'trending topic' nacional y los usuarios de Twitter comentaban únicamente expectativas. Pero a medida que el debate cogía forma, fue el líder de Ciudadanos el que recabó más apoyos con claridad. El debate entre ambos candidatos se ha traducido en un récord de audiencia histórico para el programa de Évole: 25,2% de 'share' y 5.214.000 espectadores.

Los políticos llegaron juntos a su encuentro con Jordi Évole tras compartir trayecto en un mismo coche. Y ya desde el inicio se observaba a un Albert Rivera experimentado en el mundo de la política -que sabía no respetar turnos de palabra- y un contrincante, el líder de Podemos, bastante más prudente, que confesó a su rival echar de menos el anonimato al sentarse en un bar cualquiera a tomar un café.

Podía parecer que lo único que tendrían en común sería la lucha contra el bipartidismo. Pero no fue así. Por poner algunos ejemplos, ambos suprimirían la ley mordaza -o la mayoría de los artículos- si llegaran a La Moncloa, consideran que deben prohibirse los indultos a políticos, obligarían a la Iglesia a pagar el IBI “como a todo el mundo”, no financiarían escuelas que segreguen por sexo, eliminarían (en el caso de Rivera) o revisarían minuciosamente (según Iglesias) el concierto vasco. Ninguno indemnizaría a Florentino por el proyecto Castor y ambos condenarían el franquismo en sede parlamentaria. Incluso el propio Pablo Iglesias bromeó con estupor: "Si seguimos así, nos presentamos juntos".

Más allá del mero chascarrillo, sorprendió ver afinidad entre ambos candidatos durante un cara a cara en tono amigable que solo contó en alguna ocasión con un Albert Rivera haciendo claros intentos por distinguirse de las propuestas de Iglesias. “Ustedes quieren una banca pública, ya la hemos tenido, miren a Bankia y lo que nos ha costado” o “son partidarios de nacionalizar todos los servicios públicos de un país y que no haya competencia”, acusaba el catalán al todavía eurodiputado. 'Acusaciones' de las que el líder de Podemos se defendió: “A las eléctricas, por ejemplo, les diría que si no garantizan el derecho a los ciudadanos recogido en la Constitución, tal vez esa empresa debería ser pública”.

Iglesias llegó a reconocer que su rival había conseguido parecer “más solvente”, al aceptar que algunos votantes “no se fían” de su formación, a la que consideran “incapaz de cuadrar las cuentas”, e incluso aceptó haber moderado el discurso de su partido durante el último año, algo de lo que sus bases lo han acusado en más de una ocasión. Solvente considera también el presidente del BBVA, Francisco González, al político barcelonés, a quien incluso llamó en una ocasión para charlar con él, según se recordó en el programa. Iglesias. por su parte, reconoció que a él no lo ha llamado ningún banquero ni gran empresario, aunque sí aseguró que si surgiera la oportunidad, acudiría encantado.

El debate se centró en asuntos económicos, sobre los que Ciudadanos se define “más liberal”, un bloque que se suponía que destacaría el antagonismo entre ambos líderes. Tampoco fue así. Las propuestas de Iglesias resultaron más descafeinadas de lo que cabía esperar. En los contratos, Rivera explicó la estrella de su programa elaborado por Luis Garicano: contrato único que garantice igualdad de oportunidades ante la precariedad laboral que existe por los llamados 'contratos basura'. Un diagnóstico compartido por Iglesias que, sin embargo, dijo apostar por la subida de salarios -y especialmente el mínimo interprofesional- para reactivar la economía.

También los dos líderes emergentes estuvieron de acuerdo en apoyar a las pequeñas y medianas empresas, que en términos del de Podemos, “son las que llevan la economía sobre los hombros”. Otro punto en común entre los candidatos a la Presidencia del Gobierno y que probablemente sorprendería a más de un ciudadano fue que reconocieron no revisar muy a menudo los movimientos de su cuenta bancaria, esa que notifica los ingresos y gastos.

Tuvo que llegar el final del programa para ver un verdadero enfrentamiento ideológico. Y fue a raíz del tema de máxima actualidad -el desafío independentista de Cataluña-, aunque de sobra son conocidas las posturas de ambos. Rivera reiteró la necesaria unidad del país, desechando cualquier referéndum e insistiendo en que “lo que hay que hacer es que los catalanes se reenganchen al proyecto común de España”. E Iglesias, como ya ha explicado en muchas ocasiones, reconoció que su partido "quiere que Cataluña siga siendo parte de España", pero volvió a mostrarse partidario de una consulta en la que los catalanes voten si quieren marcharse o “seguir formando parte del país como nación”.

En el aire está el futuro de Cataluña tras el 27-S y también si habrá nuevos debates con el resto de candidatos a La Moncloa. Es el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien se ha negado en redondo a verse las caras con sus rivales. Por lo menos, hasta este domingo. Por su parte, el socialista Pedro Sánchez decidió cambiar de idea hace apenas una semana, cuando anunció que "debatirá con todos y de todo", retirando la condición impuesta hasta entonces: que Rajoy estuviera en el duelo dialéctico. Sánchez, presionado por la imparable nueva forma de hacer política, decidió desmarcarse de la estrategia compartida con el jefe del Ejecutivo, y aceptó los "riesgos" que suponen Podemos y Ciudadanos en el nuevo mapa electoral.

Era el cara a cara más esperado. Las dos estrellas políticas emergentes, Albert Rivera y Pablo Iglesias, debatieron frente a frente en una cafetería de barrio, concretamente en el distrito barcelonés de Nou Barris, concediendo a los ciudadanos una exhibición muy poco habitual en la ya denominada 'vieja política'. El escenario, por cierto, no debió ser cosa del azar teniendo en cuenta su singularidad política: en las elecciones del pasado mayo, las urnas se decantaron por Ada Colau (Barcelona en Comú), mientras que en las catalanas los ciudadanos apostaron por Inés Arrimadas para presidir la Generalitat.

Luis Garicano Jordi Évole Inés Arrimadas Francisco González
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