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100 días de Griñán: nuevas formas, la misma política de Chaves
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BALANCE DE LA GESTIÓN DEL PRESIDENTE DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA

100 días de Griñán: nuevas formas, la misma política de Chaves

¿Nuevas políticas? Más bien nuevas formas. José Antonio Griñán, que aún no ha conseguido que de una forma generalizada los medios de comunicación le llamen Pepe,

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100 días de Griñán: nuevas formas, la misma política de Chaves

¿Nuevas políticas? Más bien nuevas formas. José Antonio Griñán, que aún no ha conseguido que de una forma generalizada los medios de comunicación le llamen Pepe, como él desea, prometió su cargo el 23 de abril, Día del Libro. Acompañado de su familia, Griñán quedó investido como presidente de la Junta de Andalucía. Tiene 63 años. Sucedía a Manuel Chaves, casi 19 años como jefe del Ejecutivo andaluz.
 
Si hay una palabra que sirva para definir la política de Griñán es la del continuismo de la etapa Chaves, su íntimo amigo, y de quien se considera discípulo políticamente. Hasta ahora el presidente del Gobierno andaluz no ha logrado imponer un velocidad de crucero en su Ejecutivo, de escaso relieve político y sí más técnico, más tecnócrata que el anterior, que lo dominaba la figura del vicepresidente Gaspar Zarrías, desplazado a Madrid para formar parte del núcleo duro de Chaves en el Ministerio de Política Territorial.
 
El principal problema de Griñán radica en que se ha encontrado con una Andalucía azotada por el paro. La comunidad autónoma, la más poblada de España (ocho millones de habitantes) ya ha alcanzado el millón de desempleados, 998.700 personas, según los datos de la EPA. La tasa de paro es del 25,41%. Los servicios de estudios de Cajasol y Unicaja (Analistas Económicos de Andalucía) también lo certifican. AEA vaticina un 30% de tasa de desempleo para finales de este año.

La negociación de la financiación autonómica, que se cerró para la Junta de un modo positivo y para la oposición, como es lógico, de un forma radicalmente negativa para los intereses de los andaluces, y el pago de la deuda histórica en especies han sido dos de los capítulos más polémicos de estos tres meses largos de Gobierno. Estos asuntos son en los que más se ha empleado a fondo la Consejería de Economía y Hacienda, donde trabajaba antes Griñán, que nombró para este cargo a la que fue su viceconsejera, Carmen Martínez Aguayo.
 
La nueva titular de Economía también se ha encontrado con una aceleración en el proceso de fusiones de las cajas andaluzas, capitaneado por Unicaja tras los principios de acuerdo con Cajasur y Caja de Jaén. Griñán no ha dudado en aspirar a una entidad andaluza que compita directamente con las gigantes La Caixa y Caja Madrid.
 
El presidente de la Junta, un tipo culto y reservado, poco amigo hasta hace 100 días de los focos, a pesar de haber sido ministro de Trabajo y Sanidad con Felipe González, se ha planteado como si fuera una tarea de evangelización laica convencer a la ciudadanía de los valores de la excelencia y la cultura del esfuerzo. Por eso ya ha anunciado que los presupuestos de 2010 serán restrictivos, pero que en materia de Educación sí que habrá un aumento de medios, intentando que Andalucía abandone el farolillo rojo educativo, como ya denunció el informe Pisa.
 
La descentralización, que se traducía en su intención de otorgar más poder a las entidades locales, también fue una de sus promesas. El consejero de Gobernación, Luis Pizarro, el hombre que controla el aparato del PSOE-A, es el encargado de esta misión. Pero poco o casi nada se ha avanzado. Si acaso lo que ha hecho Griñán, que sí ha visitado cada provincia al menos en dos ocasiones, es incumplir su promesa de viajar a la provincia malagueña cada 15 días. El delegado del Gobierno en funciones de la Junta de Andalucía en Málaga, Enrique Benítez, da su versión: "Hay que hacer un balance cuando pase un tiempo razonable", justifica el político socialista en declaraciones a El Confidencial.

Griñán sí ha querido dejar claro que seguirá como presidente de la Junta hasta final de legislatura. Es más, dice que el cargo le rejuvenece. También que de continuar las cosas tal y como están también se presentará a las elecciones de 2012. Incluso Chaves también le ha brindado la oportunidad de ser el secretario general del PSOE andaluz dentro de tres años, pero Griñán, por el momento, pretende apartar de él este, quizá, envenenado cáliz.

¿Nuevas políticas? Más bien nuevas formas. José Antonio Griñán, que aún no ha conseguido que de una forma generalizada los medios de comunicación le llamen Pepe, como él desea, prometió su cargo el 23 de abril, Día del Libro. Acompañado de su familia, Griñán quedó investido como presidente de la Junta de Andalucía. Tiene 63 años. Sucedía a Manuel Chaves, casi 19 años como jefe del Ejecutivo andaluz.
 
Si hay una palabra que sirva para definir la política de Griñán es la del continuismo de la etapa Chaves, su íntimo amigo, y de quien se considera discípulo políticamente. Hasta ahora el presidente del Gobierno andaluz no ha logrado imponer un velocidad de crucero en su Ejecutivo, de escaso relieve político y sí más técnico, más tecnócrata que el anterior, que lo dominaba la figura del vicepresidente Gaspar Zarrías, desplazado a Madrid para formar parte del núcleo duro de Chaves en el Ministerio de Política Territorial.
 
El principal problema de Griñán radica en que se ha encontrado con una Andalucía azotada por el paro. La comunidad autónoma, la más poblada de España (ocho millones de habitantes) ya ha alcanzado el millón de desempleados, 998.700 personas, según los datos de la EPA. La tasa de paro es del 25,41%. Los servicios de estudios de Cajasol y Unicaja (Analistas Económicos de Andalucía) también lo certifican. AEA vaticina un 30% de tasa de desempleo para finales de este año.

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