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Celsa, la mayor industria de Cataluña, alarma a la banca por sus 2.700 millones de deuda
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vuelve a pedir refinanciar su pasivo

Celsa, la mayor industria de Cataluña, alarma a la banca por sus 2.700 millones de deuda

La compañía vuelve a pedir a sus acreedores refinanciar el pasivo y las líneas de circulante, petición que provoca temor debido al desplome del sector metalúrgico a nivel mundial

Foto: Francesc Rubiralta Rubió, presidente del Grupo Celsa.
Francesc Rubiralta Rubió, presidente del Grupo Celsa.

El contexto internacional está poniendo en un serio aprieto a Celsa. Pese a que la atención principal del sistema financiero está puesta en Abengoa, que hoy tiene su enésimo 'match ball' para conseguir un nuevo crédito urgente, a la banca le empieza a preocupar el futuro a medio plazo de Celsa, la primera compañía industrial de Cataluña. La empresa siderúrgica adeuda 2.700 millones de euros a los acreedores, los cuales recelan de que puedan cobrar a tiempo, dado el desplome del sector metalúrgico a nivel mundial.

Según indican fuentes financieras, la familia Rubiralta, dueña de Celsa, ha pedido a la banca comenzar a renegociar el pasivo y las líneas de circulantes, cuyos vencimientos ya fueron extendidos en 2013 hasta 2017 y 2018. No obstante, por el camino, la empresa debía hacer frente a pequeñas amortizaciones entre 2014 y 2015, cantidades -apenas 57 millones- que no pudo atender en su totalidad. Una situación que llevó a la banca a dar una patada adelante, similar a la que le había concedido seis meses antes.

El próximo hito que tiene que superar Celsa llegará el próximo verano, después de no haber podido llevar a cabo la venta de su filial en Noruega, una de las condiciones que le exigieron los acreedores para darle más plazo para pagar. Los Rubiralta no han encontrado compradores al precio previsto, por lo que se niegan a desprenderse de este activo por las pérdidas que generaría en su balance.

Aunque Caixabank, Sabadell y Santander le han dado su apoyo, en el mercado secundario de deuda pública ya se han visto ventas de parte de los créditos de Celsa, los cuales han sido vendidos con un fuerte descuento sobre su valor nominal. Es decir, algunos bancos prefieren salirse perdiendo dinero por el riesgo a que las minusvalías sean mayores en el futuro. La multinacional tiene que hacer frente a un pago de 600 millones en 2017, que se avecina imposible de afrontar si está teniendo verdaderos problemas para devolver apenas 57.

Celsa sacó adelante la refinanciación de 2013 pese a la reticencia de varias entidades extranjeras, como ING, Royal Bank of Scotland, Natixis y BNP Paribas. La compañía tuvo que recurrir a una decisión judicial para que el acuerdo alcanzado con la mayoría pudiera obligar al resto, acto conocido como homologación. Una decisión que en aquel momento fue pionera y a la que después se han acogido otras sociedades como FCC.

La compañía siderúrgica, que emplea a cerca de 7.000 personas, está sufriendo la paralización del sector a nivel mundial, lo que está impactando en sus ventas y en su beneficio operativo. El grupo arrastra un fondo de maniobra negativo de cerca de 300 millones. Fuentes financieras indican que el mejor termómetro para medir el estado de salud de Celsa es el desplome de competidores como Arcelor y Acerinox. La primera se ha hundido un 61% en los últimos 12 meses, mientas que la segunda ha perdido más del 50% de su valor.

El contexto internacional está poniendo en un serio aprieto a Celsa. Pese a que la atención principal del sistema financiero está puesta en Abengoa, que hoy tiene su enésimo 'match ball' para conseguir un nuevo crédito urgente, a la banca le empieza a preocupar el futuro a medio plazo de Celsa, la primera compañía industrial de Cataluña. La empresa siderúrgica adeuda 2.700 millones de euros a los acreedores, los cuales recelan de que puedan cobrar a tiempo, dado el desplome del sector metalúrgico a nivel mundial.

Celsa Group Francisco Rubiralta
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