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Amancio Ortega duplica su patrimonio inmobiliario en las rebajas del ladrillo
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ronda los 5.000 millones

Amancio Ortega duplica su patrimonio inmobiliario en las rebajas del ladrillo

En los siete años de crisis, el empresario ha tejido un nuevo abrigo para su fortuna personal, tras deshilachar la capa de sicavs que tenía hasta entonces

Foto: Amancio Ortega. (Gtres)
Amancio Ortega. (Gtres)

Hace siete años, el empresario más admirado de España empezó a tejer un nuevo abrigo para su fortuna personal. Con los hilos de oro de la capa de sicavs que formaban Keblar, Alazán y Gramela, Amancio Ortega decidió volver a marcar tendencia, romper con los viejos patrones y subirse a la pasarela de las rebajas inmobiliarias que estaban a punto de empezar en gran parte del mundo.

Entre 2007 y 2010, el empresario gallego pasó de aglutinar más de 1.000 millones en estas sociedades a liquidarlas por completo. El dinero se lo llevó a adquirir edificios emblemáticos en París, Londres, Berlín, Nueva York o Chicago, sin olvidar España, donde se ha hecho con la mitad de los edificios de oficinas más codiciados del Paseo de la Castellana (con Torre Picasso a la cabeza), varias joyas arquitectónicas del barcelonés Paseo de Gracia y el bilbaíno número 83 de la Gan vía de López de Haro, que alberga un hotel de NH.

Con la paciencia de una costurera y el buen hacer de un sastre, Ortega ha conseguido duplicar en los últimos siete años su patrimonio inmobiliario, al pasar de los 2.800 millones en que tasadores independientes valoraron, de manera oficial, la fortuna en inmuebles de Pontegadea al cierre de 2007, al entorno de los 5.000 millones en que se mueve actualmente. En la memoria de 2013, último ejercicio completo con cifras auditadas, la firma patrimonialista del fundador de Inditex reconocía ya que su fortuna inmobiliaria superaba los 4.200 millones de euros, cifra que 12 meses después ha sido batida con importantes adquisiciones, financiadas en gran parte con los más de 800 millones de dividendo que percibe de Inditex.

Si Ortega protagonizó el inicio del curso inmobiliario de 2014 con la noticia de que se había hecho con la tienda de Apple en la calle Colón de Valencia, con la antigua sede de Banesto en la barcelonesa Plaza de Cataluña y con un edificio en pleno pulmón comercial de Manhattan, este nuevo ejercicio también ha llegado cargado de jugosas adquisiciones, como la sede de Rio Tinto en Londres, por la que ha pagado 265 millones de libras esterlinas (unos 335 millones de euros) o el inmueble de 4.400 metros cuadrados que acaba de comprar en pleno SoHo neoyorquino a través de Inditex, por 280 millones de dólares (236 millones de euros), y donde abrirá este mismo año un nuevo Zara.

El empresario está sabiendo aprovechar las oportunidades inmobiliarias tanto para seguir cimentando su fortuna personal, como para construir un selecto patrimonio dentro de su buque insignia. Como si de un traje a medida se tratara, el grupo de moda ha hecho cuatro excepciones a su norma de ubicar siempre sus tiendas en locales de alquiler y en los últimos cuatro años se ha hecho con el 666 de la Quinta Avenida de Nueva York, por 324 millones de dólares; con el inmueble que alberga la primer tienda Zara en Italia, ubicado el Corso Vittorio Emanuele II de Milán, junto al Duomo, por 103 millones; y el londinense edificio que viste la esquina de las calles Oxford y New Bond, uno de los corners comerciales de referencia a nivel global, por 155 millones de libras.

El hecho de que las cuatro únicas adquisiciones inmobiliarias que ha realizado directamente Inditex se sitúen en las principales arterias de las grandes capitales de la moda internacional no es precisamente casualidad. El salto de dimensión que ha dado Ortega con su patrimonio en inmuebles ha estado liderado por las compras en el exterior, como demuestra el dato de que sus inversiones inmobiliarias en el extranjero hayan pasado de 1.204 millones en 2007 a 2.536 millones al cierre de 2013, como ya se ha señalado, último ejercicio con datos oficiales.

Fue justo en los últimos días de ese año cuando Amancio Ortega realizó su octava gran adquisición en Londres, ciudad donde posee varios inmuebles en la comercial Oxford Street, al comprar la Devonshire House, joya arquitectónica de la capital británica y con salida a la siempre concurrida Picadilly Street. Esta operación es la mayor inversión inmobiliaria de Pontegadea conocida hasta el momento: 400 millones de libras o 511 millones de euros al cambio actual.

Coincidencia o consecuencia, al acertado olfato inmobiliario de las adquisiciones de Ortega se ha sumado un beneficioso efecto divisa, cuyos principales frutos se han visto en el último año. Pontegadea concentra la mayoría de sus inversiones internacionales en Estados Unidos, donde cuenta con cerca de una docena de ubicaciones emblemáticas -repartidas por Boston, San Francisco, Washington, Beverly Hills, Chicago y Nueva York- y Reino Unido, dos países cuyas respectivas divisas, el dólar y la libra, se han revalorizado un 13,4% y un 6,7% frente al euro durante 2014.

Además, el pasado verano, realizó su primera incursión en Canadá, con la compra de un inmueble en Toronto por 255 millones de dólares canadienses, que al tipo de cambio del pasado junio, cuando se acordó la transacción, equivalían a unos 175 millones de euros, frente a los 182 millones actuales. Este círculo virtuoso de codiciados inmuebles ubicados en zonas prime de las principales capitales del mundo se completa con el perfil del inquilino de Pontegadea, sobre todo grandes corporaciones y, en menor medida, cadenas hoteleras, lo que confiere un colchón de seguridad a la medida de un patrimonio conservador. De hecho, se estima que menos del 1% de la cartera inmobiliaria de Pontegadea son viviendas.

París y Berlín, otras dos grandes capitales de la moda, también cuentan con la firma de Pontegadea en sus principales pasarelas. En la ciudad del Sena, Ortega es casero de Apple, como también ocurre en Barcelona y Valencia, y dueño del número 116 de los Campos Elíseos, mientras que en Alemania cuenta desde hace siete años con un edificio de 50.500 metros cuadrados en Friederichstrasse 66-70, un inmueble de oficinas que acoge a importantes multinacionales.

Aunque su presencia en estas urbes todavía dista mucho de la vista en Londres o Nueva York, el empresario está decidido a convertir París en uno de sus principales escaparates, donde está activamente buscando oportunidades. De hecho, el pasado ejercicio, Le Figaro publicó que Pontegadea había ofrecido 1.200 millones de euros por una veintena de edificios en los principales barrios de París, aunque un fondo árabe terminó arrebatándole el premio. El empresario también se interesó por la venta de Realia, antes de que ésta de deshiciera de su filial gala SIIC de París.

Su interés por el país vecino queda reflejado en las tres sociedades galas que forman parte del holding Pontegadea de Inversiones -Pontegadea France, Madeleine 10 SAS y 26 Rue Villiot SAS- y que demuestran que los maniquíes ya están listos para ser vestidos por el gran empresario de la moda. Ahora sólo falta el traje, y su precio promete ser jugoso, porque como dijo Enrique IV, "París bien vale una Misa". Y Pontegadea, con un beneficio que supera los 2.500 millones y unos ingresos por alquileres comprometidos que baten los 3.300 millones, puede pagar la bula.

Hace siete años, el empresario más admirado de España empezó a tejer un nuevo abrigo para su fortuna personal. Con los hilos de oro de la capa de sicavs que formaban Keblar, Alazán y Gramela, Amancio Ortega decidió volver a marcar tendencia, romper con los viejos patrones y subirse a la pasarela de las rebajas inmobiliarias que estaban a punto de empezar en gran parte del mundo.

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