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Santander, BBVA y La Caixa sólo entrarán en el banco malo a cambio de activos
  1. Economía
NO ESTÁN DISPUESTOS A APORTAR CAPITAL

Santander, BBVA y La Caixa sólo entrarán en el banco malo a cambio de activos

La configuración del banco malo, como corresponde a una denominación tan poco agraciada, está dando bastantes más quebraderos de cabeza de los que cabría esperar. La

Foto: Santander, BBVA y La Caixa sólo entrarán en el banco malo a cambio de activos
Santander, BBVA y La Caixa sólo entrarán en el banco malo a cambio de activos

La configuración del banco malo, como corresponde a una denominación tan poco agraciada, está dando bastantes más quebraderos de cabeza de los que cabría esperar. La necesidad ineludible de asegurar el control privado de la futura entidad encargada de gestionar los activos inmobiliarios del sector financiero está deparando un tenso tira y afloja entre el Gobierno y la gran banca española, con los representantes del BCE, FMI y Comisión Europea como excepcionales testigos de excepción.

El triunvirato formado por el Banco Santander, el BBVA y La Caixa ha aceptado a regañadientes la invitación extraoficial que el ministro de Economía, Luis de Guindos, les ha cursado para participar en el accionariado de esa Sociedad de Gestión de Activos (SGA). A la fuerza ahorcan pero nunca a cualquier precio y por eso los grandes del sector están cerrando filas para no dejarse pelos en la gatera del proyecto. Dicho en plata, ninguno quiere poner capital a cambio de acciones del banco malo y lo más que reconocen es la posibilidad de financiar su participación con la transmisión de algunos de sus propios activos inmobiliarios.

Las grandes entidades financieras del país están más pendientes de sus propios balances que de lo que pueda deparar el banco malo y eso acentúa los problemas para que Santander, BBVA y La Caixa entren con aportaciones de capital en la nueva Sociedad de Gestión de Activos. Si los precios de transferencia fueran muy bajos no sería tan oneroso poner dinero ya que la operación rendiría pingües beneficios de manera más o menos rápida, pero el problema es que son los propios bancos buenos los que exigen que no haya fuertes descuentos en los activos que finalmente sean traspasados al banco malo.

Los tres grandes están también muy enladrillados y no admiten que la futura SGA les baje el listón de los precios que ellos mismos están pidiendo en el mercado por los pisos, el suelo o la deuda que han tenido que tragarse como consecuencia de la burbuja inmobiliaria. En consecuencia, si el descuento no es muy grande las posibilidades de que el banco malo se cambie algún día de apellido son remotas y por eso sus eventuales socios privados lo más que están dispuestos a aportar son más activos; es decir, más ladrillo a cambio de acciones.

El Gobierno está atrapado en su afán de conseguir que las ayudas destinadas al banco malo no se computen como deuda pública y para eso el FROB que dirige Antonio Carrascosa intentó en su día apoyarse en las muletas del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) como instrumento para canalizar la participación accionarial mayoritaria en la citada Sociedad de Gestión de Activos. Los vigilantes de la playa comunitaria se opusieron a esta iniciativa ampliando desde entonces su nivel de supervisión sobre los aspectos básicos que conformarán la financiación y gestión del célebre banco malo.

La troika está ojo avizor sobre todos los pormenores del banco malo, un proyecto que consideran la piedra angular para el saneamiento del sistema bancario español y la reactivación del mercado inmobiliario. En este doble objetivo es fundamental para los supervisores internacionales que el banco malo garantice la mejor gestión de los activos y han “sugerido” que la comercialización se efectúe a partir de paquetes mixtos incorporando producto terminado, suelo y crédito promotor. Además consideran que será fundamental que la operación comercial se realice por expertos ajenos a los propios bancos en proceso de reestructuración. Las entidades financieras están deseando colocar sus equipos de ventas al banco malo y han pedido que el Gobierno les conceda un año de transición durante el cual seguirán manteniendo el control de la gestión. El problema para todos; los bancos buenos y los que no lo están tanto es que Europa vigila de cerca y no va a consentir que el banco malo sea todavía peor de lo que las circunstancias de la economía española aconsejan. 

La configuración del banco malo, como corresponde a una denominación tan poco agraciada, está dando bastantes más quebraderos de cabeza de los que cabría esperar. La necesidad ineludible de asegurar el control privado de la futura entidad encargada de gestionar los activos inmobiliarios del sector financiero está deparando un tenso tira y afloja entre el Gobierno y la gran banca española, con los representantes del BCE, FMI y Comisión Europea como excepcionales testigos de excepción.