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El Atlético se empieza a creer campeón
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un golazo de saúl acerca el viaje a milán

El Atlético se empieza a creer campeón

El Atlético de Madrid abortó todos los ataques de Guardiola, que dejó a Müller y Ribéry en el banquillo, y una maravilla de Saúl deja a los rojiblancos al borde de su segunda final en tres temporadas

Foto: El golazo de Saúl decidió el partido. (Kiko Huesca/EFE)
El golazo de Saúl decidió el partido. (Kiko Huesca/EFE)

Unos dirán que el Atleti ya está en Milán; otros, más cautos, reconocerán que aún queda mucho, que siempre puede aparecer el fantasma de Georg Schwarzenbeck en Múnich y despertarles otra vez del sueño. Pero una realidad es innegable: el Atlético de Madrid hace ya tiempo que se cree campeón. Este equipo es capaz de cualquier cosa, de ganar al campeón de Europa y de ganar siendo muy superior (durante muchas fases, no todas) al mejor equipo alemán de la historia, entrenado por el mejor entrenador de la historia. Y lo hace como lo hacen los grandes, con un gol que pasará a la posteridad como uno de los más bellos de los rojiblancos en Europa. Puede que no levante la Copa de Europa, incluso que ni siquiera llegue a la final. Pero este Atleti ya se cree campeón.

[Atlético de Madrid: una historia de fe]

La culpabilidad de Pep Guardiola en la realización del partido del Bayern es total, por supuesto. Él mismo asumirá su responsabilidad, pues las decisiones principales que tomó en la composición del once titular ya de primeras dejaban dudas, pese a que la idea en su cabeza, como en la de unos cuantos cuando lo vimos, encajaba. Pep, en el Barça, siempre quiso jugar con un delantero centro, una referencia ofensiva que, además, entendiese su irrelevancia en el juego posicional durante muchas fases del partido. Ibrahimovic y Villa, por diferentes motivos, no fueron lo que él buscaba. Tampoco Mandzukic. Sí lo es Lewandowski. Por eso, en ningún caso se planteó tocar a su ‘9’. Sí al que le acompaña. No estaba Müller.

Tomó una decisión muy similar a la de la temporada 2013-14, cuando le tocó en semifinales jugar en el Bernabéu la ida. Aquel día, como este, apostó por tres jugadores en el centro del campo y tres en ataque para dominar desde la posesión del balón y así, con los extremos, abrir el campo lo máximo posible. A diferencia de entonces, cuando sí perturbó asiduamente la meta de Casillas, Oblak pasó la primera parte más cómoda en semanas. Los brazos al viento de Lewandowski protestando alguna decisión contraria de Clattenburg o una decisión, según él, equivocada de un compañero fue lo que más vio el esloveno.

Xabi Alonso, el viejo zorro

Se esperaba, en el puesto de Coman, a Müller, y se esperaba en el lugar de Thiago a Ribéry. O al revés, como prefieran ustedes, que en este caso el orden no altera el producto. Es decir, se esperaba un 4-2-4, y acabó siendo al final un 4-3-3. A partir de ahí, el resumen del partido se puede hacer a través únicamente de dos futbolistas: Saúl por el lado local y Thiago por el lado visitante. El internacional entró al campo para ejercer de último pasador, de enlace decisorio entre la medular y la delantera. Pero no pagó con acierto y sí con errores la titularidad que le entregó su entrenador. Thiago es un jugador descomunal de puntadas de hilo de oro con habilidad para desbordar y organizar al que siempre le sobra un detalle.

No entendió qué necesitaba el partido, no entendió lo que requería el escenario y el rival ante el que se encontraba. Para ganar al Atleti es indispensable una agilidad mental en la toma de decisiones altísima, es decir, saber antes de recibir cuál es el siguiente pase. El Cholo, aprovechando que Carrasco no estaba, recuperó a sus cuatro pivotes, invitando al Bayern a buscar los costados y negándole el centro. Vidal y Thiago se enredaron en la tela de araña y solo Xabi Alonso, viejo zorro, se dio cuenta de qué iba la historia. Jugaba a un toque, dos como mucho, rápido, al hombre libre, al hueco a ser posible. La rectificación de Guardiola, incorporando a Ribéry y Müller llegó en el segundo tiempo, pero el daño estaba ya hecho.

Goles de oro

Piensen una cosa. Diego Pablo Simeone no confiaba en Saúl Ñíguez. No era un jugador de su absoluto agrado, sino un complemento para los jugadores que sí la tenían. En enero, su salida estaba prácticamente hecha. El Valencia, y sobre todo, el Arsenal, lo querían más que el Cholo. Pero se lesionó Tiago Mendes de gravedad. Aún hoy no ha vuelto a jugar. Y Saúl se tuvo que quedar. Meses después de aquello, ese chico de Elche al que rechazó el Real Madrid, ha puesto un pasito más cerca al Atlético de Madrid de jugar su segunda final de la Copa de Europa en tres años.

Ese chaval voluntarioso y cabezota, con las vicisitudes de la desgracia de un compañero de por medio, decidió que iba a aprovechar la oportunidad que le dio el destino y ganarse un puesto. Cualquiera se lo quita ahora, tanto en el Atleti como en la Selección, y eso que aún no ha debutado. Pero hay ocasiones en las que un gol te vale una Eurocopa. Y ese gol de Saúl vale mucho más que eso incluso. Saúl, que jugaba de central en el Rayo, cogió un balón en el centro del campo y sin miramientos encaró a Thiago, Xabi y Vidal, y de los tres se marchó con exquisita técnica. No encontrando un compañero al que pasarle el balón, encaró también a Bernat, al que dejó cortado, y después a Alaba, ya dentro del área. Se abrió hueco y con la zurda la puso en la base del poste de Neuer. El chico de los goles de oro.

El antídoto

Reabra usted si se atreve a un Atleti en ventaja en el marcador. Me atrevería a decir que la de esta noche fue una de las mayores pruebas que le puso el fútbol a Guardiola como entrenador, junto con el Madrid de Mourinho. El Atleti, de una ideología futbolística antagónica al de Sampedor, ha resultado ser el antídoto al juego posicional de Pep. Al Bayern, a este Bayern, no le vas a convencer a encarar al Atleti de otra manera que no sea la que impuso Guardiola en junio de 2013. Bascular el balón hacia un costado para matar por el contrario, esa es la base del estilo de Guardiola, heredado de Cruyff. No sirvió de absolutamente nada. La primera ocasión del Bayern provino precisamente de un balón largo de Neuer.

No había huecos. Y eso Pep lo sabía. También sabía Simeone qué le esperaba, y después de ocho años ya con Guardiola en la élite, acertó de lleno en cómo evitar ser superado. Qué digo ser superado, ser simplemente molestado.

Todo por el compañero

La solidaridad defensiva del Atleti es digna de un estudio social. Todo por el compañero, por el amigo que está esforzándose tanto o más que tú y al que no puedes traicionar con falta de esfuerzo, con errores estúpidos. Koke sentía eso por Filipe, y Saúl, pese a su heroicidad, también se entregaba por Juanfran. Y como los demás también sentían el amor por el prójimo, Griezmann se colocaba entre pivotes para echar una mano, Augusto mentía a la lógica y se multiplicaba y Gabi aprovechaba tener siete pulmones para correr más que Usain Bolt perseguido por un lobo.

El Bayern, por supuesto, encerró al Atleti, pero porque al Atleti le dio la gana. Lo hizo como hace siempre ante un grande cuando gana, porque se siente comodísimo en ese juego de víctima, porque es así como triunfa. Ribéry abrió el campo, Müller se metió entre líneas, pero el resultado volvieron a ser los brazos quejosos de Lewandowski, las manos en la calva de Pep y las peticiones de ánimo del Cholo a la grada. Tres semifinales ante equipos españoles, y tres derrotas en la ida sin marcar. Tercera vuelta en Múnich. ¿Qué solución se inventará Guardiola?

Ficha técnica:

1 - Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Giménez, Savic, Filipe; Saúl (Thomas, m. 84), Gabi, Augusto, Koke; Griezmann y Fernando Torres.

0 - Bayern Múnich: Neuer; Lahm, Javi Martínez, Alaba, Bernat (Benatia, m. 76); Thiago (Müller, m. 70), Xabi Alonso, Vidal; Coman (Ribery, m. 63), Lewandowski y Douglas Costa.

Gol: 1-0, m. 10: Saúl bate a Neuer tras regatear a cuatro rivales.

Árbitro: Mark Clattenburg (Inglaterra). Amonestó al local Saúl (m. 83) y a los visitantes Douglas Costa (m. 39), Xabi Alonso (m. 82) y Neuer (m. 82).

Incidencias: partido de ida de las semifinales de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 55.000 espectadores. Lleno. El rey Felipe VI presenció el encuentro desde el palco.

Unos dirán que el Atleti ya está en Milán; otros, más cautos, reconocerán que aún queda mucho, que siempre puede aparecer el fantasma de Georg Schwarzenbeck en Múnich y despertarles otra vez del sueño. Pero una realidad es innegable: el Atlético de Madrid hace ya tiempo que se cree campeón. Este equipo es capaz de cualquier cosa, de ganar al campeón de Europa y de ganar siendo muy superior (durante muchas fases, no todas) al mejor equipo alemán de la historia, entrenado por el mejor entrenador de la historia. Y lo hace como lo hacen los grandes, con un gol que pasará a la posteridad como uno de los más bellos de los rojiblancos en Europa. Puede que no levante la Copa de Europa, incluso que ni siquiera llegue a la final. Pero este Atleti ya se cree campeón.

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