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Cristiano se cobra en Da Luz la deuda que tenía pendiente desde la Euro 2004
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Cristiano se cobra en Da Luz la deuda que tenía pendiente desde la Euro 2004

Cristiano Ronaldo volvía al estadio del Benfica diez años después de perder la final de la Eurocopa con Portugal. Esta vez, salió victorioso y además, marcó

Foto: Cristiano celebra su gol al Atlético de Madrid.
Cristiano celebra su gol al Atlético de Madrid.

El Estádio da Luz le debía una a Cristiano Ronaldo, a él y a todo amante del fútbol portugués, claro está. Pero en particular a ese chico de 19 años que lloraba como un niño porque su país acababa de perder la Eurocopa en casa, ante una afición lusa emocionada por la ocasión única y nunca antes vivida de poder ser campeones de un gran torneo. Ni Cristiano, ni Tiago Mendes, podían creer lo que había pasado en la final del 4 de julio del año 2004 en Lisboa. De repente, el pequeño se hizo grande, gigante, infranqueable. Grecia era campeona de Europa. Pero este sábado Cristiano acabó con los fantasmas del pasado y ganó su segunda Champions League, con gol de penalti incluido.

Quizás no habían sido los mejores de la competición. La opinión pública reconoció (y sigue reconociendo hoy en día) que los campeones morales de aquella Euro fueron los checos. Capitaneada por el Balón de Oro Pavel Nedvěd, la República Checa enamoró con su juego ofensivo y eléctrico, su capacidad goleadora y se ganó a pulso la etiqueta de equipo simpático del torneo, puesto que su apuesta era atractiva para todos los aficionados, bohemios o imparciales. Muchos de esos jugadores llegaron a ser grandes estrellas a partir de entonces, como Petr Čech, TomášRosický, TomášUjfaluši y Marek Jankulovski. Otros tuvieron sus años de gloria poco después de aquel éxito incompleto, caso de Milan Baroš.

No sólo hicieron un buen juego, sino que lo demostraron ante selecciones de gran talla mundial, como Alemania y Holanda, en la fase de grupos. A los germanos, los dejaron fuera de juego a las primeras de cambio. Lideraron el grupo D y se las vieron en cuartos de final con Dinamarca, rival asequible y despachado sin problemas. Llegó Grecia en semifinales. Los helenos se habían cargado a España en la primera fase y a Francia en cuartos. Respeto daban, sin duda. Otto Rehhagel planteó un equipo ultradefensivo y conservador que fue saltando fases a través de goles de estrategia, y esa estrategia sirvió para eliminar a Chequia. Un gol de plata de Dellas en el descuento de la primera parte de la prórroga metió a Grecia en su primera final y echó de Portugal al buen conjunto bohemio.

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En ese último partido estaban los anfitriones. Como suele pasar cada dos ediciones de la Eurocopa, la primera jornada se repitió en la final. El escenario, en cambio, fue distinto. En Do Dragão, Oporto, el resultado sí fue similar. Grecia sorprendió al mundo y a los locales con una inesperadísima victoria por 2-1, avisando de cuál iba a ser su estilo y de su extraño pero efectivo potencial. Portugal se la jugaría entonces en la última jornada contra España, en Lisboa, pero en el estadio del Sporting. Un gol de Nuno Gomes fue suficiente para echar al equipo de Iñaki Sáez a las primeras de cambio y salvar a Portugal en su torneo.

Portugal, gracias a la derrota de Grecia ante Rusia, se coló primera de grupo. Pasó de estar con un pie fuera, a ser líder. Aun así, el rival era de aúpa. Inglaterra se conformó con pasar como segunda por detrás de Francia. Los de Sven-Göran Eriksson eran favoritos por historia, pero la fuerza de Da Luz guió a Portugal hacia los penaltis. Un gol de Hélder Postiga a falta de 7 minutos mandó el partido a la prórroga en la que Rui Costa adelantó a Portugal, pero sin que fuera suficiente, puesto que Lampard empató en el minuto 115. Los dos jugadores con más clase de cada equipo, David Beckham y Rui Costa, fallaron sus penaltis. Y fue en el séptimo lanzamiento, cuando Ricardo Pereira aprovechó el fallo de Darius Vassell para dar el pase a Portugal.

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Cristiano, pecho al descubierto, celebró el gol que habría el marcador de las semifinales ante Holanda. Maniche cerró el partido y ni el gol en propia de Andrade puso en demasiadas complicaciones a Portugal, que llegó a la final con el favoritismo absoluto. Y en ese partido estaba Cristiano, con el ‘17’ a la espalda, ansioso por ganar el título, por demostrar al mundo quién sería el dueño del fútbol en los siguientes años. Avasalló Portugal a Grecia durante todo el choque. El propio Ronaldo tuvo un mano a mano con Nikopolidis que no supo definir. Pero lo único que valió fue el gol de Charisteas que dio la copa a Grecia.

Otra vez Lisboa, otra vez una final europea. Cristiano Ronaldo se ha ganado llegar a esta final por sus 16 goles previos y por haber sido el faro del Real Madrid hasta encontrarse con el Atlético de Madrid. Hizo todo lo que estaba en su mano para llegar en las mejores condiciones posibles al último encuentro de la temporada y, sin pensar en el Mundial, decidió arriesgar su físico por ganar su segunda Champions League. Lo logró, lo consiguió y además, marcó. Cristiano se vengó de Da Luz y esta vez sí fue él el que salió con la Copa bajo el brazo. Tiago Mendes, en cambio, sigue peleado con el campo del que fue su club durante tres años.

El Estádio da Luz le debía una a Cristiano Ronaldo, a él y a todo amante del fútbol portugués, claro está. Pero en particular a ese chico de 19 años que lloraba como un niño porque su país acababa de perder la Eurocopa en casa, ante una afición lusa emocionada por la ocasión única y nunca antes vivida de poder ser campeones de un gran torneo. Ni Cristiano, ni Tiago Mendes, podían creer lo que había pasado en la final del 4 de julio del año 2004 en Lisboa. De repente, el pequeño se hizo grande, gigante, infranqueable. Grecia era campeona de Europa. Pero este sábado Cristiano acabó con los fantasmas del pasado y ganó su segunda Champions League, con gol de penalti incluido.

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