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Los sueños se hacen realidad en el 'seductor' GP de Malasia
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FUE LA PRIMERA PIEDRA DE LA F1 MODERNA, QUE APUESTA POR ASIA

Los sueños se hacen realidad en el 'seductor' GP de Malasia

Tiene algo especial que le distingue del resto. No es sólo por sus curvas, sus rectas, su exotismo, su calor o la lluvia bajo la que

Foto: Los sueños se hacen realidad en el 'seductor' GP de Malasia
Los sueños se hacen realidad en el 'seductor' GP de Malasia

Tiene algo especial que le distingue del resto. No es sólo por sus curvas, sus rectas, su exotismo, su calor o la lluvia bajo la que tantas veces han bailado los monoplazas. Es por todo lo anterior y algo más que provoca ser uno de los puntos calientes en el calendario de Fórmula 1. Una carrera atractiva en la que la magia hace posible podios históricos, carreras épicas, resultados inesperados y mucha acción sobre el asfalto. Un 'cocktail' explosivo en el que todo puede ocurrir y que le ha situado a la altura de los clásicos en la F1 moderna.

Como hubiera dicho Voltaire: si el GP de Malasia no existiera habría que inventarlo. Hace ya 14 años, en 1999, el Gran Circo de Bernie Ecclestone puso su primer pie en uno de esos países llamados exóticos. A excepción de Japón, con tanta tradición por el deporte de motor como en Europa, Malasia suponía ser el inicio de una carrera por 'conquistar' Asia y su potencial económico. Sin ser un mundo tan globalizado como el de hoy en día, que la F1 viajase a una ciudad llamada Kuala Lumpur suponía un gran desafío. Aquel experimento salió bien y ese año dejó para el recuerdo una carrera en la que Michael Schumacher demostró que, tras casi cuatro meses de ausencia al romperse la pierna en el GP de Gran Bretaña, estaba en plena forma.

Dos campañas después, en 2001, bajo un torrente de agua que obligó a parar la carrera durante unos minutos, el primer coche en cruzar la bandera a cuadros fue el de Schumacher. No obstante, el héroe de aquella tarde en Sepang se llamó Jos Verstappen. El holandés, con un Arrows que estaba destinado a pelear por quedar en la mitad del pelotón, partía desde la decimoctava posición en la parrilla. Un minuto después de apagarse el semáforo, la 'flecha naranja' era sexta. La lluvia, que esconde las 'carencias' de cada coche y deja al descubierto las virtudes de cada piloto, se alió con Verstappen para que pudiese alcanzar la segunda posición. Desafortunadamente para él, el cielo malayo dio una tregua hacia el final de la prueba y conforme se iba secando el asfalto, los monoplazas más fuertes le iban adelantando. Terminó séptimo en una época en la que puntuaban los seis primeros. Pese a la 'crueldad' del desenlace, aquella carrera se recuerda gracias a su proeza. Remontó 11 posiciones con respecto a la posición de la que partía, dos más que un joven de 19 años -a los mandos de un Minardi- llamado Fernando Alonso (partió en la posición número 21 y acabó en la 13).

Hace dos temporadas, Sepang fue testigo de la primera vez que se utilizaba el DRS que tantos éxitos dio a Sebastian Vettel y Red Bull durante 2011. Por supuesto, Vettel salió y terminó primero.

Y de repente... Ferrari

El año pasado fue una de esas carreras especiales por el legendario desenlace que tuvo. Fernando Alonso y Sergio Pérez, que habían salido octavo y noveno, respectivamente, fueron los primeros en atravesar la línea de meta. La lluvia convirtió a un discreto Ferrari en el mejor coche, sólo amenazado por el Sauber (con 

motor Ferrari) del piloto mejicano, que lograría su primer podio en la Fórmula 1 bajo suspicacias: "Checo, ten cuidado, ten cuidado. Necesitamos la posición", le espetaron desde el pit-wall cuando intentó adelantar al asturiano. Y es que algunos entendieron este mensaje como una orden para no adelantar al coche de la Scuderia.

Tiene algo especial que le distingue del resto. No es sólo por sus curvas, sus rectas, su exotismo, su calor o la lluvia bajo la que tantas veces han bailado los monoplazas. Es por todo lo anterior y algo más que provoca ser uno de los puntos calientes en el calendario de Fórmula 1. Una carrera atractiva en la que la magia hace posible podios históricos, carreras épicas, resultados inesperados y mucha acción sobre el asfalto. Un 'cocktail' explosivo en el que todo puede ocurrir y que le ha situado a la altura de los clásicos en la F1 moderna.