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Y el orden reinó en el Planeta
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lo que no se vio de la entrega del premio

Y el orden reinó en el Planeta

La gala del mayor premio literario de España la escribe un guionista cansado que oculta su falta de pasión con pirotecnia. Muchos políticos, demasiados cotilleos y poca literatura

Foto: La escritora Alicia Giménez-Bartlett gana el 64 premio planeta
La escritora Alicia Giménez-Bartlett gana el 64 premio planeta

Anoche, en el Palacio de Congresos de Barcelona, todo el mundo quería marcarse un selfie con Jordi Hurtado, el Dorian Gray incombustible de la caja tonta. A su lado, Cristina Pedroche ensayaba con escaso éxito una sonrisa misteriosa para mantener viva esa broma de plumillas que la convirtió en escritora aspirante por un día.

La gala del Planeta la escribe un guionista cansado que oculta su falta de pasión con pirotecnia. Demasiada gente, demasiados vinos, poquita literatura. Los escritores invitados son figurantes. Pero tampoco brillan los políticos. Ni siquiera los premiados. Cuando cerca de las doce de la noche subieron al estrado Alicia Giménez Bartlett, con su jersey de "merde", y el cineasta Daniel Sánchez Arévalo, todo el mundo los sabía ganadores desde hacía horas.

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En el Planeta se cotillea de pie, en el cóctel. Carlos del Amor cuenta su vida, Maxim Huerta ensaya un pase de baile, Ernesto Ekaizer sonsaca y Matías Prats se escapa. Los corrillos comentan el papelón de Artur Mas en casa enemiga y echan de menos a Lara. "Esto ha perdido mucho sin él". Pero llaman a cenar, los invitados se sientan, sacan sus teléfonos y se hace el silencio. Canelón, lubina y tarta de chocolate. Dos señoritas regalan libros por las mesas: "¿Lo quiere de nazis o de misterio?"

Lourdes Maldonado, gran maestra de ceremonias, va eliminando finalistas entre plato y plato. Al jurado, explica, lo tienen recluido en un salón aparte, abrumado por "el duro trabajo que le espera". Entonces las pantallas enfocan la sala. Vemos a Blecua, Posadas, Eslava Galán, Ginferrer y compañía comiendo a dos carrillos. Disimulan bien porque parece que se divierten.

La gala del Planeta la escribe un guionista cansado que oculta su falta de pasión con pirotecnia. Demasiada gente, demasiados vinos, poquita literatura

A la cuarta ronda anuncian, es un decir, los premiados: Sánchez Arévalo, soso y despistado y Giménez Bartlett, resplandeciente. "2015 ha sido un año maravilloso para mí. En España, cuando premian tanto a alguien, es que te quedan dos días". Su novela, 'Hombres desnudos', promete una nueva batalla de los sexos entre una mujer triunfadora y un pobre diablo que se dedica al striptease. La del finalista Arévalo -'La isla de Alice'- le ha llevado seis años de trabajo y transcurre en una isla pija de Estados Unidos.

E inmediatamente desalojan. Espido Freire, Lorenzo Silva, Manuel Loureiro, Dolores Redondo, Juan Manuel de Prada, Andrés Calamaro, Rosa Regás y Eduardo Punset suben a los autobuses y se esfuman. Artur Mas, Pedro Sánchez y Ana Pastor se despiden satisfechos: han comido bien y han hablado poco. Misión cumplida.

Los periodistas -y Lucía Etxebarria- seguirán la fiesta en el bar del Hotel Princesa Sofía. No fue precisamente Babilonia. Ya de madrugada reina el orden. Los libros "de nazis" están por todas partes. Abandonados.

Anoche, en el Palacio de Congresos de Barcelona, todo el mundo quería marcarse un selfie con Jordi Hurtado, el Dorian Gray incombustible de la caja tonta. A su lado, Cristina Pedroche ensayaba con escaso éxito una sonrisa misteriosa para mantener viva esa broma de plumillas que la convirtió en escritora aspirante por un día.

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