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El teatro se aprovecha de la crisis
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hiperrealismo y sátira para retratar la corrupción

El teatro se aprovecha de la crisis

La corrupción política y económica y la falta de moral de los que mandan se apodera de los escenarios para radiografiar las miserias del sistema actual

Foto: 'El president', de Thomas Bernhand y dirigida por Carme Portaceli, en el TNC (Joan Tomàs/TNC)
'El president', de Thomas Bernhand y dirigida por Carme Portaceli, en el TNC (Joan Tomàs/TNC)

Alcaldes, concejales, ministros, presidentes, tesoreros, consejeros de bancos… Todos con un denominador común: el ansia de poder y una escasa (o ninguna) conciencia moral para conseguir lo que quieren. Cuando la realidad supera a la ficción y las cárceles y los banquillos se llenan de políticos y banqueros insaciables, es la ficción la que lleva la actualidad a los escenarios.No es nuevo. El teatro siempre ha reflejado la sociedad del momento desde que los actores se subían a las tablas con coturnos y máscaras. Y si esa es su función, la crisis y la corrupción no iban a quedarse fuera de la escena.

Llevamos seis años de crisis pero es desde hace un par cuando la realidad económica, política y social del país ha monopolizado una buena parte de los montajes teatrales que se pueden ver. Situaciones hiperrealistas,ficciones que retratan la avaricia y las miserias de los que mandano textos clásicos modernizados para la ocasión. Las fórmulas son variadas para retratar, con humor, sátira o señalando directamente con un descarnado índice, los tiempos que estamos viviendo.

“Hemos tardado en empezar”, dice Alberto San Juan, actor, dramaturgo ydirector. “Estamos viviendo un momento extraordinario de nuestra historia, un cambio de ciclo en el que se hunde el sistema en el que habíamos vivido los últimos 40 años”.Una situación que, añade, es trágica pero esperanzadora, en el sentido de acabar con la forma actual de hacer política. “Afortunadamente esas voces marginadas contra el capitalismo, el liberalismo, el sistema dominante y la verdad única tienen más difusión en los últimos años”.

San Juan creó el madrileño Teatro del Barrio no para centrarse en el teatro político, explica, sino para hacer lo que llama teatro de periodismo o de crónica de la realidad. “Hay que dar más información sobre la realidad para tener más herramientas para cambiarla. Hay que abrir bien los ojos y analizar lo que vemos para actuar en consecuencia. Es un deber cívico”, asevera.

Protagoniza el monólogo Autorretrato de un joven capitalista (Teatro del Barrio y en gira), en el que habla de la degradación y corrupción del país desde que nació en 1968, y ha dirigido la exitosa Ruz-Bárcenas (16 a 21 de diciembre en el Lliure y gira), una recreación de la declaración del extesorero del PP ante el juez Ruz de la Audiencia Nacional del 15 de julio de 2013 que Jordi Casanovas creó a partir de la transcripción fiel de esa sesión.

"El teatro tiene que tener esa virulencia y salpicar al espectador. Nosotros simplemente obedecemos a lo que está ocurriendo hoy. Nos preocupa,tenemos una necesidad inmediata de denunciarlo y nuestra forma de hacerlo es en un teatro, con una dramaturgia y en un escenario", asegura Adolfo Fernández, director de Ejecución Hipotecaria(en gira), una obra de Miguel Ángel Sánchezbasada en el crimen que cometió un alemán de Karslruhe en julio de 2012 cuando le llegó la orden de desahucio.

Fernández habla de la "urgencia creativa" como una de lasseñas de este teatro combativo y crítico que va marcandola actualidad. De hecho, esta es una de las primeras obras que se han hecho en España sobre los desahuciospero, antes de destaparse el caso Gürtel, ya retrataron la corrupción en 19:30.

A esa necesidad de contar lo que ocurre obedece también Banqueros vs. Zombies (a partir de enero en el Teatro Galileo).Ficción en el mejor sentido de la palabra donde resuena con fuerza lo peor de la sociedad. "La obra nace de la indignación y de la documentación", cuenta Pilar G. Almansa, que ha escrito el textojunto a Dolores Garayelde e Ignacio García May. Concretamente, nace del 15M y tras dos años documentándose sobre el funcionamiento del sistema financiero.

"Me interesa mucho más lo que está ocurriendo ahora. Cuando la realidad no es suficiente para explicar lo que ocurre, hace falta la ficción para alumbrar otro punto de vista", dice Almansa. De ahí, la necesidad de hacer teatro de la crisis, de los mercados y la actualidad. "El teatro ha estado mucho más tiempo alejado de la realidad de lo que debería. Montar clásicos es necesario pero ahora toca más esto. Lo que ocurre es tan poderoso a nivel de esperpento que es difícil de superar".

Con esta Banqueros vs. Zombies llevan esta tiranía alabsurdomás absoluto de un país en el que la solución del FMI a la crisis es lazombificaciónde la deuda, es decir, que los deudores se vuelvan zombies trabajando 24 horas todos los días para pagar a sus acreedores. Hasta que todo estalla cuando China anunciaque va a sacar a bolsa deuda zombie."Lo que queremos es colocar al espectador en el lugar del banquero, del mercado, y que piense qué decisiones tomaría cuando se está en esa posición", añade Pilar. Y lo podrá hacer interactuando, y hasta decidiendo el devenir de la trama, con una app.

Pero la sátira política también toma a los principales protagonistas de la crisis. ¿Por qué no pasear por el escenario a Rajoy, los Borbones, Pablo Iglesias o Artur Mas? Eso es lo que hacen saltando del papel y la televisión a las tablas e incendiándolas Mongolia. El Musical (CNC Mirador hasta 22 noviembre) y Polònia. El Musical: La independencia tenía un precio (Poliorama).

Una ficción con cara de realidad

Pero también hay presidentes de paíseso bancos sin determinar y miles de personajes de una España de parados, estafados y desahuciados que resuenan con la misma potencia sobre las tablas.

La peor cara de la política lavemos en Feelgood (gira), que recrea hasta dónde puede llegar un presidente para conservar el poder; en El Tesorero (lunes de noviembre en el Off del Teatro Lara), una sátira que retrata la España de la corrupción y se vale del Caso Bárcenas para construir la historia del primer díade un ministro de Cultura que busca conseguir la mejor puerta giratoria para el momento en el queabandone la política; en El ministro (hasta el 11 de enero en el Teatro Cofidis), una comediaprotagonizada por Carlos Sobera y Marta Torné que se centra en un voraz ministro de Economía que ve todas sus opciones saltar por los aires al ser sorprendido en un “casual” robo con su amante.

El peñón es nuestro (domingos de noviembre en el Off de la Latina), que sitúa a una España arruinada ante la invasión de Gibraltar, la única opción de conservador don Mario de la Fe y de la Paz para revalidar su mandato como presidente; o Inmunidad diplomática (Teatro Fernán Gómez, del 20 de noviembre al 14 de diciembre), un thriller sobre espionaje y altos cargos ambientado en un Madrid de élites acomodadas enla corrupción, son otros dos ejemplos.

“Los artistas somos bromistas del tiempo en el que vivimos.Si lo que nos preocupa es este descredito moral y ético, eso se refleja en nuestras inquietudes, que son las mismas que el resto de ciudadanos”, aseguraCarme Portaceli, directora deEl President (Teatre Nacional de Catalunya, hasta el 28 de diciembre). "El teatro esla posibilidad de crear con el lenguaje. La palabra siempre es crítica, nunca es complaciente. Y esa críticaes conciencia".

La obra esuna farsa política, creada porThomas Bernhard,que ataca sin concesiones los núcleos de poder a partir de una pareja presidencial. La forma de conocer a este matrimoniosin valores y desquiciado, es mientras se preparanpara acudir impecables afuneral de Estado. "Es ahí donde vemos los monstruos amorales que son el realidad. El texto de Bernhard retrata, con un texto verborreico, elrecorrido emocional de los personajes y el peligro inminente de la caída de estos dioses que se agarran a sus privilegios".

El credit (segunda temporada en el Villaroel, hasta enero)y Brokers (hasta el 10 de diciembre en el Alfil), de Sergi Belbel e Yllana respectivamente, también suben a escena a los banqueros con menos escrúpulos de la dramaturgia actual. Dos textos que dan la vuelta a la realidad y la colocan en el lado más alocadode lo que llegar a serpedir un crédito o el día a día de unos corredores de bolsa. Otro ejemplo de esta crítica teatral más social es Bansia (sala Azarte de Madrid hasta el día 22),la obra que ha escrito un actor que fue expropiado de su casa.

Bendito Shakespeare

"Siempre hemos trabajado en la línea de deconstruir los clásicos. Esta versión deMacbethmantiene el conflicto principal de ambicióny codicia que convierte a losseres humanos en malvados. Son conflictos eternos que hablan de la condición humana", explica Miguel Morillo, director deEl río en llamas(salaEl Montacargashasta diciembre).

En esteretrato kafkiano y extremo de la sociedad actual,el personaje deShakespeareno es un noble escocés sino un concejal de Parques y Jardinesde un pequeño municipio español con las mismas ansias de poder por llegar, en este caso, a ser alcalde. "Es un personaje que en el fondo se parece mucho a Julián Muñoz conesa desfachatez del uso del poder sin moral, loque leconvierte en un ser abyecto", reflexiona.

"¿Qué legitimidad tiene un poder así?". Esas son las preguntas que pretende poner en la cabeza del espectador este tipo de teatro de la crisis. "El teatro es quizás el mejor espejo deformante de la sociedad. Se puede permitir reírse de los que tienen esa ambición e inmoralidadporque debe ser el espejo que critique las taras de la sociedad", añade.

Los Mácbez, de Andrés Lima (en gira), también hatraído a Shakespeare a la actualidad -a las heces de lapolítica gallega, en concreto-, aunquesin necesidad de traer a sus ambiciosos y deshonestos reyes al siglo XXI, el Ricardo III que protagoniza Juan Diego en el Teatro Español (hasta 28 de diciembre) también nos recuerda lo peor de las miserias humanas. "El poder es lo más negativo que se ha consolidado en el mundo. Se tiñe de sangre. El que ejerce el poder deja de ser humano", resumía en la presentación el actor.

Alcaldes, concejales, ministros, presidentes, tesoreros, consejeros de bancos… Todos con un denominador común: el ansia de poder y una escasa (o ninguna) conciencia moral para conseguir lo que quieren. Cuando la realidad supera a la ficción y las cárceles y los banquillos se llenan de políticos y banqueros insaciables, es la ficción la que lleva la actualidad a los escenarios.No es nuevo. El teatro siempre ha reflejado la sociedad del momento desde que los actores se subían a las tablas con coturnos y máscaras. Y si esa es su función, la crisis y la corrupción no iban a quedarse fuera de la escena.

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