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El teatro salva el honor de un expropiado
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'bansia' lleva a las tablas la historia de carlos pontini

El teatro salva el honor de un expropiado

Carlos Pontini escribe y protagoniza 'Bansia', una obra que habla de cómo perdió su casa, de banqueros corruptos y una crisis de valores muy actual

Foto: Carlos Pontini firma y protagoniza la obra de teatro 'Bansia' (Raúl Martínez)
Carlos Pontini firma y protagoniza la obra de teatro 'Bansia' (Raúl Martínez)

Cuántas veces hemos oído eso de “esto da para hacer una película”. O un libro, o una serie o una obra de teatro. Los Bárcenas, Granados, las operaciones Gürtell, Púnica, las tarjetas black, el Pequeño Nicolás… Podríamos hacer un artículo únicamente enumerando porque material, desafortunadamente, hay de sobra.

En este país berlanguiano, el día a día sobrepasa cualquier ficción. Y no hace falta esperar a que las grandes tramas de corruptelas copen los titulares. Las historias en primera persona de la crisis, la emigración o los desahucios también tienen los mimbres del mejor guion y de la mejor dramaturgia. No es la primera vez que se sube sobre las tablas una obra de teatro basada en el contexto económico y social que estamos viviendo pero son menos las veces en la que uno de sus protagonistas escribe y protagoniza una obra sobre su vida.

Carlos García es ingeniero, trabaja en Acnur y además es Carlos Pontini, actor a tiempo parcial. A la fuerza porque hay que pagar las facturas. Y él tiene más de las que debería. En 2010 el Ayuntamiento de Madrid expropió el edificio en el que vivía de la calle Huerta del Bayo, 8, en el madrileño barrio de Lavapiés, por inclumplimiento del deber de conservación. Después lo demolió.

No se puede organizar la sociedad en la moral particular. La mano izquierda tiene que vigilar a la derecha y tenemos que educar a nuestros hijos en otra cosa que no sea esa picaresca española de la trampilla

Desde entonces aún no ha cobrado el dinero que debería pagarle el consistorio por su vivienda de 50 metros útiles y sigue pagando cada mes 500 euros de una hipoteca de una casa que no existe y otros 325 euros por la demolición del edificio, que también debían asumir los vecinos de la finca y que el Ayuntamiento, cuenta, negoció en nada más que 616.000 euros. Además del alquiler de la casa en la que vive con otras cuatro personas.

Todo este “atropello” da pie a Bansia, una obra de teatro que retrata su historia y la de este país de bancos rescatados y miles de desahuciados. “Es una mezcla entre Bankia y las preferentes, el crimen de los marqueses de Urquijo y West Side Story”, explica a El Confidencial.

Escribió la obra, que también protagoniza junto a Rakel González Huedo y Antonio de la Fuente, hace más de un año y se puede ver ahora en la sala Azarte de Madrid (los sábados de noviembre). “Cuando me senté a escribir tampoco quería hacer una obra protesta pero es difícil no hablar de lo que te pasa cuando estás viviendo algo así. Trato de reflexionar sobre los motivos que nos han traído hasta aquí, en clave de humor, pero también de reivindicar mi situación. Me he sentido testigo y víctima de lo que está ocurriendo en este país. La obra encierra muy bien esta realidad desde un punto de vista irónico y cómico, aunque no es sólo un relato hiperrealista porque, de repente, se convierte en thriller casi de cine negro”, explica.

Carlos Pontini, autor y actor de la obra 'Bansia' (Julio Castro Jiménez)“Lo que espero es que la gente conozca nuestra historia y se cambie la Ley de expropiaciones [ha creado para ello también una petición en Change.org], porque esto se hizo en un piso con mucha gente mayor, inmigrantes y gente muy humilde”, argumenta. “El Ayuntamiento me ofreció 82.000 euros, por un piso que me tasaron en 200.000 euros”, sigue narrando. No estuvo de acuerdo con la oferta y tras llevar el caso a los tribunales, el juzgado cifró el importe a pagar en 110.000 euros. Aunque el consistorio recurrió y la causa está parada en el Tribunal Superior de Justicia. Ahora ha llegado a un acuerdo con el banco y le ha concedido un periodo de carencia: paga los intereses de la hipoteca hasta que salga el juicio. “Pero con todo y con eso, tengo que ganar 1.400 euros para poder sobrevivir. Pedí al Ayuntamiento que me adelantase, mientras salía el juicio, los 82.000 euros de su oferta inicial pero no me dan ni un euro mientras la vivienda tenga cargas y yo tengo 120.000 euros de hipoteca”.

En Bansia vemos toda esta realidad personalizada en tres personajes opuestos: Milos, un inmigrante que trabaja en una empresa de seguridad y que va a ser embargado; Elena, una ambiciosa y trepa directora de una sucursal que haría todo para seguir medrando y Alberto Trigo, expolítico y presidente de la Unión de Bancos y Cajas de Ahorro Bansia, a punto de ser intervenida por el Gobierno y llevar al país a un rescate histórico que no nos suena de nada... Además es amante de Elena, vive manipulado por su poderosa mujer y su inmoral mundo le hace a saltarse toda legalidad para conseguir beneficios.

Sin querer revelar nada de los giros de la obra, que incluye poder, sexo, avaricia, números musicales y acaba como “una película de Bogart”, Pontini señala que tampoco pretende juzgar. Más bien busca una reflexión de mayor calado. “He querido entonar el mea culpa. Todos los personajes hacen lo que hacen porque tienen sus motivaciones. Acertadas o no pero tienen sus razones. Igual todos en esas circunstancias hubiéramos hecho lo mismo. Por eso, lo que hay que cambiar son las circunstancias. No se puede dejar todo en la moral particular de una persona. Si un político ve pasar dinero, da igual de qué color sea, tarde o temprano acabará cogiéndolo como estamos viendo. Por eso, no se puede organizar la sociedad en la moral particular. La mano izquierda tiene que vigilar a la derecha y tenemos que educar a nuestros hijos en otra cosa que no sea esa picaresca española de la trampilla”, remata.

Cuántas veces hemos oído eso de “esto da para hacer una película”. O un libro, o una serie o una obra de teatro. Los Bárcenas, Granados, las operaciones Gürtell, Púnica, las tarjetas black, el Pequeño Nicolás… Podríamos hacer un artículo únicamente enumerando porque material, desafortunadamente, hay de sobra.

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