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Superman ha muerto, ¡larga vida a Superman!
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ESTRENO DE 'EL HOMBRE DE ACERO', DIRIGIDA POR ZACK SNYDER Y PRODUCIDA POR NOLAN

Superman ha muerto, ¡larga vida a Superman!

Todos sabemos cómo comienza la historia, pero en esta ocasión nos la cuentan mejor. El núcleo de Krypton destruirá el planeta en cualquier momento y el

Foto: Superman ha muerto, ¡larga vida a Superman!
Superman ha muerto, ¡larga vida a Superman!

Todos sabemos cómo comienza la historia, pero en esta ocasión nos la cuentan mejor. El núcleo de Krypton destruirá el planeta en cualquier momento y el jefe científico los kryptonianos, Jor-El –Russell Crowe–, decide que la única manera de garantizar la supervivencia de su raza es enviar a su hijo recién nacido, Kal-El, a un planeta remoto llamado la Tierra. El niño es el primer hijo concebido en Krypton de forma natural en siglos ya que los kryptonianos, una civilización antigua y decadente, cultiva a sus ciudadanos en úteros artificiales, diseñándolos genéticamente para cumplir un cometido en la sociedad.

Cuando el planeta está a punto de sucumbir el general Zod –Michael Shannon– se levanta en armas contra este orden y da un golpe de Estado, pero es tarde: Jor-El ha robado ya la fuente genética original y ha codificado toda su riqueza en los genes mismos de su recién nacido, que vuela en una cápsula espacial con destino al Sistema Solar. El general Zod y sus oficiales se salvarán del cataclismo cumpliendo condena por traición en órbita, y cuando descubren que Krypton ha desaparecido del universo no tienen opción: tendrán que viajar a la Tierra y acabar con Kal-El, conocido allí como Clark Kent –Henry Cavill–, no aún Superman. Es la única manera de poder recuperar el ADN alienígena y reconstruir con él la gloriosa civilización de Krypton. 

Muchas cosas han cambiado en El hombre de acero, la nueva entrega de Superman que llega este viernes a las pantallas, y no son precisamente las más anecdóticas. A Superman ya no le acompaña la fanfarria que le escribió John Williams en 1978, por ejemplo. El brillo de las trompetas y su potente crescendo han sido sustituidos por las percusiones de Hans Zimmer, que hoy tienen más hype. Metrópolis no es ya Metrópolis, o al menos el nombre de la urbe no se menciona en ningún momento. Superman tampoco lleva ahora sus célebres calzones por fuera, un extremo que debía chirriarle demasiado al productor, Christopher Nolan, siempre tan elegante y con tanta clase. Por quitar, hasta le han quitado al superhéroe su emblemático caracolillo en la frente.

Y no se trata de un superhéroe más, claro, sino del superhéroe. Por eso habrá muchos a quienes no acabe de convencer el Superman redibujado por Zack Snyder en El hombre de acero, de estreno esta semana en España, y otros que directamente le acusarán de sacrilegio, blasfemia  y profanación. Los tiempos obligan a aceptar –celebrar, incluso– que el editor del Daily Planet, Perry White, sea hoy negro en lugar de blanco y que el carismático Jimmy, el joven fotógrafo de la redacción, se llame ahora Jenny y sea mujer. Pero, ¿un Superman barbado?, se preguntarán los puristas apretando los puños. ¿Jor-El cabalgando bestias aladas por Krypton y abriéndose paso a puñetazos en pleno golpe de Estado alienígena?

Pero fue eso precisamente, respetar el canon cinematográfico clásico –en papel hay decenas de Supermanes, pero hasta hoy el cine solo conocía uno–, lo que hizo Bryan Singer cuando dirigió en 2006 Superman Returns, una intentona de continuar en el siglo XXI con la saga original protagonizada por Christopher Reeve. Respetó la música de Williams, el azul eléctrico del traje del cómic y los calzoncillos por fuera, y hasta resucitó digitalmente a Marlon Brando para el papel de Jor-El. El resultado fue calamitoso, y lo de menos fue la estética. Superman Returns era aburrida, intrascendente, estridente y mala. El héroe, por más que lo intentaba, no era más que una caricatura de sí mismo. Superman, a todos los efectos, había muerto.

Por eso lo que acaba de hacer Snyder no es reinventar, sino resucitar a todos los efectos a Clark Kent, y todo el mundo sabe –invirtiendo los términos del lema que acuñó Stan Lee para otro superhéroe– que una gran responsabilidad implica un gran poder. Es lo que han hecho Zack Snyder, su productor –Christopher Nolan– y su guionista –David S. Goyen–, y lo han hecho sin complejos: arrogarse poder y asumir el papel de demiurgos en la cosmogonía del hombre de acero, conscientes de prolongar una tradición más antigua que ellos mismo pero también dispuestos a sacrificar lo que haya que sacrificar para conseguir emocionar a los mayores y que los niños, los que tienen hoy 8 y 10 años, quieran volver anudarse al cuello una capa roja, como ocurría en los ochenta. Cortando por lo sano unas cosas e introduciendo otras nuevas si es necesario con la determinación y el pulso de un cirujano. El resultado gustará a unos y a otros menos, pero algo es ya innegable: han conseguido con creces lo que se proponían. Superman, que se había ido, ha vuelto. Y ha vuelto para quedarse.


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Y no es una forma de hablar, ya que El hombre de acero, más que presumiblemente, será la primera entrega de una nueva saga que mantendrá a Snyder, Nolan y Goyen en el equipo creativo y que podría incluso acabar reuniendo al kryptoniano con el Batman de Nolan. Aunque aquí nadie confirma ni desmiente, todo apunta a que Warner se propone con su nuevo Superman abrir el universo de DC Cómics, del que es propietario, y competir con él contra Disney y su mitología particular, la de la editorial y productora Marvel. Los héroes de Marvel –Thor, Iron Man o Hulk, entre otros– ya se han lanzado a la pantalla usando esta táctica, con películas monográficas de cada héroe pero reuniéndose en otros títulos esporádicos siguiendo el mismo principio que los cómics: son personajes distintos pero viven en un mismo universo. Ahora, se dice, Warner hará lo propio con Batman, Superman y otros superhéroes de su Olimpo, como Flash o  la Mujer Maravilla. Es una nueva era, quizá una de oro, para los superhéroes cinematográficos.

De momento el El hombre de acero es, claro, una película imperfecta, y lo más probable es que en sus errores estemos todos de acuerdo. Le sobran veinte minutos, para empezar, por la parte del final, y la acción llega por momentos a límite mismo de la saturación. Con menos peleas –o las mismas, pero más cortas–, menos trenes explotando por los aires y que no acabasen derrumbándose prácticamente todos los rascacielos que aparecen en la cinta El hombre de acero sería, seguramente, una película mejor. Todas tienen una pega y la del nuevo Superman es esta. Por lo demás, es una película totalmente recomendable para amantes de la acción, la fantasía y el género de superhéroes.

El hombre de acero

Dirección: Zack Snyder

Género: Superhéroes, fantasía, ciencia ficción

Duración: 143 minutos

Reparto: Henry Cavill, Russell Crowe, Amy Adams, Diane Lane, Kevin Costner, Laurence Fishburne, Michael Shannon.

Todos sabemos cómo comienza la historia, pero en esta ocasión nos la cuentan mejor. El núcleo de Krypton destruirá el planeta en cualquier momento y el jefe científico los kryptonianos, Jor-El –Russell Crowe–, decide que la única manera de garantizar la supervivencia de su raza es enviar a su hijo recién nacido, Kal-El, a un planeta remoto llamado la Tierra. El niño es el primer hijo concebido en Krypton de forma natural en siglos ya que los kryptonianos, una civilización antigua y decadente, cultiva a sus ciudadanos en úteros artificiales, diseñándolos genéticamente para cumplir un cometido en la sociedad.