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Ser o no ser honrado, un dilema muy español
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ESTRENO DE 'SOMOS GENTE HONRADA', DE ALEJANDRO MARZOA

Ser o no ser honrado, un dilema muy español

Uno, promotor inmobiliario, vive en el lujoso piso piloto de su último proyecto, rodeado por los esqueletos a medio construir de los demás chalets de la

Foto: Ser o no ser honrado, un dilema muy español
Ser o no ser honrado, un dilema muy español

Uno, promotor inmobiliario, vive en el lujoso piso piloto de su último proyecto, rodeado por los esqueletos a medio construir de los demás chalets de la promoción, que la crisis dejó en veremos. El otro también vive junto a un cadáver, en este caso el quiosco de prensa que regentaba frente a su casa y que hoy solo sirve para recibir los balonazos de los niños. Los dos son cincuentones, los dos están en el paro y los dos tienen una familia que mantener. Los dos empiezan a estar profundamente desesperados.

Dios aprieta, sin embargo, pero no ahoga. Pescando en un puntal de la ría de Coruña Manuel –Manuel de Lira– y Suso –Paco Tous– encuentran un enigmático fardo que convenientemente inspeccionado al abrigo de la noche resulta contener un inesperado maná: diez kilos de cocaína. 200.000 euros en potencia que, con un poco de habilidad y los debidos contactos, podrían convertirse en medio millón de euros a repartir. No es que la idea sea la mejor del mundo, pero es lo que hay. Manuel debe más dinero del que podrá hacer jamás y los deudores se le empiezan ya a impacientar. Suso no tiene deudas, pero sí una mujer buena que merece algo más y un hijo adolescente al que no le puede pagar, aunque le duela, ni un triste viaje de fin de curso a Palma de Mallorca.

 


Puede hacerse singular en la salpimienta de los detalles, pero la pregunta retórica que plantea así Somos gente honrada, la cinta de Alejandro Marzoa que llega este viernes a las pantallas, es una que se está convirtiendo en tristemente universal en España. ¿Vale todo en momentos de desesperación? ¿Tiene la gente honrada que dejar de serlo para poder sobrevivir? No son cuestiones filosóficamente sencillas, pero si tener que dar de comer a tus hijos tiene alguna ventaja, esa es que te libra de muchas pamplinas filosóficas. Solo después de una mínima tribulación Suso y Luis –más Luis que Suso, es justo decir– deciden vender la droga trapicheando como pueden en una discoteca de moda, que por un sitio hay que empezar. Allí un encontronazo les recordará que la filosofía y la moralidad, por abstractas que sean, acaban al final encarnándose dolorosamente en la realidad. Suso se encontrará de repente vendiéndole cocaína a su propio hijo.

"Yo quería contar una historia de amistad pero me dolía que pudiera acabar mal, porque creo que hay ciertos valores, incluso en tiempos de crisis, que siguen siendo importantes y por mucha corrupción que veamos, hay gente que nunca se va a desviar del buen camino". Alejandro Marzoa, que debuta en el largometraje con Somos gente honrada, se mostraba así de optimista con la condición humana al explicar cuáles fueron intenciones al poner en pie la película durante su presentación ante la prensa en Madrid esta semana.

Ni su película lo disimula ni el director tiene intención de hacerlo: la suya es una historia con moraleja. En la cinta, que cuenta además con la participación de Unax Ugalde –como Luis, el futuro yerno de Manuel–, Manuela Vellés –como Julia, su hija– y Marisol Membrillo –como Carmen, la mujer de Suso–, pronto descubriremos que la droga no funciona tanto como una manzana del pecado, que obliga a elegir con la opción de ganar o perder, como sí una maldición ante la que no hay decisión posible. Los diez kilos de coca, casi un personaje más de la cinta, pronto empiezan a roer las vidas de Suso y Manuel, obligándoles a concatenar más secretos de los que pueden mantener, y a atraer como por arte de magia compañías no deseadas, desde pequeños yonquis enajenados hasta peligrosos señores del narco gallego.

La película, de este modo, construye poco a poco un esperpento solvente de la situación de la clase media española, de la que Suso y Manuel son más una alegoría que un ejemplo. Resulta imposible no sentir empatía hacia ellos cuando su drama–con brochazos cómicos, pero drama– es distinto en grado, pero no en calidad, de aquel por el que pasan ya el 26% de los españoles en edad de trabajar. El realizador lo sabe y lo explota y por eso quizá, por la confianza que tiene en gozar del favor del espectador, le interesan menos otros factores narrativos como el giro, y así firma una película cuyo final podemos imaginar casi desde el principio. Es lo de menos, por supuesto, porque aquí, como en la Odisea según Kavafis o en el camino según Machado, lo verdaderamente importante no es llegar, sino viajar. Y eso es precisamente Somos gente honrada: un viaje sincero por la amistad, la dificultad y esa condena tan humana que es tener que ganarse la vida. Y, por supuesto, la honradez.

Somos gente hontrada

Director: Alejandro Marzoa

Nacionalidad: España

Género: Drama, comedia

Duración: 85 minutos

Reparto: Paco Tous, Manuel de Lira, Unax Ugalde, Marisol Membrillo, Manuela Vellés.

Uno, promotor inmobiliario, vive en el lujoso piso piloto de su último proyecto, rodeado por los esqueletos a medio construir de los demás chalets de la promoción, que la crisis dejó en veremos. El otro también vive junto a un cadáver, en este caso el quiosco de prensa que regentaba frente a su casa y que hoy solo sirve para recibir los balonazos de los niños. Los dos son cincuentones, los dos están en el paro y los dos tienen una familia que mantener. Los dos empiezan a estar profundamente desesperados.