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El cine español y el producto ideológico
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JOSÉ CORBACHO Y EMMA LUSTRES, PRODUCTORES DE 'SOMOS GENTE HONRADA'

El cine español y el producto ideológico

Nada se dejó al azar en la rueda de prensa en Madrid de Somos gente honrada, el gran estreno de cine español de la semana. En

Foto: El cine español y el producto ideológico
El cine español y el producto ideológico

Nada se dejó al azar en la rueda de prensa en Madrid de Somos gente honrada, el gran estreno de cine español de la semana. En el centro de la sala, presidiendo, se sentó este miércoles el director, el debutante Alejandro Marzoa. A su diestra Miguel de Lira, uno de sus actores protagonistas, y a su siniestra Paco Tous, que interpreta el otro gran papel de la cinta. Después de ellos los dos jóvenes actores secundarios, Unax Ugalde en un flanco y Manuela Vellés en el otro, y seguidamente el resto de intérpretes. Al final de todos, cerrando el grupo por ambos lados, se sentaron los productores: José Corbacho en un extremo y Emma Lustres en el otro.

Jerarquía, sí, pero también estrategia de comunicación. Los productores de cine no acostumbran a tocar mucho el producto en España y por eso no se les suelen hacer preguntas a la hora de la presentación, a la que no suelen ni acudir. De ahí la posición de Corbacho y Lustres entre el resto de compañeros, en la retaguardia misma de los flashes, pese a su situación real en la jerarquía de la película. Por si acaso alguien quería preguntar, como parece ya inevitable tratándose del cine patrio, por la debacle de Alta Films, por la caída en taquilla o por el IVA cultural.

Nadie lo hizo, en cambio, y Corbacho se felicita por ello al hablar, ya con más reposo, con El Confidencial. "Los productores estamos aquí para hacer películas", explica recostándose en la butaca del cine, exhausto tras una mañana entera de promoción. "Para hacerlas, para venderlas y para convencer a la gente de que hemos hecho una peli que merece la pena ver".

Y, por supuesto, para pagarlas, porque "si al hablar de cine no estamos hablando de dinero a los cinco minutos, entonces no estamos hablando de cine". Emma Lustres tira así de argumento de autoridad –la frase es de Orson Welles– para reivindicar su profesión, aunque rectifica al momento y recuerda que su papel es, por supuesto, el financiero, pero también el creativo.

Es lo que han hecho ellos en Somos gente honrada, la historia de dos padres de familia cincuentones y en paro que encuentran con un fardo de cocaína. Involucrarse en los castings, aconsejar a la hora de rematar el guión y no limitarse, en resumen, a extender el cheque y esperar a ver qué tal la taquilla. Algo no del todo frecuente en nuestro país porque en España, explica Lustres, "no ha habido una tradición de productores creativos, como lo era el gran referente en este sentido, Elías Querejeta, sino que hemos sido más empresarios del cine que otra cosa". Empresarios que se limitaban a financiar, sin mediar en el proceso de creación ni preocuparse por si estaban pagando algo bueno, malo o regular con tal de llegar a recuperar su proporción en el margen de beneficios. Y este desinterés creativo de los productores "puede haber contribuido", sostiene, a que el cine se las vea hoy como se las ve, que es bastante mal.

Por suerte, matiza, algo está cambiando y los productores creativos, como ellos mismos, vuelven poco a poco a levantar películas. "Podemos ver el vaso medio vacío o medio lleno", sintetiza la productora. "Si queremos verlo medio lleno en España  tenemos una cinematografía importante, engrasada, que viaja muy bien y que está entre las seis o siete primeras del mundo. Si queremos verlo medio vacío, por el contrario, no podemos negar la realidad: es muy complicado hacer una película en este país, y cada día lo es más".

El cine español, un producto ideológico

Entre las "numerosas razones" de esta dificultad, según ella, está por supuesto que "la Administración ha reducido drásticamente las ayudas y las televisiones cada día hacen menos películas y ponen menos dinero por hacerlas", por mencionar solo dos, pero sobre todo una que no todos los representantes de la industria cinematográfica están dispuestos a reconocer: la deserción del público.

"En España tenemos un problema con nuestro propio público", sentencia la productora. "En cierta medida hay desconexión con el espectador nacional. No sé si es producto del franquismo, de las dos Españas o de qué, pero la verdad es que una parte importante del público cree que el cine es algo de izquierdas, lo percibe como un producto ideológico. Y muchos medios de comunicación también caen en este prejuicio".

Prejuicio que, por descontado, es injusto, o no sería un prejuicio. "El cine es cine", zanja Lustres. "No es de derechas o de izquierdas. Y además es un activo cultural, uno de los discursos que resultan más vendibles para el país, que más pueden contribuir a reforzar su proyección fuera y a crear una marca nacional.

Pero, ¿están verdaderamente politizados ya no la industria, sino sus altavoces? José Corbacho cree que no o, al menos, no más que en cualquier otro sector. "A veces te enfadas y te quejas, claro que sí, pero como se quejan hoy los médicos o los maestros, por poner solo dos ejemplos. El cine no es diferente de cualquier otro gremio y hoy, por desgracia, estamos todos parecido, sujetos a la tiranía de los recortes y del empobrecimiento".

"Todo el mundo defiende la tortilla de patatas pero no el cine español"

"A veces se distorsionan tanto las cosas que parece que el cine son solo las caras conocidas y que el hecho de que cierre un cine en Pontevedra, por ejemplo, da igual, porque las caras conocidas, los directores y los actores, se lo pueden permitir", continúa Corbacho. "Y no, claro. Cuando un cine cierra se va directamente a la calle un montón de gente de la industria. Lo que tampoco vamos a hacer es silenciar esto y no quejarnos, en particular si creemos que las cosas se pueden hacer mejor. Creo que la crítica, la nuestra como la de cualquier otro, es siempre comprensible".

Por eso el productor, humorista y realizador matiza que el desencuentro entre el cine y el espectador "no debe atribuirse solo a cuestiones de imagen" y tiene también que ver, además de con el derrumbe del consumo, con el modo en el que se consume. "La series españolas en televisión, por ejemplo, funcionan como  un tiro, mientras que las extranjeras, que hace tiempo eran las que batían records, hoy están más de capa caída. En el cine ocurre todo lo contrario: el extranjero, y en particular el estadounidense, funciona bastante mejor que el nacional".

"Es una pena que en nuestro país no se cultive este potencial, tanto por parte de la Administración como por parte de muchos medios de comunicación", remata Lustres. "Que esa pasión por lo español que vemos en otros aspectos como el deporte, el turismo, etcétera, no se vea reflejada en la cultura y en el cine. El ejemplo en el que nos acabamos mirando siempre los productores es en Francia, ya que los franceses sienten pasión por su propio cine, como hacen con su gastronomía y con su cultura. En España, sin embargo, todo el mundo defiende la tortilla de patatas, pero no el cine español". 

Nada se dejó al azar en la rueda de prensa en Madrid de Somos gente honrada, el gran estreno de cine español de la semana. En el centro de la sala, presidiendo, se sentó este miércoles el director, el debutante Alejandro Marzoa. A su diestra Miguel de Lira, uno de sus actores protagonistas, y a su siniestra Paco Tous, que interpreta el otro gran papel de la cinta. Después de ellos los dos jóvenes actores secundarios, Unax Ugalde en un flanco y Manuela Vellés en el otro, y seguidamente el resto de intérpretes. Al final de todos, cerrando el grupo por ambos lados, se sentaron los productores: José Corbacho en un extremo y Emma Lustres en el otro.