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Un insólito encuentro: Garvey y el Ku Klux Klan
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Un insólito encuentro: Garvey y el Ku Klux Klan

El líder negro Marcus Garvey se autonombró “Presidente Provisional de África”, organizando a su alrededor un ejército negro en el “exilio”. Preparó todo para la reconquista

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Un insólito encuentro: Garvey y el Ku Klux Klan

El líder negro Marcus Garvey se autonombró “Presidente Provisional de África”, organizando a su alrededor un ejército negro en el “exilio”. Preparó todo para la reconquista militar de África y su fantasía le hizo aliarse con los supremacistas blancos. Ninguno quería a los negros en Estados Unidos.

Muchos abolicionistas, como Thomas Jefferson, eran profundamente racistasNo existen imágenes de aquella cita, pero resulta escalofriante imaginarnos la escena. El 25 de junio de 1922, Marcus Garvey (1887-1940) se entrevistó a puerta cerrada con Edward Young Clark en Atlanta. Clark era entonces Gigante Imperial del Klan, y en alguna otra ocasión sus hombres habían sido invitados a reuniones de la UNIA (Asociación Mundial para el Progreso del Negro), una organización surgida en Jamaica casi una década antes y fundada por el propio Garvey como su autoridad suprema y casi única. “Estaba hablando a un hombre que era un brutal hombre blanco y él, a su vez, le hablaba a un hombre que era un brutal hombre negro”, confesó poco después. Nuestro hombre se imaginó manteniendo una especie de reunión entre los dos “auténticos” líderes de los Estados Unidos: Clark, como cabeza visible del poder blanco y él mismo como “Presidente Provisional de África”, título que se había otorgado tiempo antes. El 9 de julio, tras una serie de filtraciones acerca del extraño encuentro, Garvey se vio forzado a dar una conferencia para intentar explicar lo inexplicable, pero sus palabras sonaron vacías y hasta ofensivas. El gran mago negro haciendo magia negra. Su movimiento perseguía los mismos fines que los temibles miembros del Klan, aunque los métodos que utilizaba Garvey eran bien distintos. Ambos, desde sus propias trincheras, soñaban con el retorno de los negros a África. El Klan llevaba décadas haciendo uso de la fuerza física y del puro terrorismo. Garvey, por el contrario, era maestro de la persuasión a través de la palabra y la propaganda, aunque mantenía una especie de ejército sin armas dispuesto a emprender la “reconquista” de África para los “africanos”. La guerra estaba en marcha.

No fue la primera vez que expresó el respeto que sentía por los supremacistas blancos: “Considero al Klan, a los clubs anglosajones y a las sociedades norteamericanas blancas, por lo que al negro concierne, como mejores amigos de la raza que todos los grupos blancos hipócritas juntos”, sentenció en una ocasión. África era el lugar natural y exclusivo para el hombre negro; Estados Unidos era el país del hombre blanco. Sin embargo, muy pocos entendieron su programa político, a pesar de llegar a contar con cerca de un millón de seguidores, y varios destacados radicales negros emprendieron una campaña con el lema “Garvey debe largarse”.

La cuestión de qué hacer con los negros instalados en los Estados Unidos una vez que fuesen libres, se remontaba al mismo surgimiento de las ideas de los nacionalistas negros y abolicionistas blancos. Estos últimos, con frecuencia, se debatieron en un medio de un sentimiento de rechazo a la esclavitud y de abierto racismo. Thomas Jefferson, por ejemplo, reconoció que “las dos razas [blancos y negros], igualmente libres, no pueden vivir bajo el mismo gobierno”. Muchos abolicionistas eran profundamente racistas: “Los negros, fuera por ser de origen una raza distinta o por volverse diferentes con el tiempo y las circunstancias, son inferiores a los blancos en sus cualidades, tanto corporales como mentales”, confesó en otra ocasión el propio Jefferson. Fue entonces cuando surgieron hilarantes proyectos que soñaban con la colonización de tierras africanas por parte de negros libertos americanos. De esta forma, por fin, parecía resolverse el problema negro: sin posibilidad de residir en el suelo que había visto nacer a los suyos, volvían a la tierra de la que procedían y de donde “nunca debieron haber partido”. El definitivo retorno.

Los viejos sueños del hombre blanco fueron los que impulsaron las fantasías negras acerca del retorno a ÁfricaSierra Leona, una colonia británica integrada por negros libertos a finales del siglo XVIII, sirvió de inspiración. Y también Liberia. Centenares de negros que entonces vivían en los barrios más miserables de Londres, marcharon con lo puesto hasta aquel recóndito lugar. En 1894, y de la mano de una sociedad para la migración africana dirigida por sudistas blancos, llegó un barco con varios centenares de negros. Las consecuencias fueron desastrosas. Al poco de llegar, cayeron enfermos y sufrieron un hambre aún mayor. La mayoría pidió regresar. Los viejos sueños del hombre blanco, como la Sociedad norteamericana para el colonialismo de las gentes de color libres de los Estados Unidos, fueron los que impulsaron las fantasías negras acerca del retorno a África.

Garvey, que llego desde Jamaica dispuesto a expandir sus ideas, se sintió decidido a hacer realidad aquel antiguo sueño. Sus discursos acerca de la pureza racial se basaban en algo común a todos los racistas. Se debía aspirar a una pureza racial para todas las razas y, de este modo, afirmó creer en “una raza negra pura, como todos los blancos que se respetan a sí mismos creen en una raza blanca pura, hasta donde sea posible”. El demonio era blanco. Lo negro era sagrado, benévolo e inocente.

Garvey fue creando un complejo entramado de empresas negras que soñaban con un capitalismo negroSu esfuerzo liberador no aspiraba a una igualdad social en la que jamás creyó, sino en la prosperidad a través del mismo capitalismo. Otros movimientos radicales negros defendían la equidad social, pero Garvey consideraba inútil esta estrategia. Ansiaba las riquezas del hombre blanco en una América blanca y elitista, al mismo tiempo que detestaba a los comunistas, ya fuesen blancos o negros. Y poco a poco fue creando un complejo entramado de empresas negras que soñaban con un capitalismo negro, entre las que estaba una flota de barcos (llamada “Black Star Line”) destinada a evacuar a los negros. Todos estos esfuerzos se recogen en Black Moses, the story of Marcus Garvey y la UNIA, escrito por David Cronon.

Sus fuerzas paramilitares ensayaban la lucha cuerpo a cuerpo para cuando llegase el momento de un desembarco militar en la costa africana. Planificó una gran y patafísica República Africana en algún lugar de África. Garvey, lejos de esperar a que llegase el anhelado día de la gran liberación, formó una especie de gobierno en el exilio presidido por “Su Alteza, el Potentado”, junto a “Su Excelencia, el Presidente Provisional de África”. También contaba con una nobleza compuesta por los Caballeros del Nilo, los Duques de Nigeria y Uganda, y la Orden de los Servicios Distinguidos de Etiopía. Los mandos militares estaban integrados en la Legión Africana Mundial, el Cuerpo Motorizado Africano Mundial, los aviadores del Cuerpo Aéreo del Águila Negra y el servicio asistencial y de socorro a los heridos que sería prestado por las Enfermeras de la Cruz Negra Mundial.

El rey de reyes aprendía rápido. Subido en un lujoso coche, atravesando con gesto marcial el corazón de Nueva York en medio de multitudinarios y majestuosos desfiles que le rendían obediencia y respeto. El gran “Moisés negro”.

Servando Rocha* es escritor y editor de La Felguera.

El líder negro Marcus Garvey se autonombró “Presidente Provisional de África”, organizando a su alrededor un ejército negro en el “exilio”. Preparó todo para la reconquista militar de África y su fantasía le hizo aliarse con los supremacistas blancos. Ninguno quería a los negros en Estados Unidos.