Es noticia
“Me pareció criminal ver que los parisinos tomaban café en Starbucks”
  1. Cultura
LUC SANTE, EL CRÍTICO TOTAL QUE 'MATA' A TUS ÍDOLOS

“Me pareció criminal ver que los parisinos tomaban café en Starbucks”

William Faulkner tenía un consejo para los escritores: Kill all your darlings. La expresión tiene una difícil traducción al español –sería algo así como “mata a

Foto: “Me pareció criminal ver que los parisinos tomaban café en Starbucks”
“Me pareció criminal ver que los parisinos tomaban café en Starbucks”

William Faulkner tenía un consejo para los escritores: Kill all your darlings. La expresión tiene una difícil traducción al español –sería algo así como “mata a todas tus queridas”–, pero como técnica de escritura consiste en eliminar los fragmentos de un texto que te gustan demasiado, pues no puedes ser objetivo sobre ellos. La frase en cuestión da título a la última recopilación de textos de Luc Sante (Bélgica, 1954), que en español han titulado Mata a tus ídolos (Libros del K.O.), y que reúne una veintena de artículos periodísticos que el escritor ha publicado en revistas como The New York Review of Books, The New Yorker o The Village Voice.

Puede que Sante reelabore todas sus textos siguiendo el consejo de Faulkner, pero desde luego no lo parece. Sólo escribe de aquello sobre lo que siente verdadera pasión. Y lo trasmite. Mata a tus ídolos no deja de ser una recopilación de obsesiones, las de un escritor que disfruta fantaseando sobre aquello que ama: Nueva York, el rock, Tintín, Victor Hugo o la fotografía de Walker Evans.

Sante, que ha atendido a El Confidencial, reconoce que no puede evitar la nostalgia, “inevitable” para alguien de su edad “en una época de grandes y rápidos cambios”. Pero aunque muchos de sus artículos evocan a un pasado que nunca volverá, el escritor sigue encontrando el placer estético en muchos lugares: “Me gusta la música de todo tipo; se está haciendo muy buena televisión. Y disfruto viajando. Hay muchas zonas de Estados Unidos que permanecen al margen y son más salvajes que cualquier cosa que puedas encontrar en Europa”.

Una ciudad de yonquis, poetas y rockeros

Nueva York ha perdido su identidad por la globalización y el capitalismo corporativoGran parte de los artículos de Mata a tus ídolos giran en torno a Nueva York, la ciudad que acogió a Sante y que, tal como explica en uno de sus textos, está destinada a ser su hogar para siempre. El escritor vivió de cerca todos los movimientos culturales que se dieron en la Gran Manzana entre la década de los 70 y los 80, pero ahora sólo puede mirar a su verdadero hogar con melancolía: “Nueva York ha perdido su identidad, como todas las ciudades occidentales, por la globalización y el capitalismo corporativo. Acabo de volver de París, una ciudad que conozco desde que era un niño, en 1963, y cada vez que voy tengo la sensación de que ha perdido algo más. Me impresionó que los parisinos dejaran que cerraran sus cafeterías y más aún que tomaran el café en Starbucks. Para mí esto es criminal, pero es parte de una larga historia”. Sante cuenta como los escritores franceses –de Leon-Paul Fargue, en 1936, a Guy Debord, en 1986– han escrito siempre que París ha perdido su identidad. En su opinión, todos tienen razón, pero  “la identidad que añoramos hoy sigue siendo remplazada por algo que todavía no podemos ver”.

Sante vivió de cerca la explosión del punk de Nueva York y de toda la escena musical posterior en torno a la No Wave. Entre 1975 y 1978 fue cliente habitual del CBGB, el club donde se dieron a conocer los Ramones, Television, Blondie o los Dead Boys. Ahora su recuerdo sólo perdura en sus populares camisetas, pero el escritor asegura que en su esplendor era un sitio alucinante: “La música estaba más alta que en cualquier otro sitio. Estaba sucio, abarrotado y olía como un zoo, pero ese era parte de su encanto. Ver allí a Sonic Youth, por ejemplo, era distinto a verles en cualquier otro sitio”.

En busca de una identidad

Sante acabó instalándose en Nueva York tras recorrer junto a sus padres medio mundo. Tal como cuenta, ellos “no lo hacían por diversión, si no para encontrar trabajo”, pero para él tuvo un efecto positivo. “Mi chiste malo habitual”, explica, “es que soy ciudadano del mundo porque nací en un país que no existe”. El escritor nació en una zona de Bélgica cercana a la frontera alemana y el extremo sur de los Países Bajos, “un lugar triste y pobre, como el que aparece en las películas de los hermanos Dardenne”.

La clase trabajadora sigue existiendo, pero de una forma muy distinta. Nadie está seguro de lo que esLa familia de Sante era de clase obrera. Tal como cuenta en el libro, sus antepasados habían trabajado en las fábricas textiles belgas “al menos dos o tres siglos antes” de que él naciera. En uno de los artículos más interesantes de la compilación, El molde, Sante cuenta su experiencia como trabajador en una fábrica de plásticos. Aunque ya sabía que iba a acceder a la universidad, insistía en referirse a sí mismo “como miembro de la clase trabajadora”, vistiendo camisas azules y escuchando a los MC5. Ahora, cuenta, nadie está seguro de lo que es: “El orgullo de clase es, en gran parte, algo que la gente desarrolla en respuesta a un insuficiente respeto. Hoy en día, en Europa y América, la clase trabajadora sigue existiendo, pero de una forma muy distinta. Se trabaja en oficinas y restaurantes y nadie está afiliado a un sindicato”.  

Tras mucho deambular Sante encontró finalmente su oficio, escritor, crítico y ensayista. Una labor cada vez más puesta en entredicho en los tiempos de Internet. Su obra no deja de estar a medio camino entre la literatura y el periodismo, algo que no gusta a las revistas, que cada vez aceptan menos textos largos, algo que para Sante es más una cuestión laboral que de estilo: “A medida que los periodistas pasan del papel a Internet los editores están demandando piezas cada vez más cortas; lo que no tiene sentido, ya que el espacio tiene el mismo coste en la red, ya sean los textos de 500 o 5000 palabras. Probablemente esto tiene más que ver con que los editores quieren pagar cada vez menos”. Pese a esto Sante no es enemigo del periodismo en Internet. Sabe que allí reside el futuro y cree que se están haciendo buenos trabajos: “Triple Canopy o Los Angeles Review of Books son tan buenas y densas como muchas de las publicaciones en papel de los viejos tiempos”. 

William Faulkner tenía un consejo para los escritores: Kill all your darlings. La expresión tiene una difícil traducción al español –sería algo así como “mata a todas tus queridas”–, pero como técnica de escritura consiste en eliminar los fragmentos de un texto que te gustan demasiado, pues no puedes ser objetivo sobre ellos. La frase en cuestión da título a la última recopilación de textos de Luc Sante (Bélgica, 1954), que en español han titulado Mata a tus ídolos (Libros del K.O.), y que reúne una veintena de artículos periodísticos que el escritor ha publicado en revistas como The New York Review of Books, The New Yorker o The Village Voice.