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De banqueros malos, malísimos, corralitos y películas
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LOS MEJORES LARGOMETRAJES SOBRE LA BANCA

De banqueros malos, malísimos, corralitos y películas

Tenemos una tendencia, supongo que bastante humana (y bastante inútil, por otro lado), a preguntarnos varias veces al día quiénes son “los culpables” de la crisis.

Tenemos una tendencia, supongo que bastante humana (y bastante inútil, por otro lado), a preguntarnos varias veces al día quiénes son “los culpables” de la crisis. Unos de nuestros malos favoritos son “los banqueros”, esos seres demoníacos que, ciegos de avaricia, sumen al mundo en el caos y la destrucción. Sin duda el cine ha contribuido a la creación de este mito, que proporciona al espectador ese tranquilizador sentimiento de víctima inocente (e indignada) en la película de su vida. Veamos:

Mary Poppins (1964, Robert Stevenson) 

Creciendo con Walt Disney, normal que vivamos tan cómodos instalados en el maniqueísmo. Nunca superamos esa etapa del todo. Por ejemplo, el entendimiento de la crisis de algunos políticos y tertulianos (valga la redundancia) en este país, no es mayor que el de alguien que acaba de ver el “corralito” en Mary Poppins (en el video). La famosa frase “Si caen los bancos de Inglaterra, cae Inglaterra" da razonamiento de sobra para defender las milmillonarias ayudas públicas a los bancos. Curiosamente la peli tiene otra lectura que sólo captan los niños, mucho más sabios: no pasa nada grave si ese banco cae. Nada que no se pueda arreglar diciendo Supercalifragilísticoespialidoso.

Qué bello es vivir (1946, Frank Capra) 

Esta es la película definitiva del papel de malo-malísimo de un banquero. Lionel Barrymore (Potter) es nuestro genial arquetipo de banquero: avaricioso, usurero, asquerosamente rico a costa de todo un pueblo que si por él fuera se llamaría Pottersville. Sin embargo, si se fijan, nadie suele caer en que el bueno-buenísimo de la película, ¡es también banquero! Necesitamos banqueros abnegados como George Bailey para salir de la crisis, gente dispuesta a renunciar a su luna de miel para evitar un corralito (en el video). El problema es que James Stewart (y Frank Capra) ya están en el cielo. Aunque el gran Lionel Barrymore seguramente se lo pasa mejor en el infierno.

La hoguera de las vanidades (1990, Brian de Palma) 

Disculpen que ponga una película que no me gusta nada (como suele pasarme con muchas de Brian de Palma), pero la incluyo por el gran libro de Tom Wolfe en que está basada, que es de todo menos maniqueo y complaciente. No queda títere con cabeza: periodistas, políticos, minorías raciales, Iglesia, alta y baja sociedad… son telón de fondo en el que sucede la historia de un broker de bonos, Sherman McCoy, que es bobo perdido (se autodenomina Master del Universo) pero es más bien consecuencia de su sociedad que causa del mal. La película es mala pero la novela es totalmente imprescindible.  

Margin Call (2011, J.C. Chandor)  

También interesante y poco maniquea tenemos esta bien documentada película sobre la banca de negocios y el origen de la crisis. En ella vemos que el principio de Peter funciona como en cualquier otra gran empresa y por tanto los directivos bancarios son tan incompetentes que no les hace falta ser malas personas para causar un estropicio monumental. La responsable de finanzas cuantitativas (Demi Moore) no sabe matemáticas, por ejemplo. Eso sí, hay una especie de ser superior, el CEO Jeremy Irons. Entra al banco en helicóptero y entiende enseguida lo que los confusos directivos (y espectadores) solo intuyen torpemente durante una hora de película: “se ha acabado la música”. Vende. Es la mejor escena del filme (video). En cambio, el final de Kevin Spacey en su jardín es lamentable. Una pena.     

El banquero (1989, William Webb) 

Pero si estas sutilezas no les convencen y lo que quieren es seguir indignados sin complicaciones y convencidos del olor a azufre que echan los banqueros, pues también tienen American Psycho, por ejemplo. O incluso una menos sutil aún: El banquero, una de serie Z de la que enlazo un apasionante tráiler: “De día es banquero. De noche, un asesino”. Ay, ¡la peli tan buena que podría hacer Tarantino con este argumento!

Salvador Mas* es emprendedor y cinéfilo.

Tenemos una tendencia, supongo que bastante humana (y bastante inútil, por otro lado), a preguntarnos varias veces al día quiénes son “los culpables” de la crisis. Unos de nuestros malos favoritos son “los banqueros”, esos seres demoníacos que, ciegos de avaricia, sumen al mundo en el caos y la destrucción. Sin duda el cine ha contribuido a la creación de este mito, que proporciona al espectador ese tranquilizador sentimiento de víctima inocente (e indignada) en la película de su vida. Veamos: