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Dime cuánto bebes y te diré cuál es tu cociente intelectual
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LA RELACIÓN ENTRE EL ALCOHOL Y LA INTELIGENCIA

Dime cuánto bebes y te diré cuál es tu cociente intelectual

Hasta la fecha, muchas personas creían que beber mucho era un rasgo relacionado con una mayor inquietud intelectual. Pero un nuevo estudio pone en tela de juicio tan anticuada visión

Foto: Las últimas investigaciones sobre CI y consumo de alcohol ponen en tela de juicio las viejas visiones románticas. (iStock)
Las últimas investigaciones sobre CI y consumo de alcohol ponen en tela de juicio las viejas visiones románticas. (iStock)

Durante décadas, la cultura popular ha identificado el consumo de sustancias estupefacientes o el alcohol con la inteligencia. Una visión heredada del prototipo de genio atormentado que pasa el día amarrado a una botella de vino y deambula por las noches entre los efluvios de la absenta. Es lo que sugería, por ejemplo, una investigación realizada sobre 8.170 miembros de la cohorte de Reino Unido de 1970, que indicaba que aquellos niños que a los 10 años tenían una mejor habilidad mental solían consumir más alcohol y tener mayor riesgo de alcoholismo después de cumplir los 30 años.

Sin embargo, un nuevo estudio publicado en el número de marzo de Alcoholism: Clinical & Experimental Research aporta una simple y directa conclusión: “Los peores resultados en los tests de cociente intelectual están asociados con un mayor consumo de alcohol medido en términos de la ingesta total y práctica del botellón entre los hombres adolescentes de Suecia”.

En otras palabras, señala una de las autoras del estudio, Sara Sjölund del Instituto Karolinska de Estocolmo, las personas menos inteligentes tienden a beber más a menudo y en mayor cantidad. Como recuerda, hasta la fecha, la mayor parte de este tipo de investigaciones ha arrojado conclusiones inconsistentes al utilizar metodologías como el cuestionario CAGE, elaborado en 1968 por Ewing y Rouse para detectar problemas alcohólicos.

Como explica a Eurekalert el profesor Daniel Falsktedt, del Departamento de Ciencias de la Salud Pública de dicho Instituto, “en este estudio de la población general, la inteligencia probablemente viene antes de la conducta, en este caso, el consumo de alcohol y las costumbres alcohólicas en la adolescencia tardía”. Es mucho menos frecuente que se produzca el proceso contrario, en el que la exposición al alcohol conduce a la deficiencia intelectual.

Entre la botella y los libros

Sjölund y sus compañeros han utilizado los datos de 49.321 varones suecos nacidos entre el año 1949 y 1951 que formaron parte del servicio militar sueco a finales de los años sesenta para establecer una relación entre sus tests de inteligencia y la frecuencia con la que consumían alcohol durante esa época. Los datos fueron ajustados al nivel socioeconómico, síntomas psiquiátricos y estabilidad emocional de los participantes en el estudio.

Por el contrario, las mujeres con un mayor nivel cultural tienen más riesgo de ser alcohólicas

Para Sjölund, esta relación entre cociente intelectual y hábitos alcohólicos puede señalar que las personas más inteligentes suelen adoptar hábitos de vida más saludables, pero también que determinadas enfermedades infantiles o el origen socioeconómico pueden determinar dicha correspondencia. Una visión en la que coindice Falkstedt, que señala que el estudio sugiere que los malos resultados en los exámenes CI van de la mano de otras desventajas, como “un entorno social más desfavorecido y problemas emocionales, que pueden explicar la asociación con un consumo alcohólico de riesgo”. El profesor recuerda que un menor cociente en la infancia también está relacionado con una mayor posibilidad de suicidarse de adulto, un proceso que puede ser semejante con el consumo de alcohol, que puede convertirse en una válvula de escape para la frustración.

Los autores reconocen, no obstante, las diferencias entre culturas y países. Un caso especial es el de las mujeres, cuyos hábitos de consumo alcohólico y motivos difieren sustancialmente de los de los hombres. Es más, es probable que en su caso sí se cumpla la máxima de que las personas más inclinadas a los vicios son las que tienen una mayor inquietud intelectual, como puso de manifiesto una encuesta realizada por la London School of Economics. Esta sugería que cuanto mayor fuese la formación de una mujer inglesa, más probabilidades había de que sufriese problemas alcohólicos, ya que son las mujeres más preparadas las que tienen una carrera profesional más exigente, una vida social más activa y que forman una familia más tarde en sus vidas.

Durante décadas, la cultura popular ha identificado el consumo de sustancias estupefacientes o el alcohol con la inteligencia. Una visión heredada del prototipo de genio atormentado que pasa el día amarrado a una botella de vino y deambula por las noches entre los efluvios de la absenta. Es lo que sugería, por ejemplo, una investigación realizada sobre 8.170 miembros de la cohorte de Reino Unido de 1970, que indicaba que aquellos niños que a los 10 años tenían una mejor habilidad mental solían consumir más alcohol y tener mayor riesgo de alcoholismo después de cumplir los 30 años.

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