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La mejor manera de dormir una provechosa siesta durante el verano, según la ciencia
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PARA CORREGIR LA FALTA DE DESCANSO

La mejor manera de dormir una provechosa siesta durante el verano, según la ciencia

El tedioso aumento de las temperaturas durante estos días de verano dificulta la conciliación del sueño e impide un buen descanso. Pero tiene arreglo: la siesta

Foto: La falta de sueño es especialmente dañina para la salud en los meses de verano. (iStock)
La falta de sueño es especialmente dañina para la salud en los meses de verano. (iStock)

El tedioso aumento de las temperaturas durante estos días de verano dificulta la conciliación del sueño e impide un buen descanso. Como consecuencia, nos sentimos más fatigados durante el día, nuestra capacidad de atención y concentración disminuyen y, en definitiva, la pereza que sentimos es inversamente proporcional a la productividad y la creatividad. ¿Una consecuencia inevitable durante los días de mayor calor veraniego? Sí, pero sólo si se prescinde de una saludable y reparadora siesta.

Echarse una cabezadita después de comer no mitiga por completo la falta de descanso nocturno, pero sí corrige estas carencias en buena medida, y empleando menos tiempo del que comúnmente se cree. Cuando menos, la siesta evita que nos convirtamos en zombis sin apenas vitalidad, una sensación que no sólo hace que nos cueste más esfuerzo y tiempo llevar a cabo cualquier actividad, sino que entraña numerosos peligros. Al volante disminuye el tiempo de reacción, mientras que en el trabajo provoca que se cometan más errores, lo cual es especialmente peligroso para ciertos colectivos profesionales.

La falta de sueño es especialmente dañina para la salud, hasta el punto de que si se convierte en crónica reduce la esperanza de vida, según un estudio del University College de Londres. Los investigadores analizaron a lo largo de dos décadas los patrones de sueño de más de 10.000 personas y cruzaron estos datos con los de la esperanza de vida. La conclusión fue que aquellos que dormían dos horas menos que la media tenían el doble de posibilidades que el resto de sufrir una muerte súbita.

Las diferencias entre quienes la duermen y quienes no

Los especialistas recomiendan un mínimo de ocho horas al día de sueño, pero bien es cierto que además de la cantidad también cuenta la calidad, y en esta época del año hay que aumentar el tiempo de descanso nocturno para obtener réditos similares a los del invierno. En una conferencia de TedGlobal, la autora de ¡Tómate una siesta! Cambia tu vida, Sara Mednick, defiende que habría que elevar el tiempo ideal de sueño hasta las diez horas para poder obtener los máximos beneficios.

La capacidad para procesar eficazmente la información, aumentar las habilidades creativas, la productividad y el pensamiento crítico dependen, según numerosos investigadores, de suplir las carencias de sueño con una buena siesta. La gran mayoría de losmamíferos están biológicamente programados para dormir durante breves períodos a lo largo del día, por lo que la siesta es una pulsión natural que no se debería eludir. Máxime, si se trata de una “siesta de emergencia”, es decir, cuando uno está realmente fatigado o somnoliento y tiene que realizar una actividad incompatible con este estado como conducir o manejar maquinaria peligrosa.

Como una “buena siesta” se entiende a aquellas en las que realmente nos llegamos a dormir profundamente, pues sólo así podremos experimentar una mejora de la memoria, del aprendizaje, la retención y las conexiones entre ideas.Según los resultados de este estudio, publicado en elJournal of Sleep Research, las personas que duermen diariamente la siesta son capaces de recordar mejor los conceptos aprendidos durante el día que el resto y tienen unamejor capacidad para afrontar y resolver problemas complejos, sobre todo si se alcanza la fase REM.

En otro estudio,financiado por la NASA, se concluyó que las personas que dormían la siesta cometían un 34% menos de errores en el trabajo y estaban un 16% más atentas. Por otra parte, la siesta es esencial para aquellos que necesitan un poco de relajación,aminorar el estrés y la ansiedad.

La mejor forma de dormir la siesta

Otras investigaciones han demostrado la potencialidad de la siesta para salvar vidas, como recoge Eric Barker en Barking up the wrong tree. Según un estudio llevado a cabo en pilotos de vuelos comerciales, aquellos que se tomaban una siesta de 25 minutos estaban el doble de concentrados y atentos que el resto de sus compañeros que no la dormían. Asimismo, en un estudio llevado a cabo por el profesor David Dinges de la Universidad de Pensilvania, analizó el efecto de la siesta en los astronautas, concluyendo que quienes la tomaban aumentaban tanto su rendimiento como su capacidad para prestar atención a tareas aburridas.

Para dormir una siesta perfecta hay que tener en cuenta varios factores, como tiempo de duración y el lugar. Con 25 minutos es suficiente para experimentar un sueño ligero, desconectar del acelerado ritmo de la vida, de las preocupaciones, el trabajo y el estrés. Incluso si se limita a 15 o 20 minutos, será suficiente para no alterar nuestros horarios de trabajo, conseguir un sueño profundo y tener un buen despertar despojándonos de la sensación previa de cansancio. Si se superan los 45 minutos, la siesta puede llegar a ser contraproducente. El mejor momento para dormir la siesta es a las siete horas de haberse despertado, según un estudio del Salk Institute citado en ¡Tómate una siesta! Cambia tu vida.

El entorno es mucho más importante de lo que se piensa, ya que afecta en gran medida a la capacidad para quedarnos dormidos. Lo mejor es que el lugar donde durmamos la siesta sea siempre el mismo.En este sentido, es imprescindible evitar al máximo los ruidos y la claridad, procurando realizarla enun lugar tranquilo, silencioso y con un ambiente agradableque favorezca el sueño reparador.

El tedioso aumento de las temperaturas durante estos días de verano dificulta la conciliación del sueño e impide un buen descanso. Como consecuencia, nos sentimos más fatigados durante el día, nuestra capacidad de atención y concentración disminuyen y, en definitiva, la pereza que sentimos es inversamente proporcional a la productividad y la creatividad. ¿Una consecuencia inevitable durante los días de mayor calor veraniego? Sí, pero sólo si se prescinde de una saludable y reparadora siesta.

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