Sareb sale del armario en la mayor feria inmobiliaria de España

La mayor feria inmobiliaria de España, el Salón Inmobiliario de Madrid (SIMA) 2013, celebra quince ediciones. Los pabellones de IFEMA son este año, una vez más, testigos y fiel reflejo de la evolución que ha experimentado el mercado inmobiliario durante la última década. Han sido testigos del boom inmobiliario y también de su declive. Testigos de los nuevos protagonistas del sector, las entidades financieras, y de la paulatina desaparición de numerosas promotoras e inmobiliarias.

Pero también de la aparición de nuevos players, como las empresas especializadas en vender activos adjudicados de las entidades financieras -Básico Homes o Magnum Partners, por ejemplo- y el famoso 'banco malo' o Sareb, que ha salido finalmente del armario y ha puesto sus cartas sobre la mesa: más de 5.000 viviendas.

Su presidenta, Belén Romana, anunciaba precisamente esta semana en la Junta de Accionistas que se han iniciado los procesos de venta a través de los tres canales previstos por la entidad, minorista, mayorista y activos singulares. Y qué mejor escenario para llegar al cliente minorista, es decir, al ciudadano de a pie, que la mayor cita inmobiliaria que se celebra en España.

Sareb ya no se esconde. Su nombre aparece en varios stands de la feria junto a algunas de las entidades nacionalizadas de las que ha recibido miles de activos como Bankia o Catalunya Caixa. Ha acudido con unos 5.000 inmuebles distribuidos por toda la geografía española y con descuentos del 20% y hasta del 30%. Son aparentemente atractivos sobre el papel, pero no olvidemos que el banco malo decidió primar unos precios elevados de venta de sus pisos frente a la rapidez en dar salida a su stock -como han hecho entidades como Santander o Banco Sabadell-, con el fin de maximizar su rentabilidad.

De hecho, como adelantó El Confidencial, impuso a las entidades que comercializan sus inmuebles –las nacionalizadas- un precio mínimo de venta un 25% por encima del valor al que los transfirieron a Sareb, al tiempo que les otorgaba incentivos para venderlos todavía más caros. Esto provocó casos como el de un piso que valía 115.000 euros cuando era propiedad de estas entidades (Bankia, CatalunyaCaixa, NovaGalicia y Banco de Valencia) que pasase a costar 200.000 tras ser transferido al banco malo.

Banco malo y banca sana cara a cara

Además, en esta misma feria y exceptuando a BBVA, también exponen su ladrillo sus accionistas: las filiales inmobiliarias del Santander (Altamira), Banco Sabadell (Solvia), Banco Popular (Aliseda) o La Caixa (Servihabitat). Ninguna de ellas ha traspasado activos al banco malo y en este salón, son competidores directos.

Todas estas entidades están metiendo presión a Sareb con sus cifras de venta. Durante los primeros meses del año, la banca sana vendió 14.000 activos inmobiliarios, manteniendo el ritmo frenético de la recta final de 2012. El control de la financiación, las rebajas agresivas de los precios y el fin de las ayudas fiscales propiciaron en 2012 que, prácticamente, una de cada tres viviendas que se vendieron en España estuviera en manos de una entidad financiera. En total, el año pasado estas se desprendieron de 85.000 inmuebles. Y no piensan levantar el pie del acelerador. La banca ha tardado un par de años en ordenar sus activos y diseñar sus estrategias de venta -unas más agresivas que otras-, pero ahora la salida de activos es incesante.

Sareb echó a andar en enero de 2013. En estos meses de actividad, ha montado su equipo directivo, ha cerrado su estructura de capital y ha devuelto a las entidades nacionalizadas miles de pisos para que los vendan a través de sus redes comerciales. Sin embargo, todavía no se ha producido la gran operación inmobiliaria, el gran pistoletazo de salida que permita desatascar el mercado. Apenas se conoce la venta de 85 viviendas por parte de CatalunyaCaixa.

Sareb se ha dado quince años para dar salida a todos los inmuebles traspasados por las entidades nacionalizadas. Un plazo excesivamente largo para unos, pero adecuado para otros. En este periodo, tendrá que deshacerse de casi 100.000 viviendas, unas 45.000 en los próximos cuatro o cinco años.