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Destino Ereván: un recorrido sin diluvio universal por la exótica capital de Armenia
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Destino Ereván: un recorrido sin diluvio universal por la exótica capital de Armenia

Nos adentramos en el corazón de esta nación euroasiática y de su capital, Ereván, para entablar contacto con sus gentes y lugares emblemáticos, desconocidos por los europeos occidentales

Foto: Vista del complejo Cascade, en el centro de Ereván (Fuente: iStock)
Vista del complejo Cascade, en el centro de Ereván (Fuente: iStock)

Albert y Alvar Parsamyan viven en un lugar recóndito de los montes de Byurakan, junto al monasterio de Tegher. En su finca, acogen a personas de todas las partes del mundo, pero su ubicación jamás la podrías encontrar en AirBnb o en cualquier guía turística. Solo a través del boca a boca. Sus instalaciones están fabricadas a mano, hechas solo con madera, clavos y cuerdas. Esta residencia de maestros artesanos, escondida a en la todavía virgen flora de Armenia, a pocos kilómetros de la capital, lleva más de 70 años recibiendo turistas de confianza que comparten tiempo y espacio con ellos y sus dos hijos.

placeholder Una vista del jardín de los Parsamyan y sus objetos de trabajo artesanal. (Enrique Zamorano)
Una vista del jardín de los Parsamyan y sus objetos de trabajo artesanal. (Enrique Zamorano)

A juzgar por la expresión de sus rostros al recibirnos, no hacen nada sorprendente ni especial: preparar café (más fuerte que una roca, por cierto), enseñar a los niños a tocar el piano y a cuidar del jardín en el que vive un conejo, dos gallos y una familia de gatos, así como a elaborar pequeños tapices infantiles con formas de animales que los niños enseñan orgullosos. Quizá, también a recolectar leña para alimentar el fuego con el que preparan un jugoso dulce de textura similar a la patata pero con la forma de una aceituna que se ingiere después de cocinarlo en una gran olla de agua hirviendo.

placeholder Alvar (izquierda) y Albert (derecha) Parsamyan, el matrimonio que regenta la 'guesthouse' de Byurakan. (Enrique Zamorano)
Alvar (izquierda) y Albert (derecha) Parsamyan, el matrimonio que regenta la 'guesthouse' de Byurakan. (Enrique Zamorano)

Arme, el primogénito, imparte talleres de cerámica en Ahstarak, el pueblo de al lado. Esta es otra de las especialidades de la casa y, por extensión, de toda la comarca. Vasijas hechas a mano, elaboradas con tiempo y esmero, las cuales la familia Parsamyan acumula en cada una de las estancias de su parcela, en la que también hay un balancín, varias casas de árbol que sirven de cobijo para los foráneos y terrazas techadas a partir de telas de colores. Alguien con la mente muy fantasiosa podría recrearse con la idea de que, de existir las hadas o los faunos, vivirían en un entorno así.

placeholder El interior de la casa de los Parsamyan, con las creaciones de cerámica hechas por su hijo Arme, y los invitados a los que alojan. (Enrique Zamorano)
El interior de la casa de los Parsamyan, con las creaciones de cerámica hechas por su hijo Arme, y los invitados a los que alojan. (Enrique Zamorano)

Durante la visita, nos encontramos con una familia de alemanes que se hospedan con ellos. Sus dos niños juegan con la niña pequeña de los anfitriones, y un detalle que nos asombra es que no comparten idioma, pues los Parsamyan no hablan inglés y mucho menos alemán; a pesar de este hándicap, se entienden a la perfección en cada cosa que hacen juntos. Debe ser que no hay lenguaje más perfecto que el juego, sobre todo si es en un entorno así de especial.

Un país muy mediterráneo bajo el Cáucaso

A muchos les costaría encontrar Armenia en un mapa, y la verdad es que con ojos europeos, este país se antoja exótico y enigmático, un tanto arcaico -en el buen sentido de la palabra-, de gran raigambre histórica y cultural. Su gente tiene un carácter vitalista, hospitalario, frugal y amable, siempre dispuestos a ayudar. De algún modo, se percibe un punto de conexión entre la raíz latina y mediterránea en el modo de vivir, no en vano fue la primera nación en la que se oficializó el cristianismo, antes incluso que el gran Imperio Romano.

“Armenia se está convirtiendo en un destino muy importante para los turistas de todo el mundo, especialmente europeos”

En esto mismo reparamos el día anterior a la visita a casa de los Parsamyan, ya que se armó un gran revuelo de prensa, autoridades y ciudadanos en la presentación en el Monte Hatis de un nuevo proyecto que pretende atraer a un gran número de turistas en el futuro: una gran estatua de Jesucristo destinada a ser la más alta del mundo que quedará erigida frente a la ciudad de Ereván en los próximos años.

placeholder Vista desde el Monte Hatis, donde se instalará la gran estatua de Jesucristo. (Enrique Zamorano)
Vista desde el Monte Hatis, donde se instalará la gran estatua de Jesucristo. (Enrique Zamorano)

No es precisamente el Monte Hatis la montaña sagrada de Armenia, sino el Ararat, por el que descendió Noé junto al resto de animales del Arca tras el diluvio, según cuenta la leyenda y que, por cierto, pertenece a Turquía. En Armenia podemos ver anuncios de distintas marcas que llevan su nombre, como de cerveza. Una bebida alcohólica de mayor graduación es el coñac, como el que degustó Churchill con gran placer al lado de Stalin en la Conferencia de Yalta, pidiendo al jefe de los soviéticos que le trajera más botellas.

El licor que le chiflaba al primer ministro británico al término de la Segunda Guerra Mundial sigue fabricándose en Ereván, siendo uno de sus principales amuletos nacionales, que no solo puede generarte una buena tos por su brusco sabor si no estás acostumbrado, sino también transportarte a diversos hitos de la historia del país que le han llevado hasta el presente a pesar de todos los problemas. Estos no han sido pocos, pues después de un genocidio y de la tensión no resuelta entre sus países vecinos, Turquía y Azerbayán, se puede decir que Armenia tiene ganas de despegar socialmente, salir al mundo y ser una nación próspera en un escenario internacional conflictivo y cambiante -no hay que olvidar la gran influencia rusa y la reciente guerra de Ucrania, un país lejano, pero que tiende a verse como cercano.

"La población local tiene muchas ganas de abrirse al extranjero, enseñar sus entornos rurales, pues es donde se puede conocer de lleno la cultura"

"Armenia se está convirtiendo en un destino muy importante para los turistas de todo el mundo, especialmente europeos", afirma Zurab Pololikashvili, secretario general de la Organización Mundial del Turismo (UNWTO), quien visitó el país estos días para promocionar la cultura y los valores de la región. "Los atractivos más destacados son la parte histórica, religiosa, natural y gastronómica. Creo que el turismo tras la pandemia está cambiando, la gente está aburrida de salir de vacaciones y encontrarse con un mismo modelo turístico. Por ello, cada vez se valora más el contacto con la población y la cultura local, un factor que en Armenia es muy especial".

Pololikashvili recalca que todo aquel que llega a Ereván termina queriendo visitar las localidades cercanas, como Byurakan, donde vive la familia Parsamyan. "El futuro del turismo pasa por descubrir lugares inéditos y Armenia lleva tiempo sintiéndose un poco desconectada del resto del mundo", admite, haciendo referencia a que, efectivamente, hay que hacer mínimo una escala en avión para llegar al país desde suelo europeo. "Por ello, la población local tiene muchas ganas de abrirse al extranjero, enseñar sus entornos rurales, pues es donde el viajero puede conocer de lleno la cultura armenia, siempre cargada de hospitalidad hacia el de fuera". El secretario general reconoce a su vez que el gobierno está invirtiendo en infraestructuras, especialmente en las carreteras que conectan los distintos puntos del país, y que ello hará que Armenia atraiga a cada vez más turistas.

placeholder Algunos de los dulces y pasteles típicos de Armenia, creados de forma artesanal por la familia Parsamyan. (Enrique Zamorano)
Algunos de los dulces y pasteles típicos de Armenia, creados de forma artesanal por la familia Parsamyan. (Enrique Zamorano)

"¿Cómo se come? Es lo primero que te pregunta un turista español cuando le dices un posible destino de vacaciones", admite el secretario general, en referencia a los atractivos turísticos que puede ofrecer Armenia a España. Este, en concreto, es un rasgo que comparten ambas naciones, pues en las dos la gastronomía es un pilar de la cultura del país. Por ello, la nación euroasiática se siente un tanto mediterránea a pesar de estar entre el Mar Negro y el Mar Caspio. A lo largo del viaje, la comida que degustamos destacaba por su gran calidad en el género de carnes y su tendencia a estar muy especiada, no tanto como la de los países más orientales, pero sí en su justa medida para darle un gran sabor.

Mariam: una vida a camino entre Nueva York y Ereván

Para seguir ahondando en los lazos que unen a este país con el resto del mundo, especialmente en el lado occidental, en nuestra visita hablamos con Mariam Vahradyan, una nativa de Ereván de 26 años que, siendo una niña, sus padres se mudaron a Nueva York por trabajo. Allí, en la ciudad emblema del mundo occidental, pasó toda su vida hasta hace no menos de dos años, cuando decidió volver a la tierra de su familia, cansada del trasiego neoyorquino. "Yo no he crecido aquí y hay cosas que no entiendo muy bien", admite. "Sin embargo, me siento feliz y creo que mi vida tiene más sentido que la que tenía en Nueva York, allí la gente es más superficial. Pero aquí, si necesitas ayuda, los armenios siempre van a estar ahí, siento con ellos una conexión más intensa y profunda. Los lazos que unen a la gente son más fuertes".

"La vida aquí se parece mucho a Madrid, la gente hace su vida en la calle, en las terrazas, y tiene conexión con sus vecinos"

Vahradyan creció en la gran ciudad estadounidense, pero en casa sus padres se ocuparon de mantener el lenguaje y las costumbres con ella y su hermana, de ahí que le haya sido tan fácil volver a sus raíces. "Lo que más me gusta de las personas en Armenia es que tienen muchas ganas de progresar, de salir adelante y hacer cosas", recalca en español, ya que hace años pasó seis meses estudiando en Madrid gracias a una beca. "En Nueva York todo el mundo se sentía desarraigado y desapegado a su vida y a su gente. No sentían ya sorpresa por nada. Aquí, si quieres empezar un proyecto, todo el mundo estará encantado de echarte una mano y escucharte. Allí hay demasiadas oportunidades y siempre va a haber alguien por encima de ti o que haga mejor lo que tú haces, pero aquí, en Ereván, hay un espíritu de más hermandad".

placeholder Mariam Vahradyan, una ciudadana armenia que creció en Nueva York y ahora ha vuelto a Ereván, Armenia. (Cedida)
Mariam Vahradyan, una ciudadana armenia que creció en Nueva York y ahora ha vuelto a Ereván, Armenia. (Cedida)

Empleada en una empresa tecnológica como agente de comunicación, Vahradyan reconoce que su pasión está en la educación infantil y en pasar tiempo con niños pequeños, realizando talleres en una céntrica librería de la ciudad para enseñarles inglés. En Nueva York se encargaba de la publicidad en una editorial de libros infantiles, un trabajo que dejó atrás, pero que ahora se ha transmutado en algo mucho más altruista, haciéndola sentir mucho más realizada como persona.

"Los niños son una parte integral de la cultura, las familias son muy numerosas y se fomenta el aumento de la natalidad"

"La vida aquí se parece mucho a Madrid, la gente hace su vida en la calle, en las terrazas, y tiene conexión con sus vecinos", explica. "Aun así, es un poco diferente, ya que hay aspectos en los que todavía no están muy modernizados, como es el hecho de tener que volver a enviar cartas, ya que no usan para todo el correo electrónico, como en la otra parte del mundo. Los niños son una parte integral de la cultura, las familias son muy numerosas y se fomenta la natalidad. En Estados Unidos tienes que esperar a tener un trabajo estable y ser mayor para tener hijos, aquí no. Además, los padres viven con sus hijos permanentemente, es una sociedad muy familiar, ya que los abuelos también forman una parte muy importante de la crianza de los más pequeños".

Foto: Una calle en Stepanakert, capital de Nagorno-Karabaj. (Reuters)

Uno de los últimos comentarios que esboza es el dolor por los conflictos que el país tiene con Turquía y Azerbayán, lamentando la falta de atención desde el exterior. "En Nueva York mis amigos no entendían lo que nos estaba pasando, me sentía un poco aislada al no poder conectar con armenios en esos momentos", dice, en referencia a los problemas con sus naciones vecinas, que se recrudecieron con más fuerza en 2020 en la República de Artsaj. Sea como sea, los habitantes de Ereván miran hacia el futuro con optimismo, como ella repite varias veces. No sabe si regresará algún día a Nueva York, pues en Ereván ha encontrado la armonía que necesitaba en su vida. "Aquí aprendes a dejarte llevar, a estar en el presente", concluye. "Ahora siento que no tengo tanta prisa, mi alma se siente mejor y he aprendido a ser un poco más espontánea y abierta".

Albert y Alvar Parsamyan viven en un lugar recóndito de los montes de Byurakan, junto al monasterio de Tegher. En su finca, acogen a personas de todas las partes del mundo, pero su ubicación jamás la podrías encontrar en AirBnb o en cualquier guía turística. Solo a través del boca a boca. Sus instalaciones están fabricadas a mano, hechas solo con madera, clavos y cuerdas. Esta residencia de maestros artesanos, escondida a en la todavía virgen flora de Armenia, a pocos kilómetros de la capital, lleva más de 70 años recibiendo turistas de confianza que comparten tiempo y espacio con ellos y sus dos hijos.

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