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Los niños imitan 'El juego del calamar': por qué prohibirles la serie no es la mejor solución
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Conductas violentas en los colegios

Los niños imitan 'El juego del calamar': por qué prohibirles la serie no es la mejor solución

Los expertos coinciden en que, si los jóvenes tienen edad suficiente y es imposible escapar del fenómeno, puede ser más útil enseñarles a interpretar la violencia

Foto: Una escena de 'El juego del calamar'. (EFE)
Una escena de 'El juego del calamar'. (EFE)

En la primera prueba de la serie 'El juego del calamar', los concursantes compiten en una especie de escondite inglés, con la particularidad de que quien se mueve o no llega a tiempo a la meta, muere tiroteado. Los alumnos del colegio Blas Infante, de Écija, Sevilla, han creado su propia versión del juego, en la que las balas se sustituyen por patadas en las nalgas. En otros centros son puñetazos, empujones o vejaciones, según manifiestan los docentes encargados de vigilarles en el recreo.

A las asociaciones de padres y madres no les consta, de momento, ninguna denuncia concreta relacionada con la serie, que en cuestión de un mes se ha convertido en la más vista en la historia de Netflix. No obstante, algunos colegios están remitiendo circulares a las familias en las que advierten de que la producción coreana no está recomendada para menores de 16 años por incluir "un alto contenido de violencia explícita" e, incluso, hay otros que han optado por prohibir los disfraces de Halloween que representen a personajes de 'El juego del calamar'.

¿Hay motivos para preocuparse? José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, cree que depende de cada caso: "No es lo mismo que esté visualizando contenidos violentos un niño de ocho años, que uno de 16 o una persona de 30. También influye mucho la propia personalidad, el entorno social en el que se desenvuelve el niño, las características de relación interpersonal que tiene, las posibles vulnerabilidades que presenta o el tiempo que haya dedicado a consumir ese contenido, entre otros factores".

"Es cierto que los menores están muy expuestos a la violencia y tienen acceso con más facilidad que nunca a este tipo de contenidos", reconoce Luengo. Esto es un problema para las personas en edades tempranas, con una frontera todavía difusa entre el campo de la imaginación y el de la realidad y un patrón de aprendizaje basado en la imitación. "Hemos visto que la violencia ha aumentado mucho en los últimos años debido, precisamente, al gran número de videojuegos, series y otros productos audiovisuales. El tema está en que la tecnología hoy en día ha avanzado tanto que la ficción se percibe casi como la realidad", apunta María Campo Martínez, profesora del Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Pero que la violencia inunde los medios de comunicación no es necesariamente negativo. "Una sociedad que muestra la violencia normalmente lo hace para sensibilizar y concienciar de actos o comportamientos que son indeseables y que generan un daño a otras personas o colectivos. Cuando se habla de la violencia de género en la televisión no se habla para fomentar la violencia de género, sino para sensibilizar. Cuando se muestran peleas de padres o aficionados en partidos de fútbol el periodista no lo hace para que se reproduzcan estos comportamientos", agrega Luengo.

"Una sociedad que muestra la violencia lo suele hacer para sensibilizar y concienciar de actos o comportamientos indeseables"

Según los expertos, la clave está en enseñar cómo consumir esa violencia y de qué forma interpretarla. "Muchas veces nos fijamos en si la película en cuestión es para niños o no, si son dibujos o no, pero creo que realmente hay que sentarse con ellos y ver lo que ven. La primera pauta para los padres es centrarnos en qué están viendo y desarrollar un criterio propio para determinar qué deben ver y qué no", señala Campo, que aboga por establecer límites firmes cuando toca: "Todos sabemos que fumar es malo para un niño de 10 años y no nos imaginamos a un padre dándoselo al hijo para que lo pruebe".

No obstante, esta es un arma de doble filo. "Está probado que la prohibición genera atracción", explica. Para evitar que ocurra, puede ser útil explicarle al menor los motivos del veto, pero puede darse el caso de que aun así siga sin transigir. "Hay que marcar la norma, pero con cariño. Es importante también darle otros recursos. Muchas veces les prohibimos cosas, pero no tienen otra alternativa. Necesitan otras actividades que les puedan motivar, que les puedan enganchar tanto como lo que le hemos quitado", matiza.

¿Qué hacer cuando el fenómeno es imparable?

Sería ingenuo pensar que basta con prohibir la serie para que un niño no reciba información de ella. Más de 110 millones de espectadores en todo el mundo han visto ya 'El juego del calamar' —lo que equivale a la mitad de suscriptores de Netflix—. Hay comentarios, parodias y memes en las redes sociales más importantes; versiones en videojuegos que los grandes creadores de contenido de Twitch y YouTube reproducen ante millones de personas. Y eso por no hablar del boca a boca.

Foto: Protagonistas de 'El juego del calamar'. (Netflix)

Cuando no haya más remedio, José Antonio Luengo aboga por darle la vuelta a la situación: "Si sabemos que ya la han visto o les genera mucha ocupación mental, los padres y los profesores debemos ser inteligentes y aprovechar. Lo importante es que los niños vean que los adultos sabemos de esto. Sabemos lo que estáis viendo, tenemos una consideración crítica sobre ello y os lo queremos transmitir". Hacerlo así no sólo evita 'ponerle puertas al campo', sino que además es una oportunidad para transformarlo en una lección: "Los creadores de 'El juego del calamar' no han sacado esta serie para generar violencia, sino para criticar, precisamente, que la violencia se ha convertido en un fenómeno viral que se asienta en un pilar sustantivo en nuestra organización social que es el 'todo vale'".

"La serie no busca generar violencia, sino precisamente criticar que se ha convertido en un pilar fundamental de nuestra sociedad"

Otro obstáculo es que el niño pueda sentirse excluido, por lo que la serie no debe ser un tema tabú. "Él puede saber lo que es, pero debemos explicarles por qué no es bueno para ellos y que si los demás juegan tiene que tener la personalidad suficiente para saber que eso no está permitido", ahonda la especialista de UNIR. "Si tienen otros recursos en los que poner su motivación y su ilusión tendrán la capacidad de hablar de otras cosas y eso es lo que les tenemos que enseñar. Hay que enseñarles a tener personalidad y respeto", concluye.

En la primera prueba de la serie 'El juego del calamar', los concursantes compiten en una especie de escondite inglés, con la particularidad de que quien se mueve o no llega a tiempo a la meta, muere tiroteado. Los alumnos del colegio Blas Infante, de Écija, Sevilla, han creado su propia versión del juego, en la que las balas se sustituyen por patadas en las nalgas. En otros centros son puñetazos, empujones o vejaciones, según manifiestan los docentes encargados de vigilarles en el recreo.

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