Crítica 'Supervivientes 2024': cambiarlo todo para seguir igual (o peor) que antes

Uno de los máximos alicientes del fiel seguidor de Supervivientes es emborracharse de supervivencia en sus principales galas. Todo lo contrario a lo que está ocurriendo en la recién estrenada edición que, a priori, iba a ser "la vuelta a los orígenes" del formato, en clara referencia a la parte extrema de un grupo de famosos en mitad de una isla.

El principal lavado de cara al exitoso concurso de Telecinco, que, ciertamente, es el producto que mejor rinde (de momento) en la cadena, es el cambio de productora. Bulldog TV fue despojada de sus años de experiencia fabricando SV para entregárselo a Cuarzo Producciones, los mismos que se encargan de La isla de las tentaciones o Así es la vida, pero que, anteriormente, también estuvieron a los mandos de El programa de Ana Rosa, La última noche, ¡Vaya vacaciones! o Viva la vida.

"Ese programa", como ahora lo llaman, casi avergonzándose, fue único en dotar de contenido a 'Supervivientes'

Sin embargo, a la vista del espectador, la única modificación significativa es un suave retoque a los grafismos, la incorporación de un dron a gran altura para disfrutar de espectaculares imágenes durante las pruebas o saltos del helicóptero, así como la puesta en marcha de mecánicas de confrontación entre los concursantes, véase 'El oráculo de los dioses' en Conexión Honduras para provocar desencuentros entre ellos a golpe de vídeos de su convivencia. Y, claro, también se notan los mandos de plató, manejados por un auténtico maestro del show, el exdirector de Sálvame, Raúl Prieto. El resto, todo igual, o peor que antes.

Ni se han molestado en crear una nueva apariencia gráfica, musical o de atrezzo, también se han mantenido algunas clásicas pruebas, como la del barro, el salto al mar o el baño de pinturas, para dividirlos por grupos, por no hablar del contenido: cien por cien corazón (pero del de toda la vida). Precisamente, un mundo del que han querido huir a toda pastilla en este grupo televisivo, sobre todo desde la humillante y mediática matanza a Sálvame.

Un magacín que se mantuvo durante 14 ininterrumpidos años en antena y que regaló alegrías, éxitos y una retroalimentación de este concurso, que otros ya quisieran. "Ese programa", como ahora lo llaman, casi avergonzándose y renegando de haber sido sello absoluto de su marca y estrategia televisiva, fue único en dotar de contenido al espacio de supervivencia. Su mítico corrillo para abordar lo sucedido en las galas o el día a día de sus concursantes, nutría de chicha al resto de la programación del canal de Mediaset.

"No queremos ser 'Sálvame', pero bebemos de él, aludimos a sus 'salseos' y reconvertimos un formato de supervivencia en un plató de corazón"

Para sorpresa de muchos telespectadores, esta actual edición es un quiero y no puedo de esa nueva premisa que imponen sus nuevos directivos desde hace medio año. No queremos ser el universo Sálvame, pero bebemos de él, hacemos alusión a sus salseos y reconvertimos un formato de supervivencia en un plató de corazón en mitad de los Cayos Cochinos. No fue poco el público que se quejó del alargamiento con las tramas de Carmen Borrego (por "potota"), de los desencuentros familiares de Ángel Cristo con Bárbara Rey, Kiko Jiménez y su pasado amoroso, Laura Matamoros con zascas a Makoke, Kike Calleja provocando conflictos, o Alejandra Rubio recordando a María Teresa Campos desde plató.

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¿Y el resto de concursantes? ¿Dónde queda el perfil de absolutos titanes deportistas, como Rubén Torres, Gorka Ibarguren o Mario González? ¿Y el protagonismo a la supervivencia de los participantes, como se emitía antaño? Ni rastro. Y es que, aunque ya era así en sus anteriores ediciones, no con esta sobredosis de entrega al mundo Deluxe. De hecho, en las tres primeras y principales galas de esta temporada, la escaleta les recordó a muchos de sus acérrimos telespectadores, a eso, al extinto programa rosa de los ahora llamados Fabricantes Studio (antigua La Fábrica de la Tele).