El Benidorm Fest arde con Agoney: su puesta en escena para Eurovisión, despuntada clave a clave

El consenso fue casi absoluto en la primera semifinal del Benidorm Fest 2023. Pocas dudas quedaban de que Agoney Hernández ocuparía una de las ocho plazas disponibles en la final del sábado, 4 de febrero, aunque nadie esperaba tal contundencia en las votaciones. De esta manera, el de Adeje se postula, quizá, como el candidato más firme a representar a España en el próximo Festival de Eurovisión.

Hernández fue el gran triunfador de la primera eliminatoria de la preselección española, reinando en la clasificación con 161 puntos. Sumó 86 puntos por parte de los ocho miembros del jurado profesional, así como los telespectadores, a través de sus llamadas y mensajes, le asignaron la mayor puntuación del televoto, es decir, 40 puntos. No hizo pleno a causa del voto demoscópico, en el que logró la segunda posición (35 puntos) y le pisó los talones a Meler.

"Lo importante es la canción, su voz. Mi trabajo es contar esa historia visualmente"

Probablemente, Agoney presentó el pack más completo y cerrado de toda la primera criba, por la ejecución de su tema, Quiero arder, pero también por la cuidada puesta en escena, obra de David Pizarro. El escenógrafo del tinerfeño ha trabajado en musicales como Wi Will Rock You o El rey león, además de en proyectos televisivos como El condesador de fluzo (La 2 de TVE) o El cielo puede esperar (Movistar Plus+).

Hace unos meses, en una entrevista con EL CONFI TV, Pizarro aseguró que es complicado dar con la escenografía perfecta para Eurovisión, si bien dio una clave fundamental: "La puesta en escena tiene que estar conectada con la canción. Cada tema cuenta una historia. La puesta en escena ideal es aquella que respeta el mensaje de la canción y que no intenta disfrazarla de algo que no es".

Justo esto es lo que ha dejado por escrito en Twitter, al comienzo de su hilo, en el que explica los detalles de su trabajo con Agoney: "Cuando un artista tiene tanta fuerza y un concepto musical tan potente, la puesta escena debe ir compensada. Quiero arder pasa por diferentes fases, dejando clara una historia, igual que una película".

Las claves: "Jugar con la teatralidad, y milimetrar la realización, con momentos que se queden en la retina"

"Fases que además están muy contrastadas entre sí, llenas de detalles y capas. Además, añadimos la coreografía de Marc Montojo, que es espectacular y muy teatral. Es por eso que la escenografía y puesta en escena deben reducirse al mínimo, y ceñirse a la esencia del concepto", asegura David, que es de la creencia de que "la escenografía no puede comerse al/los artistas, sino que tiene que acompañarles. Lo importante es la canción, es su voz, y mi trabajo es contar esa historia visualmente".

El creador ha destacado la mayor cantidad de recursos técnicos empleados respecto a la primera edición y la importancia de usarlos de una forma correcta: "Todo esto se hace sobre un escenario de unas dimensiones descomunales, lleno de aparatos móviles, pantallas LED, superficies modernas y mil tipos de texturas... Es totalmente imposible luchar contra todo eso, y lo que hay que hacer es utilizarlo a favor".

Así, el responsable de la puesta en escena de Agoney ha señalado que existen dos partes muy bien diferenciadas en el espectáculo: "Creamos una escenografía minimalista, en contraposición al 'barroquismo' de la canción. En la primera parte, un objeto que se repite exageradamente y atrapa al protagonista, el micrófono. Después, derriba esa barrera, liberándose, listo para arder en el infierno".

"En la segunda parte, llegamos a la 'cumbre' dentro del famoso infierno de Agoney, a donde le mandaron tantas veces en la vida que decidió quedarse a arder en él. Formas y siluetas simples, con un solo color y un tamaño acorde a lo que ocupan cinco bailarines y un cantante. Las proporciones en escenarios de esta escala son realmente traicioneras y hay que andarse con ojo", ha advertido Pizarro.

A juicio del profesional, es fundamental "usar elementos que ya estén visualmente conectados a un entorno como el plató del Benidorm Fest". Por esta razón, se han incluido "micrófonos, focos a la vista, plataformas y rejillas", por "tener en cuenta el lienzo sobre el que pintamos el número". En definitiva, los pilares del show del joven de 27 años están más que definidos, y así lo ha explicado David: "Jugar con la teatralidad, y milimetrar la realización, con momentos que se queden en la retina del espectador (el inicio en el bosque de micros o la recreación de la Piedad). Sobre todo, dar protagonismo a lo más importante del festival, el cantante y su canción".