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Un científico asesor de Putin en el Luna-25 acaba en el hospital tras pedir "transparencia"
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Jefe de la Luna-25 estrellada

Un científico asesor de Putin en el Luna-25 acaba en el hospital tras pedir "transparencia"

El científico ruso Mikhail Marov, que aconsejó a Vladimir Putin en la misión Luna-25, ha acabado en el hospital por "un deterioro agudo de su salud" después de exigir transparencia tras la catástrofe

Foto: La nave Luna-25 preparándose para el vuelo que ha terminado en desastre. (Roscosmos)
La nave Luna-25 preparándose para el vuelo que ha terminado en desastre. (Roscosmos)

La industria espacial rusa sigue cayendo en espiral. El último episodio de una larga serie de fallos marcados por la corrupción rampante ha sido la catástrofe de su misión Luna-25, la que se suponía iba a ser la vuelta triunfal de la antigua Unión Soviética desde los tiempos de Leonid Brézhnev a finales de los años 70. Ahora, la noticia es que Mikhail Marov —un renombrado astrónomo ruso y consultor clave de la misión— ha sido hospitalizado tras “exigir transparencia” sobre el fracaso de la misión, en una velada acusación de corrupción a la industria espacial rusa que deja de nuevo en mal lugar al mismísimo Vladimir Putin, que ordenó personalmente la misión.

Foto: Imagen de Marty McFly en su patinete volador, una de las promesas de los superconductores. (Universal)

Según el diario británico The Sun, “Marov sufrió un ‘deterioro agudo’ en su salud después de que la sonda Luna-25 se estrellara contra la superficie lunar”. Marov, una figura destacada de la era espacial soviética, dijo en su día que la misión Luna-25 era la culminación de su vida laboral. Desde el hospital, Marov declaró que estaba bajo observación: “¿Cómo no voy a preocuparme? Esto ha sido una gran parte de mi vida. Es muy difícil". La Luna-25, ordenada personalmente por Putin, representaba el primer intento de Rusia de visitar la luna en 47 años. Sin embargo, la nave se estrelló en la superficie lunar tras perder el control.

Exige comisión de investigación

La tradición rusa desde tiempos soviéticos ha sido siempre barrer bajo la alfombra los fracasos tecnológicos que afectan gravemente a la ya deteriorada imagen del país. Por eso Marov exigió una comisión de investigación transparente y que no se ocultaran las razones del fracaso. "Hubo un error en los algoritmos para lanzarse a una órbita casi lunar. Hay que encontrarlo. Para los especialistas que participarán en el trabajo de la comisión, esto no será un gran problema. Creo que la respuesta se encontrará en un futuro previsible".

placeholder El lanzador de la sonda Luna-25. (Roscosmos)
El lanzador de la sonda Luna-25. (Roscosmos)

Luna-25 entró en órbita alrededor de la Luna la semana pasada pero lo hizo de forma inusual debido a una “situación de emergencia” no especificada. La sonda estaba destinada a orbitar solo cinco días antes de aterrizar por primera vez en la historia en el polo sur de la Luna, donde hubiera investigado la presencia de agua en forma de hielo vital para un futuro asentamiento permanente en colaboración con el ambicioso programa lunar chino, que ha acelerado su marcha hacia nuestro satélite pero que ahora podría retrasarse después de este fracaso. Después del incidente, Roscosmos anunció que estaba analizando un "problema técnico" durante su preparación para mover la nave a una órbita previa al aterrizaje. Finalmente, la sonda perdió el control y la organización tuvo que admitir que Luna-25 se había perdido para siempre, estrellada contra la superficie selenita.

Foto: Cohete propulsor con módulo de aterrizaje lunar Luna-25 despega en el Cosmódromo Vostochny. (Reuters)

Otra muestra de la decadencia y corrupción de Roscosmos

La agencia espacial rusa, Roscosmos, se ha enfrentado a numerosos desafíos y acusaciones de corrupción en las últimas décadas. Según la Planetary Society — una organización no gubernamental dedicada al seguimiento y fomento de la exploración espacial con fines científicos — los rusos tuvieron 15 problemas graves en sus cohetes que acabaron en la destrucción o inutilización de satélites y naves de carga de 2011 a 2016. El 28 de noviembre de 2017 hubo otra gran pifia en la que los rusos destruyeron un satélite de observación atmosférica y 20 microsatélites más debido a un "fallo humano".

placeholder El módulo Nauka (en segundo plano) que puso a la estación espacial internacional en estado de emergencia. (Roscosmos)
El módulo Nauka (en segundo plano) que puso a la estación espacial internacional en estado de emergencia. (Roscosmos)

El mes siguiente, en otro lanzamiento, también perdieron la conexión con un satélite de comunicaciones que habían construido para Angola, el primero de este país. En agosto de 2018, la ISS comenzó a perder oxígeno debido a un agujero en la nave Soyuz MS-09. Inicialmente, se informó que un trabajador de RSC Energia había causado el agujero pero, poco después, el entonces jefe de Roscosmos —Dimitri Rogozin, un personaje oscuro del que hablaremos en este artículo— negó que esa fuera la razón y dijo que la mantendría en secreto por motivos que no se ha molestado en desvelar pero que huelen a excusa para tapar la crisis de su organización. Esto es precisamente lo que Marov teme que pase con Luna-25.

El 11 de octubre de 2018, la Soyuz MS-10 tuvo que abortar el lanzamiento dos minutos después de la ignición. El sistema de emergencia se activó, separando la nave tripulada por el astronauta Nick Hague y el cosmonauta Alexy Ovchinin, que cayeron a casi 500 kilómetros de la plataforma de despegue después de soportar aceleraciones de 7G.

placeholder Uno de los agujeros en la Soyuz, que al parecer estaba tapado con pegamento (NASA)
Uno de los agujeros en la Soyuz, que al parecer estaba tapado con pegamento (NASA)

Y finalmente, llegamos a Nauka. Un módulo de por sí anticuado que tenía que haber llegado a la ISS en el 2007 pero que no lo hizo por múltiples fallos detectados en su construcción. 14 años de parches más tarde y con la garantía de sus motores y otros componentes caducada, un cohete Protón lo puso en órbita el 29 de julio de este año. El problema surgió cuando el módulo empezó a disparar sus retrocohetes a lo loco —los de la garantía caducada— y lanzó a la estación espacial en un giro descontrolado. Las alarmas saltaron en Houston y Moscú, pero Roscosmos no pudo intervenir porque la ISS estaba fuera de su radio de control en esos momentos y ellos eran los únicos que podrían desconectar los motores.

Los rusos lograron desactivar los propulsores de Nauka después de una rotación y media de la estación y la NASA pudo volver a establecer la posición original de la ISS, comprobando con alivio que no había sufrido daños. El error puso en serio peligro la estación, aunque la NASA minimizara inicialmente la situación para evitar aún más tensiones con su socio ruso. Tensiones que no paraban de subir gracias a estos problemas continuados y la actitud del director de Roscosmos. La lista de problemas son la prueba de una aceleración de la decadencia que comenzó con la muerte de Sergei Korolev en 1966, el arquitecto del programa espacial soviético que puso el primer satélite y el primer ser humano en órbita. Korolev era un genio que está considerado como “el padre de la astronáutica práctica”.

Crónica de una muerte anunciada

Con la muerte de Korolev llegó el colapso de la misión soviética para llegar a la Luna, provocado por el descontrol del conglomerado espacial soviético. Aunque muchos piensan en aquel legendario programa espacial como algo monolítico, en realidad estaba formado por diversos gabinetes que competían ferozmente entre sí. En los tiempos de la Unión Soviética, Korolev era el director de orquesta. Pero, cuando desapareció, aquel frágil tinglado empezó a desmoronarse. Básicamente, el estado soviético — y después Rusia — siguió viviendo de los diseños de aquel genio durante décadas. El programa ruso mantuvo un aura de invencibilidad que en realidad es falsa si miras las estadísticas, como cuenta el experto de la academia naval americana David Burbach: ”tienen el peor historial de todas las potencias espaciales”.

placeholder El obsoleto Nauka.
El obsoleto Nauka.

Un historial de fallos que va cada vez a peor. Aquellas Soyuz supuestamente infalibles han pasado a ser naves en las que no se puede confiar. Tanto que es una de las razones por las que la NASA aceleró el desarrollo del SpaceX Dragon Crew y otras naves tripuladas americanas. De hecho, SpaceX es una de las razones de la aceleración de la decadencia rusa: la caída de contratos de las organizaciones aeroespaciales rusas provocadas por el auge de la compañía de Elon Musk ha dejado sin dinero a la industria rusa. La NASA ha pasado a depender de SpaceX para sus misiones tripuladas y pronto entrará también Boeing y su Starliner.

Un dato: Roscosmos cuenta para 10 años con el presupuesto de la NASA de un año. Los chinos, por su parte, ya les han superado en inversión anual y enlazan un éxito tras otro, desde su rover en Marte —que acertó a la primera— hasta su nueva estación espacial, la primera con motores de iones.

La aceleración de la crisis

El viejo talento — que quedaba de la segunda generación de ingenieros de la época de Korolev — hace tiempo que se jubiló. Como apunta David Axe en The Daily Beast: la antigua ingeniería soviética era rudimentaria pero funcional, y requería ciertos conocimientos y trucos para hacerla funcionar bien y evitar problemas. Y hay cero innovación: la falta de dinero hace que no llegue nuevo talento. Y esto nos lleva al gran problema de Roscosmos: su director desde 2018 a 2022, un hombre que antes profesaba desprecio militante hacia el programa espacial ruso y que responde al nombre de Dimitri Rogozin.

placeholder Yuri Gagarin, primer hombre en órbita, y Sergei Korolev.
Yuri Gagarin, primer hombre en órbita, y Sergei Korolev.

Rogozin sigue siendo uno de los lugartenientes de Vladimir Putin aunque ya no es director de la agencia. Según Douglas Loverro — antiguo jefe del programa espacial tripulado de la NASA — Roscosmos es una agencia espacial fallida gracias a su ex-director. “Rogozin la ha liado. Hay falta de fondos, falta de un objetivo claro”. Rogozin prometió en su día una fabulosa estación espacial rusa o su nuevo supuesto transbordador ruso —el antiguo, Burán, fue una mala copia del transbordador americano— pero no tiene ni la capacidad tecnológica ni el dinero para hacerlo.

El dinero y la tecnología se la llevaba su jefe Putin para construir misiles hipersónicos y armas nucleares para generar tsunamis radioactivos. Parte de lo que reciben desaparecía misteriosamente de las arcas de la agencia, como lo hicieron 400 millones de dólares el año pasado. Lo que sí ha llevado Rogozin a Roscosmos es la misma manera de ejercer un poder dictatorial en la agencia, como su jefe lo hace en el gobierno. Su penúltima barrabasada fue destituir a un respetado y condecorado cosmonauta. La razón: la obligación impuesta a la agencia por Rogozin para filmar una película de serie B en la parte rusa, con una actriz y un director ruso amigo suyo, algo que realizaron este año. Uno de los productores ejecutivos del film es Rogozin.

placeholder Putin y Rogozin
Putin y Rogozin

Dmitri Rogozin fue destituido por Putin en julio de 2022, reemplazado por Yuri Ivanovich Borisov, un exmilitar con mano de hierro. Pero, a pesar del cambio de liderazgo, los problemas en Roscosmos continúan, como se ha probado con el reciente fracaso de Luna-25. Es una muestra más de la pésima situación actual de la industria espacial rusa que pone de manifiesto la necesidad de una revisión y reforma profunda.

La industria espacial rusa sigue cayendo en espiral. El último episodio de una larga serie de fallos marcados por la corrupción rampante ha sido la catástrofe de su misión Luna-25, la que se suponía iba a ser la vuelta triunfal de la antigua Unión Soviética desde los tiempos de Leonid Brézhnev a finales de los años 70. Ahora, la noticia es que Mikhail Marov —un renombrado astrónomo ruso y consultor clave de la misión— ha sido hospitalizado tras “exigir transparencia” sobre el fracaso de la misión, en una velada acusación de corrupción a la industria espacial rusa que deja de nuevo en mal lugar al mismísimo Vladimir Putin, que ordenó personalmente la misión.

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