El 'pegamento del chino' que neutraliza las defensas de EEUU de 1.000 millones de dólares
Científicos chinos aseguran que han inventado una nueva resina adhesiva para absorber la energía e inutilizar las defensas láser antimisiles de los EEUU
Un equipo de científicos chinos ha descubierto que un adhesivo común que puede fabricar a precio de risa podría ser la clave para proteger drones y misiles de los ataques con cañones láser que cuestan miles de millones, la tecnología que está en el corazón de los nuevos sistemas de defensa y el destructor del futuro de los Estados Unidos.
Utilizar métodos de intercepción tierra-aire que cuestan cientos de miles de dólares para abatir armas de que sólo cuestan unos pocos miles como los drones no es práctico, según los expertos militares. De ahí la necesidad de utilizar sistemas de alta energía para destruirlas, evitando la guerra asimétrica: un cañón láser sólo necesita electricidad y, en un buque de guerra o en tierra, la electricidad es prácticamente ilimitada—no como la munición especializada de los sistemas de intercepción tradicionales.
Qué es lo que han descubierto
Pero los expertos chinos puede haber encontrado la manera de neutralizar estos nuevos cañones que están empezando a instalarse en los navíos norteamericanos. Según el diario hongkonés South China Morning Post, este adhesivo es una resina de fenol de boro (BPR), un material compuesto ampliamente utilizado en objetos que deben sufrir alta temperatura y estrés.
En su experimento —publicado por el Instituto Tecnológico de Pekín— las muestras recubiertas con BPR resistieron la exposición a un haz de láser militar durante 15 segundos con una densidad de potencia de 500 vatios por centímetro cuadrado, una intensidad mucho mayor de lo que se necesita para destruir un misil balístico no protegido.
El BPR ya se utiliza en muchos misiles y drones de alta velocidad como capa de protección térmica pero el equipo de Gao Lihong en el Instituto de Tecnología de Beijing, descubrió que un rayo láser militar puede quemar un agujero a través de una capa tradicional de BPR en solo unos segundos. Para arreglarlo, Lihong explica que compraron algunos compuestos inorgánicos "directamente en el mercado": carburo de silicio, dióxido de zirconio y un nanoplovo de carbono negro. El equipo los añadió a la resina original y el resultado fue un nuevo compuesto probado llamado BPR-1.
Según las declaraciones de una fuente científica al SCMP, EEUU y China estaban ahora mismo envueltos en una nueva carrera militar, una “Guerra de las Galaxias 2.0", en alusión al programa de armas desarrollado en los años 80 por la administración de Ronald Reagan.
De ser cierto el desarrollo de esta resina, el hallazgo tiene implicaciones obvias para la carrera armamentística entre China y los Estados Unidos. La Marina de los Estados Unidos está acelerando su programa para construir el destructor del futuro, el DDG(X). Estos barcos de guerra estarán equipados con cañones láser diez veces más potentes que sus modelos experimentales además de sus propios misiles hipersónicos. La US Navy invierte millones de dólares al año en el desarrollo de armas de defensa y ataque láser. Pero, si un adhesivo que se puede encontrar en un bazar de bricolaje por un precio insignificante puede hacer que estas armas sean ineficaces, los americanos tendrán que invertir aún más en nuevos láseres mucho más potentes. Eventualmente, el ridículo norteamericano (y su desventaja táctica) puede ser sonado.
El destructor americano del futuro
Sea como sea, y ante el arrollador empuje de la Armada china, la Marina de los Estados Unidos ya ha acelerado la marcha de su nuevo programa para construir el destructor del futuro, una plataforma erizada de cañones láser 10 veces más potentes que sus modelos experimentales y cargada de misiles hipersónicos, además de nuevos sensores de alta potencia y generadores de energía capaces de alimentar una ciudad entera.
El proyecto llamado DDG(X) —que no es un acrónimo, sino el símbolo para los destructores con misiles guiados de la US Navy— reemplazará a los cruceros Ticonderoga y los destructores Arleigh Burke a finales de esta década. Según el Instituto Naval de los Estados Unidos, el DDG(X) será la clase de barco de guerra más grande de la Armada americana en dos décadas. Es una plataforma de guerra naval diseñada para disparar cañones láser de alta energía, misiles convencionales y misiles hipersónicos. También incorporará nuevos sensores de alta potencia para que estas armas puedan atacar a objetivos a grandes distancias.
Dejando de lado los misiles hipersónicos, la nueva clase de destructores de la US Navy tendrá una dependencia total de la electricidad. Para ello incorporará un sistema de generación de energía parecido al de los destructores Zumwalt, que se cancelaron en 2016 por problemas de sobrecostes y deficiencia en sus armas después de construir solo tres naves. El generador será vital para propulsar el barco y, a la vez, generar las enormes cantidades de energía requeridas por sus nuevos láseres y sensores de alta potencia.
Los láseres de 600 kilovatios tendrán como misión la destrucción de armas ofensivas enemigas, desde misiles a drones o cualquier otra amenaza. Aparte de los láseres, el sistema tendrá 32 celdas para lanzar misiles convencionales MK-41 y 12 para lanzar grandes misiles hipersónicos o supersónicos de crucero.
La Armada norteamericana afirma que su nuevo sistema de combate —integrado en el casco del barco— estará derivado de los sistemas que han comenzado a instalar en sus actuales destructores. Una de las piezas fundamentales será el nuevo radar AN/PY-6, una máquina 30 veces más sensible que la generación anterior, capaz de detectar el periscopio de un submarino a kilómetros de distancia.
El creciente poder de la Armada China
Según el último informe anual del Departamento de Defensa de los EEUU —publicado el pasado noviembre—, la Marina norteamericana ha pasado de ser la primera a la segunda del mundo en número de navíos, detrás de China. Estos últimos tienen ahora mismo 355 barcos y submarinos, con un total de 145 navíos de combate y unos 65 submarinos. Y los chinos siguen invirtiendo miles de millones de dólares en lo que ven como su gran baza para dominar su zona de influencia, especialmente el mar de China, y el resto del mundo.
Nadie tiene una idea clara de las capacidades exactas de la Armada asiática. Los Estados Unidos siguen teniendo una clara superioridad en lo que a portaaviones se refiere —con sus superportaaviones y los buques de ataque anfibio de los Marines—, pero el resto no está tan claro. Además, la efectividad de los portaaviones norteamericanos también está ahora en entredicho ante la clara amenaza de los misiles crucero hipersónicos.
Después del rotundo fracaso de los destructores Zumwalt y la preocupante falta de misiles hipersónicos, la que es todavía —teóricamente— la Armada más poderosa del mundo se encuentra en una encrucijada. Los americanos saben que el DDG(X) es quizá su última baza para plantar cara a los chinos en un potencial conflicto naval futuro. Y todavía queda casi una década para tenerlos. Si todo se desarrolla según lo planeado y no les sale otro Zumwalt, los americanos comenzarán la construcción de su primer destructor del futuro en 2028, pero tardarán varios años en tenerlo operativo.
Un equipo de científicos chinos ha descubierto que un adhesivo común que puede fabricar a precio de risa podría ser la clave para proteger drones y misiles de los ataques con cañones láser que cuestan miles de millones, la tecnología que está en el corazón de los nuevos sistemas de defensa y el destructor del futuro de los Estados Unidos.