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Nadie sabe por qué Musk quiere poner chips en tu cerebro. Estos españoles lo tienen claro
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PARA PACIENTES DE PÁRKINSON

Nadie sabe por qué Musk quiere poner chips en tu cerebro. Estos españoles lo tienen claro

Inbrain Neuroelectronics, nacida del CSIC, tiene previsto realizar muy pronto un primer ensayo en personas para probar la seguridad y el rendimiento de sus implantes cerebrales

Foto: Instalaciones de Inbrain Neuroelectronics. (Cedida)
Instalaciones de Inbrain Neuroelectronics. (Cedida)

Elon Musk ha dado mucho que hablar estos últimos días tras anunciar que su compañía Neuralink había realizado con éxito un implante cerebral humano. Aunque no se conocen muchos detalles, el chip de este primer paciente, que detecta impulsos nerviosos, debería servir para que personas que hayan perdido el uso de sus extremidades se puedan comunicar con un ordenador. El eco mediático del dueño de X (antes, Twitter) es incomparable, pero lo cierto es que su empresa no es la única que trabaja en este campo, ni siquiera es la primera que realiza una intervención de este tipo y tampoco es la más avanzada.

Un ejemplo de la competencia a la que se enfrenta el magnate está en España: la empresa Inbrain Neuroelectronics, fundada en 2019 por investigadores del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2, centro del CSIC y la Universidad Autónoma de Barcelona) y del Instituto de Microelectrónica de Barcelona (IMB-CNM, también del CSIC). Incluso la prensa anglosajona ha comparado esta iniciativa con Neuralink y no le faltan razones, porque tienen previsto realizar sus primeros implantes en humanos en esta primera mitad de 2024.

La apuesta de los investigadores españoles tiene algunas semejanzas con el proyecto de Musk, porque se trata de implantar dispositivos en el cerebro. Sin embargo, la tecnología y los objetivos son muy diferentes. Inbrain Neuroelectronics fabrica componentes en grafeno que registran señales cerebrales, pero que también permiten enviar impulsos para tratar problemas como la epilepsia o el párkinson e incluso trastornos psiquiátricos. Tras el éxito de sus ensayos con animales, en los próximos meses probarán la seguridad y la funcionalidad del sistema con esa primera intervención en humanos, que tendrá lugar en un hospital de Manchester (Reino Unido).

Así será el primer ensayo clínico

El ensayo clínico se llevará a cabo con pacientes a los que se les va a practicar una craneotomía para operar un tumor cerebral. "En estas intervenciones, los cirujanos utilizan dispositivos para medir la actividad del cerebro electrofisiológicamente, pero los sensores que hay en la actualidad son muy grandes y les ofrecen muy poca precisión", explica a El Confidencial José Antonio Garrido, investigador ICREA en el ICN2 y cofundador y director científico de Inbrain Neuroelectronics. Por eso, "queremos demostrar que nuestro dispositivo tiene una capacidad de lectura mucho mayor y más precisa que cualquier otro sensor que se haya empleado hasta ahora".

placeholder El dispositivo de Inbrain Neuroelectronics. (Cedida)
El dispositivo de Inbrain Neuroelectronics. (Cedida)

En esta primera prueba, que ya tiene luz verde de un comité de ética británico, el dispositivo aún no quedará implantado, pero si todo va bien, será el aval definitivo para el verdadero objetivo: un implante para pacientes de párkinson que deberá durar más de 10 años. "Lo que pretende nuestro sistema es medir la actividad patológica de cada paciente y decidir qué terapia aplica en cada momento utilizando la tecnología de machine learning", comenta el experto.

En resumen, la idea es monitorizar la actividad cerebral y, en función de esa lectura, estimular el núcleo subtalámico, una parte del cerebro bastante profunda, relacionada con el control de los movimientos. En el caso del párkinson, enfermedad neurodegenerativa que "cada vez se detecta más en pacientes jóvenes", apunta, esta intervención inalámbrica haría que desaparecieran los temblores de una forma automática. Para llegar a ese punto, aún tendrán que perfeccionar y validar el diseño, puesto que "la fabricación de este tipo de dispositivos todavía es muy manual", comenta, pero creen que los implantes se realizarán en menos de dos años.

placeholder Sala blanca donde se fabrican los dispositivos de Inbrain. (Cedida)
Sala blanca donde se fabrican los dispositivos de Inbrain. (Cedida)

Apoyos para un proyecto de futuro

Garrido también es coordinador de Innofab, un centro que se va a construir en Cerdanyola del Vallès (Barcelona) de aquí a 2026. Con una inversión de 360 millones de euros y la previsión de contar con unos 200 empleados, esta infraestructura servirá para la producción de prototipos de chips, así que será fundamental para empresas de base tecnológica como de Inbrain Neuroelectronics y, en general, para la industria europea que dependa de los semiconductores. "Uno de los grandes retos que tenemos, frente a empresas como Neuralink, es que en Europa no tenemos este tipo de infraestructura para industrialización de tecnologías avanzadas. Por eso, nosotros hemos empujado tanto esta iniciativa", asegura.

Inbrain Neuroelectronics, nacida como spin-off del CSIC gracias al trabajo de este investigador y de su socio Anton Guimerà, cofundador e investigador del IMB-CNM, ha vivido un gran crecimiento en muy poco tiempo. Con 50 empleados y 30 millones de euros de capital (con financiación de la Comisión Europea y de capital riesgo), ya está pendiente de una nueva ronda de financiación para dar un salto aún mayor. Además, ha logrado asociarse con el gigante farmacéutico Merck para desarrollar un nuevo proyecto.

placeholder Ejemplo de un implante cerebral de otro proyecto.
Ejemplo de un implante cerebral de otro proyecto.

Así, Innervia Bioelectronics es una nueva start-up con sede en Barcelona fruto de esa colaboración. Su objetivo es llevar la tecnología de Inbrain más allá del tratamiento de patologías del sistema nervioso central, tal y como era su intención inicial. "Hay muchas otras enfermedades crónicas relacionadas con el sistema nervioso periférico que potencialmente podrían contar con terapias basadas en la estimulación del nervio vago, que viene del cerebro y pasa por los grandes órganos", explica el investigador. En concreto, se refiere a patologías como la artritis reumatoide o la diabetes. "Las grandes farmacéuticas tienen mucho interés en desarrollar terapias más específicas, así que estamos reconduciendo nuestra tecnología hacia el tratamiento de estas enfermedades", asegura.

Más allá de Elon Musk

No son los únicos. Otra farmacéutica, GSK, y Google han puesto en marcha Galvani Bioelectronics con objetivos muy similares: desarrollar dispositivos implantables de pequeño tamaño para el control de las señales eléctricas del sistema nervioso. De hecho, este mercado ya es bastante amplio. Incluso en el ámbito específico de los implantes cerebrales, no solo hay que contar a Neuralink, sino también a Synchron, que lo hizo antes que la compañía de Elon Musk; o Blackrock Neurotech, que en sus inicios estuvo más próxima al ámbito de la investigación, pero que también ha implantado ya varios dispositivos en personas con paraplejia para medir su actividad cerebral e intentar que puedan controlar un ordenador mediante sus pensamientos.

placeholder Elon Musk. (Reuters)
Elon Musk. (Reuters)

Entonces, ¿qué opinan en el sector de que el magnate anuncie sus avances y los medios de comunicación de todo el mundo le den visibilidad? "Tiene que ver con el personaje", asegura Garrido, "pero hay otras empresas que han hecho lo mismo, mejor y más avanzado". De hecho, recuerda que el objetivo de Neuralink no es resolver un problema médico, sino ofrecer una comunicación directa entre el cerebro y los sistemas electrónicos. En ese sentido, "las implicaciones éticas y de mercado son muy diferentes". No obstante, si el primer implante anunciado por Musk se vende ahora por su utilidad médica, probablemente, es una cuestión de marketing. "Creo que juega con ese mensaje para tener aún más impacto en los medios”, opina el cofundador de Inbrain a título personal.

De hecho, "la parte buena de Neuralink es que da visibilidad a las necesidades de inversión en este ámbito de la tecnología" comenta Garrido. Desde el punto de vista de la innovación tecnológica, "lo más interesante es el procedimiento que tienen para implantar el dispositivo, porque han desarrollado un robot para llevarlo a cabo automáticamente", reconoce. Por el contrario (por lo poco que se sabe hasta ahora, puesto que no ha sido compartido con los expertos en forma de publicación científica, no parece), el dispositivo en sí mismo no parece ser superior a lo que ya ofrece la competencia: un implante en la superficie del córtex en un área relacionada con el lenguaje para captar lo que el paciente desea comunicar.

Foto: El robot de Tesla sigue mejorando (Reuters/Tesla)

En ese sentido, "nuestro caso es más complejo", explica el cofundador de la compañía española. En cierto modo, también tiene menos implicaciones éticas, porque se trata de resolver un problema médico y hacer que los pacientes "recuperen una calidad de vida más alta". El futuro dirá si estas tecnologías son capaces de cambiar nuestro mundo (para bien) y qué empresas lideran la transformación.

Elon Musk ha dado mucho que hablar estos últimos días tras anunciar que su compañía Neuralink había realizado con éxito un implante cerebral humano. Aunque no se conocen muchos detalles, el chip de este primer paciente, que detecta impulsos nerviosos, debería servir para que personas que hayan perdido el uso de sus extremidades se puedan comunicar con un ordenador. El eco mediático del dueño de X (antes, Twitter) es incomparable, pero lo cierto es que su empresa no es la única que trabaja en este campo, ni siquiera es la primera que realiza una intervención de este tipo y tampoco es la más avanzada.

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