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Más de 60.000 muertes por calor en Europa en 2022: un récord que sirve de aviso
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¡OJO A LAS MUJERES MAYORES!

Más de 60.000 muertes por calor en Europa en 2022: un récord que sirve de aviso

Un estudio publicado en 'Nature Medicine' en 35 países muestra los efectos de las altas temperaturas el año pasado: España, las mujeres y los mayores, entre los más afectados

Foto: Ola de calor. (EFE Salas)
Ola de calor. (EFE Salas)

Justo cuando comienza la primera ola de calor de este verano, con alertas de distintos colores en la mayor parte de España, sale a luz un estudio sobre las terribles consecuencias que tuvieron las altas temperaturas el año pasado. La investigación, publicada en Nature Medicine, atribuye a esta causa más de 61.000 muertes en Europa. De estos fallecimientos, más de 11.000 tuvieron lugar en España, el país más afectado después de Italia. Los datos establecen un récord, asociado a la época estival más calurosa jamás registrada, y dejan una inquietante conclusión: no estamos siendo capaces de adaptarnos al cambio climático.

Los registros de 2022 muestran que durante todas las semanas del verano se registraron en Europa temperaturas por encima de la media. En ese contexto de sucesivas olas de calor acompañadas de sequía y catastróficos incendios forestales, Eurostat (oficina estadística europea) ya notificó un exceso de mortalidad inusualmente alto para esas fechas, pero no se había cuantificado qué parte de esa mortalidad se podía atribuir al calor. Ahora, un gran estudio estadístico liderado por el Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que incluye 823 regiones de 35 países europeos con una población total de 543 millones de personas, establece que fueron exactamente 61.672 muertes entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre. Los modelos epidemiológicos muestran la mortalidad atribuible a las altas temperaturas para cada región y cada semana de este periodo y los resultados son impactantes.

Foto: Una turista bebe agua en Córdoba para aliviar el calor el 13 de agosto. (EFE/Salas)

Por países, los peor parados son los mediterráneos. En términos absolutos, Italia fue la que registró más muertes (18.010), seguida de España (11.324) y Alemania (8.173). Los resultados dejan algunas variaciones cuando se tiene en cuenta la población total. La media europea fue de 114 muertes por millón de habitantes. Sin embargo, en Italia se registraron 295 fallecimientos por millón, seguida de Grecia (280), España (237) y Portugal (211). Es decir, todos son países del sur, los que generalmente sufren unas temperaturas más altas. El resultado puede parecer lógico desde ese punto de vista, pero en cierto modo resulta sorprendente porque los lugares con temperaturas altas suelen estar más acostumbrados y mejor preparados para hacer frente a las olas calor.

“Los dos factores son muy importantes”, explica en declaraciones a El Confidencial Marcos Quijal, investigador del ISGlobal y uno de los coautores del artículo. “Los países mediterráneos tienen mayor exposición, llegan a temperaturas altas y esto comporta directamente un mayor riesgo para sus poblaciones. Sin embargo, también está el factor de la vulnerabilidad”, comenta. En ese sentido, los países con mayores incrementos de temperatura con respecto a su propia media se reparten por todo el continente, pero no todos se encuentran entre los que más muertes registran: el mayor aumento fue el de Francia (2,43ºC sobre los valores promedios del periodo 1991-2020), seguido de Suiza (2,30ºC), Italia ( 2,28ºC), Hungría ( 2,13ºC) y España ( 2,11ºC).

placeholder Ola de calor. (EFE)
Ola de calor. (EFE)

Las mujeres y la edad

En cualquier caso, estimar cuáles son las muertes que se deben a las altas temperaturas es una tarea compleja, ya que “cada país hace su propia cuantificación de la mortalidad atribuible al calor”, explica el experto. Por eso, este tipo de estudios requiere una metodología común. En este caso, “hemos medido la vulnerabilidad a las temperaturas altas usando modelos epidemiológicos a partir de 2015, hemos extraído temperaturas para todo este periodo asociadas a las mortalidades semanales y así, con los datos reales de 2022, vemos cuál es el porcentaje de las muertes totales que son causadas por el calor”. La mayoría de las investigaciones científicas sobre esta cuestión utiliza este tipo de análisis estadístico. No obstante, la enorme cantidad de datos registrados en esta ocasión permite extraer conclusiones más finas.

Una de las más llamativas es que las mujeres se ven más afectadas. La mortalidad prematura atribuible al calor fue un 63% superior entre la población femenina, con un total de 35.406 fallecimientos (145 muertes por millón), frente a los 21.667 estimados en hombres (93 muertes por millón). Esta mayor vulnerabilidad de las mujeres al calor se observa en el conjunto de la población, pero es especialmente llamativa en mayores de 80 años, donde la tasa de mortalidad es un 27% superior a la de los hombres. En cambio, la tasa de mortalidad masculina es un 41% más elevada en menores de 65 años, y un 13% mayor entre los 65 y los 79 años.

placeholder Un hombre se refresca en una fuente. (EFE)
Un hombre se refresca en una fuente. (EFE)

“Puede haber mil causas para esta diferencia, efectos socioculturales y fisiológicos”, comenta Quijal. No obstante, la diferencia por grupos de edad aporta muchas claves para interpretar los datos. “Una hipótesis es que tienen más esperanza de vida y, al llegar a edades más longevas, cuando aparecen los episodios de altas temperaturas se convierten en un grupo de población muy vulnerable”, explica. En general, el riesgo se va incrementando drásticamente con los años. Entre 0 y 64 años la mortalidad por esta causa es muy reducida, mientras que se dispara a partir de los 80. En concreto, el estudio registra 4.822 muertes entre menores de 65 años, 9.226 muertes entre los 65 y los 79 años, y 36.848 entre los mayores de 79 años.

2003 como referencia: ¿qué hemos aprendido?

Aunque ya han pasado 20 años, 2003 fue un año clave para el estudio de este problema. “Comparamos 2022 con 2003 porque fue un año excepcional en temperaturas en una época en la que no se tenían tan en cuenta los efectos en la salud del calor y del cambio climático”, comenta el investigador del ISGlobal. “A partir de 2003 se empezaron a implementar sistemas de prevención y alerta temprana. Nos gustaría que estos sistemas fueran más efectivos y evitasen muertes, pero las temperaturas van a seguir aumentando y nuestros resultados muestran que sigue habiendo muchos fallecimientos y que necesitamos sistemas de prevención y adaptación más eficientes que eviten estos efectos en la salud o gran parte de ellos”, explica.

placeholder Mujeres con abanicos. (EFE)
Mujeres con abanicos. (EFE)

Los datos de 2003 no han dejado de ser objeto de estudio y debate. Algunos cálculos indican que el exceso de mortalidad en Europa habría superado las 70.000 muertes. “El verano de 2003 fue un fenómeno excepcionalmente raro, incluso cuando se tiene en cuenta el calentamiento antropogénico observado hasta entonces. Esta naturaleza excepcional puso de manifiesto la falta de planes de prevención y la fragilidad de los sistemas de salud para hacer frente a emergencias relacionadas con el clima, algo que en cierta medida se trató de corregir en años posteriores”, comenta Joan Ballester Claramunt, primer autor del estudio e investigador de ISGlobal. Desde ese punto de vista, “las temperaturas registradas en el verano de 2022 no pueden considerarse excepcionales, en el sentido de que podían haberse previsto siguiendo la serie de temperaturas de los años precedentes, y que muestran que durante la última década el calentamiento se ha acelerado”, comenta Ballester.

“El hecho de que en el verano del 2022 muriesen más de 61.600 personas en Europa por calor pese a que, a diferencia de en 2003, muchos países ya contasen con planes de prevención activos, sugiere que las estrategias de adaptación de las que disponemos en la actualidad pueden ser todavía insuficientes”, afirma Hicham Achebak, otro de los coautores “La aceleración del calentamiento observada en los últimos diez años subraya la necesidad urgente de reevaluar y fortalecer de manera substancial los planes de prevención, poniendo especial atención a las diferencias entre países y regiones europeas, así como las brechas de edad y sexo, que actualmente marcan las diferencias en vulnerabilidad al calor”, añade.

Foto: Una mujer llena una botella de agua para refrescarse. (EFE/Raquel Manzanares)

Los científicos de ISGlobal han realizado esta investigación en el contexto del proyecto EARLY-ADAPT, dirigido a estudiar cómo se están adaptando las poblaciones a los retos de salud pública desencadenados por el cambio climático. “Estamos investigando si está habiendo adaptación o no al incremento de las temperaturas y cuáles son las poblaciones que mejor lo están haciendo”, relata Quijal. Europa es el continente que está experimentando un mayor calentamiento, hasta de 1ºC más que la media global. Las estimaciones realizadas por el equipo investigador apuntan a que, en caso de no mediar una respuesta adaptativa eficaz, el continente se enfrentará a un promedio de más de 68.000 muertes prematuras cada verano hacia 2030 y más de 94.000 hacia 2040.

¿Qué se puede hacer para frenar esta situación? Aunque los sistemas de alerta ya tienen en cuenta las olas de calor y realizan avisos y recomendaciones a la población, “una posibilidad es crear sistemas más específicos para las personas más vulnerables al cambio climático”, señala el experto del ISGlobal. Más allá de estas estrategias, un factor clave es el diseño de las ciudades, “intentar que estemos menos expuestos a estas temperaturas, en entornos más amigables ante las temperaturas altas”.

Justo cuando comienza la primera ola de calor de este verano, con alertas de distintos colores en la mayor parte de España, sale a luz un estudio sobre las terribles consecuencias que tuvieron las altas temperaturas el año pasado. La investigación, publicada en Nature Medicine, atribuye a esta causa más de 61.000 muertes en Europa. De estos fallecimientos, más de 11.000 tuvieron lugar en España, el país más afectado después de Italia. Los datos establecen un récord, asociado a la época estival más calurosa jamás registrada, y dejan una inquietante conclusión: no estamos siendo capaces de adaptarnos al cambio climático.

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