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Debate sobre el alzhéimer: si no se puede curar, ¿para qué diagnosticar temprano?
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SIN TERAPIAS EFECTIVAS

Debate sobre el alzhéimer: si no se puede curar, ¿para qué diagnosticar temprano?

La ciencia se esfuerza por anticipar la detección de las demencias, pero algunos expertos ponen en duda los beneficios

Foto: Evidencias de alzhéimer en el cerebro. (Reuters/Brian Snyder)
Evidencias de alzhéimer en el cerebro. (Reuters/Brian Snyder)

Uno de los mensajes sanitarios más difundidos es que cuanto antes detectemos una enfermedad, mejor. En el fondo es pura lógica, porque un diagnóstico precoz anticipa la administración de los tratamientos y evita consecuencias más graves. En algunas ocasiones, se trata de llegar a tiempo para salvar vidas. El caso paradigmático es el del cáncer y, de hecho, la mejora de la supervivencia en algunos tumores, como el de mama, está directamente relacionada con los cribados para detectar esta patología. Pero ¿es siempre así?

En el caso del alzhéimer, algunos expertos reconocen sus dudas o directamente rechazan que adelantar el diagnóstico tenga beneficios sustanciales para los pacientes. En este caso, la razón también parece muy lógica: si no tenemos tratamiento, ¿para qué sirve conocer que esta enfermedad neurodegenerativa irá deteriorando poco a poco nuestra calidad de vida? El debate es muy relevante incluso en el terreno de la investigación, porque, a falta de resultados prácticos en el campo terapéutico, gran parte de los esfuerzos de los científicos en los últimos años se han centrado en identificar indicios de esta patología de forma precoz.

Foto: Pacientes de alzhéimer. (Reuters).

Las pruebas clínicas clásicas evalúan el deterioro de la memoria, habilidades de razonamiento y capacidades funcionales. Sin embargo, cuando estos resultados demuestran que una persona sufre la demencia, el deterioro cognitivo ya es muy considerable, así que muchos investigadores se encargan de buscar vías alternativas de diagnóstico temprano. Entre ellas están las técnicas de neuroimagen del cerebro, la presencia de ciertos biomarcadores en sangre, nuevos tipos de test digitales e incluso análisis de voz. Hasta algo tan sencillo como una muestra de saliva podría ser la clave si estas innovadoras apuestas se validan y acaban por tener salida comercial.

¿Produce beneficios?

El sistema científico está invirtiendo mucho tiempo y dinero en anticipar la detección del alzhéimer, pero algunos expertos consideran que los beneficios no están claros. "Si diagnosticas una enfermedad antes, pero no puedes cambiar su curso", comentaba hace días en redes sociales el epidemiólogo Pedro Gullón, profesor de la Universidad de Alcalá, "solo estás consiguiendo dejar a una persona más tiempo diagnosticada, nada más". En los últimos tiempos, esta discusión ha llegado a las revistas científicas. Un análisis publicado en The British Medical Journal (BMJ) advertía hace años que se estaba dando un "impulso político" para detectar la "predemencia" (pequeños cambios que revelan que las funciones cognitivas empiezan a fallar) "sin una evaluación rigurosa de sus beneficios y daños para las personas, las familias, los entornos de servicios y los profesionales".

placeholder Alzhéimer detectado por técnicas de neuroimagen. (Reuters)
Alzhéimer detectado por técnicas de neuroimagen. (Reuters)

Los críticos advierten de que a menudo se da por supuesto que alteraciones leves van a desembocar en una demencia, con lo cual, en ocasiones se anticipan falsos positivos, con los trastornos que esto conlleva. Además, lamentan que se dé por seguro que posibles intervenciones van efectivas en una etapa temprana, a pesar de contar con escasas evidencias. En cambio, se suelen ignorar los perjuicios de ese diagnóstico, tanto psicológicos como sociales, ya que tiene un fuerte impacto en las vidas de las personas y sus familias.

En esta y en otras enfermedades los datos suelen relacionar una detección precoz con mayor supervivencia, pero los epidemiólogos hablan de un "sesgo de adelanto diagnóstico", es decir, que solo es una trampa estadística: estos pacientes viven más porque se les ha detectado el problema a una edad más temprana, pero ese hallazgo no ha mejorado el pronóstico y, probablemente, si hubieran permanecido sin diagnosticar el resultado habría sido el mismo. Los expertos advierten de que, al evaluar las pruebas de cribado de distintas patologías, hay que tener en cuenta esta cuestión, aunque no es fácil de valorar.

placeholder Ancianos con alzhéimer. (EFE)
Ancianos con alzhéimer. (EFE)

El derecho a saber y las intervenciones

Para David Pérez Martínez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 Octubre y del Hospital La Luz, y presidente de la Asociación Madrileña de Neurología (AMN), se trata de un "tema discutible" cargado de matices. En la mayor parte de las ocasiones, la detección temprana de una enfermedad solo se considera "desde la óptica exclusiva de la existencia de un tratamiento curativo". Por lo tanto, con esa perspectiva tan reducida, "se supone que un diagnóstico precoz no tiene sentido", concede. Sin embargo, "es un debate en el que muchas veces no se incluye la opinión del paciente y de su familia", comenta en declaraciones a El Confidencial.

Tanto el enfermo como sus parientes "tienen derecho a saber qué le pasa y el pronóstico de su cuadro", asegura el experto. En ese sentido, hay que tener en cuenta que las repercusiones de una enfermedad neurodegenerativa van mucho más allá de la medicina y las posibilidades de abordar un tratamiento, ya que incumben a casi todos los ámbitos de la vida de la persona. "Es legítimo tener consciencia de que tiene un proceso neurodegenerativo y prepararse para ello desde una óptica afectiva, legal o económica, que también es muy importante", destaca.

Foto: Un nuevo estudio analiza la relación entre la menopausia y el riesgo de alzhéimer. (iStock)

"Por otro lado, existen terapias no farmacológicas que han demostrado su eficacia", destaca Pérez Martínez. Muchos estudios recogen efectos positivos de actividades como la estimulación cognitiva, el fomento de los recuerdos del pasado (reminiscencia), la musicoterapia, la terapia con animales, el ejercicio físico o la psicomotricidad. Aunque no curan ni cambian radicalmente el desarrollo de la enfermedad, tienen efectos positivos en la calidad de vida de los enfermos y de los cuidadores. En el mejor de los casos, estas intervenciones ralentizan la progresión de los síntomas, según algunas investigaciones, lo que a la larga sí podría tener un impacto en la supervivencia.

No obstante, en realidad muchas de estas terapias no farmacológicas son, más bien, "cambios en el estilo de vida que podrían ser adoptados por cualquiera", afirma el jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre. Sin embargo, "es bien sabido que el cumplimiento de estos buenos hábitos se ve reforzado por la existencia de un diagnóstico. Así somos los seres humanos", comenta. Desde ese punto de vista, obtener un diagnóstico marca un antes y un después que en ocasiones es valorado como positivo por familias y pacientes.

La Sociedad Española de Neurología (SEN) calcula que el 80% de los casos de alzhéimer que se encuentran en fases iniciales permanecen ocultos. A pesar de todo, los diagnósticos confirmados ya van por los 800.000 en España a día de hoy, y el envejecimiento de la población nos sitúa frente a una auténtica epidemia en las próximas décadas. Mientras, la investigación científica sigue sin dar con la fórmula que realmente cambiaría las cosas: un tratamiento efectivo. Nuestro cerebro y el deterioro que experimenta siguen siendo demasiado complejos.

Uno de los mensajes sanitarios más difundidos es que cuanto antes detectemos una enfermedad, mejor. En el fondo es pura lógica, porque un diagnóstico precoz anticipa la administración de los tratamientos y evita consecuencias más graves. En algunas ocasiones, se trata de llegar a tiempo para salvar vidas. El caso paradigmático es el del cáncer y, de hecho, la mejora de la supervivencia en algunos tumores, como el de mama, está directamente relacionada con los cribados para detectar esta patología. Pero ¿es siempre así?

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