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La inesperada relación entre las pesadillas infantiles y sufrir párkinson de adulto
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¿CUÁL ES LA EXPLICACIÓN?

La inesperada relación entre las pesadillas infantiles y sufrir párkinson de adulto

Una investigación encuentra un fuerte vínculo entre las pesadillas de los niños y la posibilidad de desarrollar demencia y párkinson de adulto

Foto: Foto: EFE/Alex Hofford.
Foto: EFE/Alex Hofford.

Dormir bien es fundamental para la salud y, en teoría, invertimos un tercio de la vida en este descanso reparador. Sin embargo, en la práctica el insomnio, las exigencias de nuestra ajetreada vida moderna y otras circunstancias suelen reducir ese estándar de las ocho horas al día. En muchas personas, dormir mal o menos de lo necesario tiene que ver con las pesadillas que les hacen despertar. No sabemos mucho acerca de la relación entre los sueños y la salud, pero los científicos están comenzando a indagar y algunos de los resultados que están obteniendo resultan sorprendentes.

Un estudio publicado el pasado mes de octubre en la revista eClinicalMedicine, del grupo The Lancet, indicaba que las pesadillas frecuentes estaban relacionadas con un mayor riesgo de desarrollar demencia. Abidemi Otaiku, investigador de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), recopiló los datos de estudios realizados en EEUU en los que se había realizado un amplio seguimiento a cientos de personas, con amplios cuestionarios relacionados con la salud. Así, comprobó que las personas de mediana edad que sufrían al menos una pesadilla cada semana (entendida como un mal sueño que te hace despertar) tenían cuatro veces más posibilidades de sufrir deterioro cognitivo en la década posterior. Los encuestados que ya tenían una edad avanzada tenían el doble de posibilidades de ser diagnosticados de demencia. Ahora, una nueva investigación del mismo autor va más allá y pone el foco en los niños. ¿Las pesadillas infantiles tienen las mismas consecuencias a largo plazo?

Foto: Es cierto que los humanos no hibernamos, pero nuestra forma de dormir cambia en invierno. (Zohre Nemati para Unsplash)

Los resultados del nuevo estudio, publicados hace unos días en la misma revista, son aún más llamativos. En sintonía con el anterior, muestra que experimentar pesadillas de forma regular entre los siete y los once años duplica las posibilidades de sufrir deterioro cognitivo décadas más tarde. La mayoría de los adultos que tienen este problema con el sueño afirman que ya lo sufrían de niños, así que desde ese punto de vista no habría una gran novedad. Sin embargo, esta investigación también encuentra una asociación muy fuerte con otra enfermedad neurodegenerativa: una persona tiene siete veces más probabilidades de ser diagnosticado de párkinson si ha tenido pesadillas infantiles.

Ese dato parece muy alarmante, pero en realidad el número de afectados es bastante bajo. De los 7.000 niños incluidos en el estudio, solo 268 tenían pesadillas de forma constante (un 4%) y de ellos solo 17 habían desarrollado deterioro cognitivo o párkinson a los 50 años (6%). Es decir, que a pesar de que suframos pesadillas, esto no quiere decir que vayamos a sufrir enfermedades neurodegenerativas. "Es probable que la gran mayoría de las personas que tienen pesadillas frecuentes en la infancia no vayan a desarrollar demencia temprana o párkinson", aclara el autor en un artículo divulgativo. La cuestión es que estadísticamente es un dato muy relevante y del que merece la pena tirar para entender mejor tanto el sueño como la forma de abordar ciertas patologías.

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Niño en la cama. (EFE)

¿De dónde salen estas cifras? Abidemi Otaiku ha echado mano del Estudio Nacional de Desarrollo Infantil (NCDS, por sus siglas en inglés), que realiza un seguimiento continuo de las vidas de 17.205 personas nacidas en Inglaterra, Escocia y Gales en marzo de 1958. Cuando tenían siete y once años, en los años 60, sus madres respondieron a una amplia encuesta sobre su salud, incluyendo preguntas sobre las pesadillas: ¿las sufrían de forma permanente, de forma ocasional o nunca? La monitorización de la salud de estas personas ha continuado y, ahora que llegan a una edad avanzada, esta investigación cruza por primera vez aquellos viejos datos sobre las pesadillas con los casos de deterioro cognitivo o párkinson, registrados en este grupo en 2008. Así descubre que, cuando mayor era la frecuencia de las pesadillas, más probabilidad han tenido de desarrollarlas. Las pesadillas persistentes infantiles suponen un 76% más de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo y un 640% más de probabilidades de desarrollar párkinson.

Dónde está el vínculo

¿Cómo se explica la relación entre estas alteraciones del sueño y problemas tan graves de salud? José Ángel Morales García, investigador de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), también trabaja en la identificación de biomarcadores para enfermedades neurodegenerativas y considera que la explicación está en que los trastornos del sueño contribuyen a que se acumule la "basura cerebral" que más tarde acaba provocando enfermedades. "Todo el organismo cuenta con el sistema linfático para eliminar residuos, pero el cerebro está al margen debido a la barrera hematoencefálica y ha desarrollado su propio mecanismo para hacerlo, el sistema glinfático, que ha sido descubierto muy recientemente", comenta en declaraciones a Teknautas. Los astrocitos, células del sistema nervioso, se encargan de recoger esos residuos (por ejemplo, desechos de proteínas) que necesitamos eliminar. Sin embargo, este mecanismo "funciona sobre todo en la fase de sueño profundo", explica, "de ahí que no tener un sueño reparador pueda afectar al desarrollo de determinadas enfermedades". En particular, la relación más directa con el párkinson se puede explicar, además, porque "el sistema que regula el sueño y la vigilia comparte vías con el sistema motor, que controla los movimientos".

placeholder Cerebro en un banco de tejidos neurológicos. (EFE)
Cerebro en un banco de tejidos neurológicos. (EFE)

Hace años, el Hospital Clínic de Barcelona ya encontró indicios de que el trastorno de la fase REM del sueño podía ser un factor de riesgo para el desarrollo del párkinson. Los autores identificaban las pesadillas entre esas alteraciones y publicaron varios trabajos. En uno de ellos, publicado en The Lancet Neurology, mostraban la relación entre el mal sueño y las enfermedades neurodegenerativas en las que hay una falta de dopamina en el cerebro. En trabajos posteriores, indicaban que se podría hacer un seguimiento de estos problemas a partir de técnicas de neuroimagen. Sus resultados más recientes indican que los pacientes que tienen alteraciones en las fases de sueño profundo, pero aún no tienen síntomas de párkinson, podrían ser diagnosticados de forma precoz de esta enfermedad gracias a la tomografía por emisión de positrones (PET).

Precisamente, el siguiente objetivo del científico de la Universidad de Birmingham que ha llamado la atención con su estudio sobre las pesadillas infantiles es recopilar más información a través de técnicas que permiten explorar la actividad del sistema nervioso, como la electroencefalografía, que mide las ondas cerebrales. Además, considera que su investigación, a largo plazo, puede servir para mejorar la calidad del sueño y, por lo tanto, reducir las posibilidades de desarrollar enfermedades neurodegenerativas.

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Por el momento, los expertos se muestran prudentes. "Es un poco arriesgado hacer determinadas afirmaciones, pero la base de datos británica en la que se basa el estudio es muy importante", destaca Morales García, así que podríamos estar ante una primera pista para explorar nuevas hipótesis y la oportunidad de "iniciar nuevos estudios con personas muy jóvenes", opina. No obstante, también recuerda que, a día de hoy, no hay una cura para el párkinson o las demencias. "Por mucho que diagnostiquemos tempranamente una enfermedad neurodegenerativa, aún no la podemos tratar", lamenta.

Dormir bien es fundamental para la salud y, en teoría, invertimos un tercio de la vida en este descanso reparador. Sin embargo, en la práctica el insomnio, las exigencias de nuestra ajetreada vida moderna y otras circunstancias suelen reducir ese estándar de las ocho horas al día. En muchas personas, dormir mal o menos de lo necesario tiene que ver con las pesadillas que les hacen despertar. No sabemos mucho acerca de la relación entre los sueños y la salud, pero los científicos están comenzando a indagar y algunos de los resultados que están obteniendo resultan sorprendentes.

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