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Más terremotos pero menos fuerza: qué se puede esperar ahora del volcán de La Palma
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NO SE VE EL FINAL

Más terremotos pero menos fuerza: qué se puede esperar ahora del volcán de La Palma

En las últimas jornadas, los vulcanólogos habían observado cómo el volcán perdía fuerza, sobre todo por la menor emisión de SO2, pero el repunte de los seísmos trunca la tendencia

Foto: Volcán. (EFE)
Volcán. (EFE)

Están a punto de cumplirse dos meses desde el comienzo de la erupción de La Palma, el pasado 19 de septiembre, pero la destrucción aumenta y la incertidumbre se mantiene. Los vulcanólogos intentan encontrar signos que permitan interpretar lo que sucede y en los últimos días estaban constatando nueva tendencia: el volcán comenzaba a perder fuerza. De hecho, algunos parámetros clave, como la emisión de gases, están lejos de sus niveles máximos. Sin embargo, la evolución es tan lenta y tiene tantos altibajos que es demasiado pronto para lanzar las campanas al vuelo. Así, después de varios días de tranquilidad, los terremotos repuntaron de forma espectacular este miércoles: más de 300, el récord desde que comenzó la erupción, después de muchas jornadas con menos de un centenar. ¿Qué significan estos cambios?

Si analizamos con perspectiva los parámetros, la sismicidad, la deformación del suelo y la emisión de dióxido de azufre (SO2) dibujan un escenario relativamente diferente al de hace algunas semanas, porque sus valores han venido descendiendo y, en general, se han estabilizado, según han explicado en los últimos días los responsables del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca). Sin embargo, los expertos también tienen claro que “a corto plazo la erupción no va a terminar", advertía el martes María José Blanco, portavoz del comité científico. Los vulcanólogos consideran que aún no hemos cruzado el umbral que indica el principio del fin. ¿Qué tiene que cambiar?

Foto: El volcán, de fondo al barrio de El Paso, en La Palma. (Reuters)

“Con respecto a hace dos semanas, el volcán está perdiendo energía”, confirma a Teknautas el portavoz del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Rubén López, “ todos los parámetros se están estabilizando en valores más bajos”. En cualquier caso, “no sabemos el tiempo que puede estar así, el proceso es muy lento y la tendencia no es lineal”, como ha mostrado el repunte de los terremotos el miércoles o el tremor volcánico. Este valor, que hace referencia a las vibraciones que acompañan la salida del magma a la superficie, había bajado mucho en las últimas jornadas y también volvió a subir algo el martes, “aunque la señal era muy débil”.

“Tenemos un cambio en la dinámica eruptiva acompañado de un debilitamiento, pero no hay signos claros de que esto tenga un fin inmediato”, comenta Vicente Soler, vulcanólogo del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA, centro canario del CSIC). En su opinión, hay que ser muy prudentes a la hora de sacar conclusiones, porque casi todos los registros parecen apuntar hacia una pérdida de la intensidad en la erupción, pero son poco esclarecedores para saber lo que queda por delante. En culquier caso, “el proceso ya no es el que fue durante el primer mes, ni mucho menos”, asegura el experto.

El SO2 y los terremotos

El último cálculo del Pevolca sobre la emisión de SO2 está entre 2.000 y 3.000 toneladas en 24 horas. Los científicos consideran que este dato es clave, porque este gas empuja la salida del magma, como sucede con el cava y las burbujas cuando se abre una botella. ¿Y qué nos dice esta última cifra? Que es muy baja con respecto a los niveles máximos que se han alcanzado, pero demasiado elevada para pensar en que el volcán esté apagando sus motores. “Hemos llegado a superar las 50.000 toneladas diarias y ahora rondamos las 5.000, pero tendríamos que bajar de 500”, explica el portavoz del IGN. Por lo tanto, “estamos hablando de tres órdenes de magnitud diferentes” y todavía estaríamos en la intermedia.

placeholder Ceniza en La Palma. (EFE)
Ceniza en La Palma. (EFE)

Aunque en líneas generales la tendencia viene siendo descendente, el gráfico que representa la evolución de este parámetro “se viene comportando como un diente de sierra”, advierte Soler, por su parte. Es decir, que sube y baja constantemente. De hecho, en los valores que se miden vía satélite “la tendencia descendente está un poco más clara”, pero no tanto en los que se miden sobre el terreno. Si algo tiene claro el vulcanólogo del CSIC es que “cuando acabe la erupción será de cero”, así que el final no será inminente hasta que las emisiones no sean extraordinariamente bajas.

No sucede lo mismo con los terremotos, que podrían continuar cuando el volcán se detenga. “La sismicidad tiene que bajar, que no desaparecer, para pronosticar el fin de la erupción”, comenta el experto. Sin embargo, el ritmo es muy distinto antes y después. Durante la erupción los eventos sísmicos son continuos, aunque tengan una magnitud pequeña. En cambio, una vez que todo acaba la sismicidad es mucho más esporádica, como bien sabe Soler por lo que sucedió en El Hierro hace 10 años. “Tal vez sea el parámetro que mejor apunta a un posible principio del fin”, opina, “aunque tiene repuntes”. En ese sentido, sería importante que fuese bajando la magnitud de los temblores, pero sobre todo “que los terremotos fuesen más espaciados entre sí”, justo lo contrario de lo que ha ocurrido en las últimas horas.

Los terremotos se producen en dos zonas, entre los 10 y los 15 kilómetros de profundidad y entre los 35 y los 40. En general, desde hace bastantes jornadas estaban descendiendo los primeros y se mantenían los segundos. El repunte de este miércoles deja el interrogante de si la tendencia a la baja se mantendrá o no. Los expertos consideran que estos temblores pueden suceder por dos causas: o bien se reajusta el sistema tras la salida de magma o bien hay un proceso de realimentación. No obstante, el vulcanólogo del CSIC considera que a la hora de interpretar la tendencia de la erupción no hay una gran diferencia entre una cosa u otra. “El resultado sería en ambos casos indica que la erupción continúa, incluso si se está produciendo un reajuste, porque los terremotos se producen a gran profundidad y aún tendría que agotarse el reservorio de magma”, señala. De ahí que la señal importante de cara a un posible final sea que la periodicidad entre un seísmo y el siguiente aumente.

placeholder Coladas de lava. (EFE)
Coladas de lava. (EFE)

¿Qué nos dicen las cenizas?

La pérdida de intensidad de la erupción parece contrastar con otras consecuencias que sufren los habitantes de la isla, desde el empeoramiento de la calidad del aire a la intensa caída de cenizas, que esta semana ha provocado la suspensión de vuelos. Sin embargo, no son datos contradictorios. “Hay muchas explosiones y la columna de cenizas es bastante importante”, comenta López sobre el terreno, pero incluso esta observación encaja perfectamente con la idea de que el volcán tiene menos fuerza, porque “encuentra más dificultades para expulsar el material”.

De hecho, “la salida de materiales ya no es la misma, está expulsando una menor cantidad; hace días tenía lugar de forma constante por varias bocas y esto ha cambiado”, apunta el portavoz del IGN. En cambio, Soler no está tan seguro sobre ese dato. “No es fácil calcular cuál es la salida real de lava, si su volumen aumenta o disminuye”, afirma. De hecho, “la lava fluye ahora tranquilamente, pero se ha formado un tubo volcánico de unos 500 metros que la oculta hasta que se vuelve a ver montaña abajo”.

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Volcán. (EFE)

Sin embargo, el vulcanólogo del CSIC considera que la manera que tiene el volcán de expulsar materiales en los últimos días es uno de los indicios más claros del cambio en la dinámica eruptiva. “Al principio veíamos un chorro de piroclastos incandescentes, gases y ceniza, porque estaba todo mezclado, tenía muchísima más fuerza y se inyectaba directamente a gran altura. Sin embargo, desde hace algo más de 10 días hay una emisión con poco empuje de gases y ceniza que convive con el chorro de piroclastos incandescentes. Ya no tiene el empuje que tenía al principio y por eso está cayendo a merced del viento y está causando los problemas de calidad del aire. Todo esto es ahora muy distinto comparado con lo que sucedía en octubre”, afirma.

Aunque ha habido otras erupciones históricas en La Palma y algunas relativamente recientes, no hay un registro instrumental comparable al actual, así que muchos de los datos no permiten sacar conclusiones. Eso hace que los expertos sean prudentes aunque creen que este cambio en la evolución del episodio, hacia un volcán menos activo, podría no tener vuelta atrás. “Lo más probable es que siga esta tendencia, pero no se puede descartar algún repunte puntual”, comenta López. O incluso que se revierta y los parámetros vuelvan a incrementarse: “Es un escenario que no es imposible a día de hoy”, reconoce.

Están a punto de cumplirse dos meses desde el comienzo de la erupción de La Palma, el pasado 19 de septiembre, pero la destrucción aumenta y la incertidumbre se mantiene. Los vulcanólogos intentan encontrar signos que permitan interpretar lo que sucede y en los últimos días estaban constatando nueva tendencia: el volcán comenzaba a perder fuerza. De hecho, algunos parámetros clave, como la emisión de gases, están lejos de sus niveles máximos. Sin embargo, la evolución es tan lenta y tiene tantos altibajos que es demasiado pronto para lanzar las campanas al vuelo. Así, después de varios días de tranquilidad, los terremotos repuntaron de forma espectacular este miércoles: más de 300, el récord desde que comenzó la erupción, después de muchas jornadas con menos de un centenar. ¿Qué significan estos cambios?

Terremoto Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Canarias
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