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Ángela Nieto: "Con el azul y el rosa en los bebés se empiezan a distribuir los roles"
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Ángela Nieto: "Con el azul y el rosa en los bebés se empiezan a distribuir los roles"

Esta madrileña que ahora reside en Alicante lleva toda la vida descifrando los viajes de las células y cómo son determinantes en la formación de los embriones pero también en la de la metástasis de los cánceres

Foto: Entrevista a Ángela Nieto. (Patricia J. Garcinuño)
Entrevista a Ángela Nieto. (Patricia J. Garcinuño)

Ángela Nieto (Madrid, 1960) posa para las fotos en el jardín de la sede del CSIC con un abrigo naranja de Ulises Mérida y unos enormes pendientes del mismo color. Apasionada de la moda casi por herencia familiar (el sonido de su infancia eran las máquinas de coser), sonríe con ganas y justifica las normas de seguridad para entrar al recinto. “Este edificio sale en ‘La casa de papel’ y viene mucha gente para hacerse fotos”, explica.

Esta madrileña que ahora reside en Alicante (donde trabaja en el Instituto de Neurociencias, un centro de investigación de titularidad mixta entre el CSIC y la Universidad Miguel Hernández) lleva toda la vida descifrando los viajes de las células y cómo son determinantes en la formación de los embriones pero también en la de la metástasis de los cánceres. Una tarea que le ha valido el reconocimiento a mejor científica europea, el galardón L’Oréal-Unesco For Women in Science que recogerá en marzo. La última científica española que lo recibió fue Margarita Salas hace 21 años.

Nieto sonríe, decíamos, pero también desborda asertividad. La despliega cuando se queja de que los periodistas no tengamos formación científica o la de veces que ha respondido a las mismas preguntas. “Me has pedido que te traduzca una cosa, eso es devastador”, reprocha. No parecen gustarle los viajes al pasado o abordar sus gustos personales. Ella es científica y como tal quiere hablarle a la grabadora.

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Foto: P. J. Garcinuño.

No le importa, en cambio, contar cómo fue su traslado de Madrid a Alicante por trabajo y por convicción. “Esto en España suena un poco raro porque nos movemos muy poco, y hay gente que vive toda la vida en el mismo sitio en el que ha nacido. Por eso no es tan habitual que un grupo entero de investigadores, unas veinte personas, se trasladara con sus familias en 2004. Pusimos en marcha el primer experimento del laboratorio en 36 horas”, explica.

Pregunta. Lo primero, cómo no, es felicitarla por el premio

Respuesta. Muchas gracias.

P. Echando un vistazo a su carrera profesional, hay una frase que me gustaría que me tradujera…

R. No me digas eso, por Dios.

"Somos más del 50% de la población y por lo tanto deberíamos estar en más puestos de responsabilidad tomando decisiones"

P. “Las células cambian de identidad durante el desarrollo embrionario para diseminarse y formar tejidos”.

R. Es lo que cuento siempre, ¿eh? Es muy fácil. Durante el desarrollo embrionario hay muchísimas células que nacen muy lejos de su destino final, así que deben tener una capacidad de movimiento. Eso les permite desprenderse de su lugar de origen primero, luego viajar a distancias muy largas y anidar en los lugares que les corresponden para desarrollar los distintos órganos. Hay células que nacen donde van a hacer su función y hay otras que no. Nosotros encontramos hace muchos años el mecanismo biológico y molecular por el que esto ocurre.

La importancia de esto es que si los genes están defectuosos el embrión no puede progresar porque las células no se desprenden y no hay posibilidad de desarrollar los tejidos; cuando funciona mal tenemos malformaciones congénitas. Cuando encontramos esto nos dimos cuenta de que el proceso es muy parecido al que ocurre en el cáncer. Sabes que el tumor primario es el que aparece y no es por el que normalmente se mueren los pacientes, sino que lo que ocurre es que ese tumor disemina por el cuerpo, forma los tumores secundarios, que son la metástasis. Descubrimos que esto es así.

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Foto: P. J. Garcinuño.

P. El premio le llega 18 años después de que lo recibiera otra española, Margarita Salas. ¿Orgullo, responsabilidad, ambas cosas?

R. Es muy fácil responder a eso. Son las dos cosas. Podríamos pensar si queremos seguir teniendo premios que solo sean para mujeres, porque nos gustaría que llegara un momento en el que esto no fuera así. Somos un poco más del 50% de la población y por lo tanto deberíamos estar en más puestos de responsabilidad donde se toman las decisiones importantes, no sólo por número sino por el trabajo que hacemos. Pero en realidad la visibilidad de nuestro trabajo es mucho menor que el de los hombres en todas las disciplinas.

P. Fíjese lo que ha pasado ahora en los premios de San Sebastián…

R. Bueno, los premios de San Sebastián… ¿por qué no hablamos mejor de los Nobel? Porque no digamos que solo sabemos hacer aquí las cosas mal.

P. Me refería a la categoría a mejor intérprete en los premios de cine, que no se distinguía entre actor o actriz…

R. Ah, que te refieres al cine… En mi caso hablamos de un premio importante en el que cada año se distingue a cinco científicas, cada una de un continente. ¿Es necesario? Yo creo que sí. Los premios Nobel de este año que tienen que ver con la ciencia han ido a parar a mano de hombres. Todos. Son científicos fantásticos, y está muy bien, pero si empezamos a mirar a lo largo de la historia, el porcentaje de mujeres es pequeñísimo y hay muchas que hacen contribuciones muy importantes a lo largo del mundo.

"Ahora estamos viviendo una involución. Debemos tener mucho cuidado porque van a primar los trabajos técnicos y científicos…"

P. Sé por otras entrevistas que ha concedido que el binomio entre mujer y ciencia le ocupa y le preocupa. Me gustaría preguntarle qué pasó cuando llegó a la universidad. Entonces era un tema del que se hablaba poco…

R. Ahora estamos viviendo una involución, y es importante que esto lo pongas. Debemos tener mucho cuidado porque en los próximos años van a primar los trabajos técnicos, las disciplinas científicas… Los empleos del futuro y del presente tienen que ver con el análisis de datos, con la ingeniería informática, y ahí estamos muy mal las mujeres, los números son muy bajos. Hay que ir a los colegios, a los institutos, y pedir a las niñas que no se pongan barreras a sí mismas. Si no queremos un mundo aún más masculinizado, tengamos esto muy presente.

P. Está muy bien lo de ir a los colegios, sin duda, pero ¿no cree que también influye lo que escuchan luego en casa, lo que ven en su entorno más próximo?

R. Desde luego. El asunto para mí es tan importante que creo que hay que abandonar de una vez el asunto del color azul y el rosa en los bebés porque desde ahí se empiezan a distribuir los roles. Es muy habitual encontrar que al niño se le regala un ordenador pequeñito y a la niña una muñeca o una cocinita.

P. Es que los catálogos de juguetes…

R. Si te fijas, ahora que llega Navidad, es patético. Abres una página y sin que te fijes mucho ya ves si es azul o rosa. Luego eso se traslada a los colegios.

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Foto: P. J. Garcinuño.

Me decías qué pasaba en la universidad, cuando yo entré. Bueno, siempre ha habido carreras de ciencias como Biología, Farmacia, donde había muchas mujeres, pero incluso en esas carreras y en otras en las que hay paridad, a medida que avanzas va cayendo el número. Hay una cosa evidente, que es que el momento más importante de producción científica donde uno tiene que forjar su carrera coincide con el periodo de la maternidad, y eso es fundamental. Hay que ayudar a las mujeres dejándoles decidir lo que ellas quieren hacer. No se trata en todos los casos de generar beneficios sociales por los cuales puedan dedicarse al cuidado de la familia, tanto descendientes como ascendentes. Se trata de que tengan la vida laboral que ellas decidan.

P. ¿La baja por paternidad de 16 semanas ayuda a conseguirlo?

R. Primero hay que hablar de tener esa posibilidad. Es fantástica la medida, pero creo que está teniendo menos impacto del que tendría que tener.

P. En su familia hay pocos ejemplos de carrera científica, pero hubo tres factores que contribuyeron a lo que usted es hoy: su padre, la revista Investigación y Ciencia y un juego, el Cheminova.

R. En mi casa el sonido habitual era el de las máquinas de coser y he crecido con el gusto por la moda. Mi familia es muy grande pero no hay antecedentes científicos, soy la primera. Hay una cosa que no sé muy bien cómo explicarla pero nunca me interesaron las muñecas, así que pedí un juego de química. Lo tuve y un día mezclé cosas que no venían en el protocolo y aquello explotó, así que mi madre lógicamente lo hizo desaparecer (sonríe). Lo encontré hace poco escondido encima de su armario. Pero a pesar de todo siempre he tenido el apoyo de mi familia, y eso ha sido importante porque nunca se me dijo nada para cambiarlo, así que continué con aquello que quería.

"Estuve poco tiempo en Alemania y luego en Inglaterra cuatro años. Volví a España al Instituto Ramón y Cajal"

P. También hubo una profesora en COU que contribuyó con esa vocación…

R. Sí, y la verdad es que desde entonces no he sabido nunca nada de ella. Esto habría sido impensable hoy, porque estaríamos en contacto por whatsapp casi seguro. Siempre me acuerdo de ella, se llamaba Isabel Bauzá y fue mi profesora de Biología.

P. ¿Por qué ese interés suyo por las células?

R. Cuando empecé a trabajar en el Centro de Biología Molecular estaba en bioquímica pura, y cuando terminé la tesis pensé que me gustaría subir en el nivel de organización, pasar de la interacción entre moléculas a las células, y fue cuando empezaron a interesarme. De ahí me fui al Centro de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, luego me fui un tiempo fuera de España y al final no solo me importaban las células, sino su comportamiento en los individuos. Estuve poco tiempo en Alemania y luego en Inglaterra cuatro años. Volví a España al Instituto Ramón y Cajal.

P. Decía Mariano Barbacid en una entrevista en este mismo periódico que una carrera científica sin salir España no tiene sentido

R. Es evidente que la carrera de un científico no se concibe estando en un solo sitio y sin conexiones internacionales constantes. Cuando yo me fui era muy necesario salir de España para conocer otros ambientes, hoy eso no es estrictamente así. Lo que sí es importante es conocer otras formas de trabajo, en temas diferentes si es posible, y enterarte de lo que pasa en la ciencia en todo el mundo.

Los países son importantes porque invierten en ciencia, no al revés. Y la percepción de los ciudadanos es fundamental para nosotros; si miras las encuestas que se hacen de las distintas profesiones, los médicos y los científicos siempre estamos arriba.

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Foto: P. J. Garcinuño.

P. Por debajo siempre estamos los periodistas…

R. Sí, pero con razón. Porque la verdad… los medios de comunicación son esenciales, y creo que el periodismo científico en este país tiene casos muy buenos, pero ¡son tan pocos! Es decir, ¿cuántos periodistas económicos hay, cuántos deportivos, cuántos del corazón? Mirando los números, está claro que la transmisión fácil de la información científica es una cosa complicada.

En la primera pregunta que me has hecho has pedido que te traduzca, eso es devastador, porque tendría que haber periodistas que siguieran nuestro trabajo y se leyeran ellos nuestras publicaciones en Nature, las interpretaran y nos preguntaran sobre eso. Esto que acabo de decir es importante, y aunque no es vuestra culpa, es que no hay formación.

P. Me encanta que abra este melón. ¿Cuánta culpa de ese déficit no la tenemos los ciudadanos? Hay programas del corazón que llevan más de una década como líderes de audiencia…

R. Es una cuestión de educación científica, y España tiene un nivel muy bajo. Estamos hartos de ver lo que pasó en el partido del Madrid-Barça y todo el mundo ha visto a los aficionados dando patadas al coche de un señor, no te digo ya las cosas de Messi… bueno, y cosas mucho peores, como los asuntos del corazón. Pero tiene su parte lógica, porque es mucho más fácil entender todas estas cosas que entender algo un poquito más complicado.

Pero por otra parte, insisto, es que no hay formación adecuada. Creía que ibas a abrir el melón de una manera un poco más fuerte, porque a veces nos dicen que es culpa de los científicos, porque no sabemos explicar lo que hacemos. Bueno, tendremos nuestra responsabilidad, pero los profesionales de la comunicación seguramente lo harán mejor que nosotros si se especializan en nuestro campo. Necesitamos puentes entre los científicos y la sociedad; puentes, no precipicios. No puede ser que si utilizo una palabra que está fuera del vocabulario convencional los periodistas la quiten y pongan otra cosa.

Ángela Nieto (Madrid, 1960) posa para las fotos en el jardín de la sede del CSIC con un abrigo naranja de Ulises Mérida y unos enormes pendientes del mismo color. Apasionada de la moda casi por herencia familiar (el sonido de su infancia eran las máquinas de coser), sonríe con ganas y justifica las normas de seguridad para entrar al recinto. “Este edificio sale en ‘La casa de papel’ y viene mucha gente para hacerse fotos”, explica.

Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Cáncer Neurociencia
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