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Los políticos no tienen excusa: la predicción meteorológica es hoy más precisa que nunca
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Los políticos no tienen excusa: la predicción meteorológica es hoy más precisa que nunca

El aumento de los conocimientos teóricos, la mejora de las tecnologías de observación y el uso de superordenadores hace que las previsiones del tiempo sean cada vez más precisas

Foto: Varias personas caminan por Conde de Casal de Madrid este sábado. (EFE)
Varias personas caminan por Conde de Casal de Madrid este sábado. (EFE)

La borrasca Filomena ha sembrado el caos en gran parte de España. No es la primera vez que un fenómeno meteorológico consigue paralizar multitud de actividades o ponerle trabas a nuestras vidas, pero en esta ocasión no podemos decir que no estábamos avisados. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) llevaba días advirtiendo de que íbamos a sufrir una nevada histórica, igual que ahora alerta de que tenemos varios días de frío intenso por delante. Por eso, cuando hemos constatado el colapso de servicios y comunicaciones, los políticos no se han podido escudar en la imprevisibilidad del fenómeno, como ha ocurrido anteriormente, sino más bien en sus históricas dimensiones.

Probablemente, ni los gestores ni los ciudadanos confiamos del todo en las predicciones por nuestra propia experiencia. La meteorología nunca ha sido una ciencia exacta y, aunque en los últimos años los medios de comunicación ofrecen abundante información y todos tenemos datos muy precisos en nuestro móvil, seguimos pensando en que la incertidumbre es muy alta. Pero, ¿en realidad han mejorado las previsiones meteorológicas?

Foto: Evolución de las temperaturas en las últimas horas. (Windy)

“La repuesta es un sí rotundo”, asegura a Teknautas José Miguel Viñas, físico, meteorólogo de Meteored y divulgador científico. “Los modelos matemáticos de predicción meteorológica están en un proceso constante de mejora, y eso ha supuesto en los últimos 20 años un salto cualitativo en su nivel de confianza”, destaca. “Episodios extremos como la reciente gran nevada ponen a prueba sus capacidades, y cada vez sacan una nota más alta”, añade.

Sergio Alonso, catedrático emérito en el Departamento de Física de la Universidad de las Islas Baleares, cree que existen varios factores que explican la reciente mejora en las previsiones del tiempo: las tecnologías de observación ofrecen datos cada vez más refinados, los conocimientos teóricos se multiplican y el aumento en la capacidad de computación hace que los modelos sean mucho más certeros.

Aunque solo son una herramienta más, con sus limitaciones, la predicción del tiempo está muy asociada a los satélites. Algunos son geoestacionarios, como el Meteosat, de manera que ofrecen una imagen de una zona concreta del planeta. Al mejorar su tecnología, “la frecuencia con la que transmiten información es mayor y los datos son más precisos, es decir, que hacen referencia a zonas progresivamente más pequeñas”, señala el experto. En los últimos años ha aumentado también la información que proporciona otro tipo de satélites, de órbitas bajas, que van pasando por diferentes lugares de la Tierra y pueden aportar más información sobre algunos aspectos, aunque no monitorizan continuamente un lugar.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

Sin embargo, la observación también se lleva a cabo con tecnologías terrestres. Por ejemplo, el radar meteorológico se utiliza para el ‘nowcasting’, un término que utilizan los meteorólogos para referirse a las previsiones a muy corto plazo. Estos radares detectan la llegada de precipitaciones, permiten estimar su trayectoria y deducir si aparecerán en forma de lluvia, nieve o granizo. Los detectores de rayos, que identifican la actividad eléctrica en caso de tormentas, también ofrecen mucha información útil.

No obstante, el ‘nowcasting’ está en pleno crecimiento e incorporando nuevas tecnologías. Por ejemplo, la empresa española Meteoclim analiza las ondas de telefonía móvil, que se ven afectadas por los cambios de las condiciones atmosféricas. Una lluvia muy intensa produce un retardo en la propagación de la señal y ese dato puede transformarse en información para predecir eventos inmediatos de una forma muy local y extremadamente precisa. “Es una mejora tecnológica muy importante que se basa a su vez en un avance del conocimiento de la propagación de las ondas a través de un medio complejo, como es la atmósfera”, comenta Alonso.

Con este ejemplo hace hincapié en otro factor decisivo: el aumento de los conocimientos teóricos como base para el avance de la meteorología. “Cada vez es más intensa la investigación de todos los fenómenos que tienen que ver con el tiempo”, destaca, y hay muchos más científicos dedicados a este campo, sobre todo porque se sienten atraídos por un tipo de estudios que se centran en la predicción de “fenómenos reales”. A diferencia de otras ciencias, la meteorología “tiene la gran ventaja de que puedes utilizar un modelo, hacer una predicción y verificar los resultados”.

placeholder Las previsiones del temporal Filomena se cumplieron en Salamanca. (EFE)
Las previsiones del temporal Filomena se cumplieron en Salamanca. (EFE)

En cualquier caso, el avance más decisivo tiene que ver con la computación. “Tenemos una modelización cada vez más detallada de los procesos atmosféricos y de la interacción de la atmósfera con el resto de componentes del sistema climático”, afirma Viñas. El ritmo con el que estos sistemas absorben más y más datos vive “un aumento exponencial”, asegura. Así que “hoy en día se pueden procesar en tiempos razonablemente cortos, gracias a la creciente capacidad de cálculo de los superodenadores”. Cada día “procesan millones de datos, muchos de ellos suministrados por los satélites meteorológicos, y su privilegiada cobertura global”, añade.

Afinar las previsiones tanto en el tiempo como en el espacio implica sobre todo más potencia de cálculo. Así, aumentar la resolución pasando de realizar una previsión genérica para una extensión de 50 kilómetros cuadrados a otra más local, de cinco kilómetros cuadrados, supone multiplicar las operaciones. “Si tienes que resolver más ecuaciones que rigen el comportamiento de la atmósfera, tienes que hacer funcionar los ordenadores durante más tiempo”, explica el catedrático emérito de la UIB. Por eso, hay que buscar un equilibrio y “por muy potentes que sean, siempre tendremos algún tipo de limitación”.

Muchos retos por delante

Precisamente, los “eventos singulares” como una nevada histórica o una tormenta descomunal son los más difíciles de predecir. “Son los que tienen menos probabilidades de suceder, pero cuando suceden son los que acarrean un mayor impacto social, económico e incluso de vidas humanas”, reconoce Alonso. Uno de los problemas para afinar su predicción es, precisamente, su rareza. Si los científicos tratan de implementar nuevos modelos que los recojan, tienen que esperar mucho tiempo hasta que realmente suceden y pueden validar o no sus sistemas.

“Todavía hay retos por delante, como la predicción a corto plazo de fenómenos extremos de pequeña escala, como tornados o tormentas, así como en mejorar en el largo plazo”, coincide Viñas. En su opinión “el avance ha sido espectacular” a corto plazo, hasta las 72 horas anteriores, y a medio plazo, de tres a siete días, pero la meteorología aún tiene un gran margen de mejora más allá de una semana y ante sucesos como las lluvias torrenciales que también sufre España cada vez con más frecuencia.

placeholder Mapa de isobaras elaborado por la Aemet el 08 01 2021 con la previsión meteorológica. (EFE)
Mapa de isobaras elaborado por la Aemet el 08 01 2021 con la previsión meteorológica. (EFE)

Uno de los riesgos es que el cambio climático dificulte aún más las predicciones de los eventos singulares. “Creo que van a ser cada vez más frecuentes en las próximas décadas”, señala Alonso hablando específicamente de las grandes nevadas, “y me preocupa que las invasiones de aire frío sean consecuencia de la interrupción de la corriente oceánica que hace que Europa tenga un invierno más suave”. Según esta teoría, el deshielo del Ártico puede provocar que una gran masa de agua dulce llegue al Atlántico, acabando con la corriente del Golfo. “Tardaremos tiempo en saberlo”, asegura el físico.

No obstante, como consecuencia del cambio climático, la temperatura media del aire en superficie aumenta en todo el planeta en su conjunto, recuerda, “pero se pueden dar fenómenos extremos en sentido contrario”. Hablar de clima o de meteorología implica “escalas temporales muy diferentes”, pero la posibilidad de que aumenten los eventos singulares hace aún más importante mejorar las predicciones.

Sin embargo, Alonso considera que existen “impedimentos conceptuales” que harán imposible alcanzar una predicción totalmente exacta. Uno de ellos es el “efecto mariposa”, un concepto que se ha popularizado y se ha extendido a otros ámbitos, pero que tiene un origen meteorológico, relacionado con los errores en los pronósticos. El estadounidense Edward Lorenz decía que pequeños cambios en las condiciones iniciales podían llegar a producir grandes cambios en el resultado final. Gráficamente, si una mariposa pasa cerca de un instrumento de observación del tiempo y altera una medida, puede hacer que fracasen las previsiones. No se sabe muy bien cuál es el origen de este ejemplo –posiblemente, una pregunta en una conferencia del propio Lorenz–, pero se utiliza para mostrar que desviaciones mínimas en las medidas dan lugar a grandes equivocaciones en las predicciones.

En este sentido, ha habido otro avance muy importante: los métodos de computación han conseguido incorporar esas incertidumbres que genera el “efecto mariposa”, de manera que los sistemas modifican ligeramente las observaciones y ofrecen resultados en función de probabilidades. Es lo que se llama predicción probabilística basada en conjuntos, porque se utiliza un conjunto de diferentes observaciones para obtener varias predicciones y se agrupan las parecidas. “Al final se comunica la situación más probable. Si dices que hay una probabilidad del 70% de que llueva, es que hay otro 30% de probabilidad de que no lo haga”, señala el experto. Este ejemplo es sencillo de entender y de comunicar, pero resulta mucho más complejo cuando se trata de una ola de frío.

Implicaciones para la gestión

A pesar de las dificultades, si la meteorología mejora, ¿la gestión política estará a la altura y conseguirá evitar problemas y catástrofes? “Es un problema de comunicación y de recursos”, resume Alonso. En su opinión, la información del tiempo que llega a la ciudadanía a través de los medios de comunicación es suficiente e incluso excesiva. “Otro tema es cómo llega esa información al responsable político que tiene que poner en marcha una respuesta”, señala, un proceso que “a lo mejor se tiene que mejorar”.

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Foto: EFE.

La Aemet no solo trabaja en la mejora de las predicciones, sino en nuevos sistemas de avisos para los ciudadanos, siguiendo las recomendaciones de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Un estudio del Instituto Federal Suizo de Tecnología (ETH) publicado en 2018 propone desarrollar los sistemas necesarios para enviar mensajes muy concretos en función de la localización y las circunstancias personales si se va a producir un evento meteorológico de riesgo: evitar salir al exterior, no realizar deportes de montaña o buscar refugio.

No obstante, estas estrategias no eliminan la importancia de la decisión política y de los medios económicos que deberían ponerse a disposición de la prevención. Por eso, el catedrático emérito de la UIB encuentra un gran paralelismo entre la meteorología y el covid. “Con la pandemia se ha demostrado que la red sanitaria no era todo lo buena que decían y no estaba tan bien dotada como habríamos necesitado y esto se puede trasladar a la meteorología”, opina.

A partir de ahora surgirá el debate sobre la puesta en marcha una estructura sanitaria muy importante para un evento poco probable, como una pandemia, pero con la amenaza de que las pandemias sean más habituales en el futuro. “Un incendio en una ciudad es poco probable, pero nadie discute que haya parques de bomberos dotados y capaces de responder de forma inmediata a un fuego aunque la mayor parte del tiempo no se dediquen a eso”, reflexiona Alonso.

“Pues con otros eventos extremos, como el covid o los fenómenos meteorológicos, ocurre algo similar: será esencial que llegue la información, que se tomen decisiones inmediatas y tengamos previsto cómo responder ante eventos que, en principio, realmente son poco probables”, asegura. Dicho de otra manera: de poco sirve conocer días antes que se va a producir una nevada histórica si no contamos con máquinas quitanieves ni sal suficiente almacenada. “Es evidente que hay que estar preparados”, afirma.

La borrasca Filomena ha sembrado el caos en gran parte de España. No es la primera vez que un fenómeno meteorológico consigue paralizar multitud de actividades o ponerle trabas a nuestras vidas, pero en esta ocasión no podemos decir que no estábamos avisados. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) llevaba días advirtiendo de que íbamos a sufrir una nevada histórica, igual que ahora alerta de que tenemos varios días de frío intenso por delante. Por eso, cuando hemos constatado el colapso de servicios y comunicaciones, los políticos no se han podido escudar en la imprevisibilidad del fenómeno, como ha ocurrido anteriormente, sino más bien en sus históricas dimensiones.

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